Dolores Labarcena: Baconbill (Fragmentos de Cachemir)



“¿Todavía estás durmiendo? Habla. Fui a la iglesia. De regreso pasé por Baconbill. Lo inauguraron por todo lo alto. Deberías verlo. Cientos de trozos de cerdo perfectamente alineados, bandejas con tacos de jamón y vino espumante, butifarras, chorizos. Compré. Afuera hubo protestas por las técnicas de matanzas y el sacrificio de animales”.

Si voy me juzgarán. Qué tengo yo que ver con la revista. ¿Debo acaso delatarlo? ¡Ayúdame! En ese dilema pasamos la tarde-noche en el Cófrade. Amancio jugaba con una pelota de tenis que hacía rebotar en el suelo y la mesa. Iré. No iré. Iré. No iré. Como las chicas que desprenden uno a uno los pétalos de una flor para saber si son correspondidas. Esto se repitió hasta que le agarré la muñeca. ¿Sabes cómo me siento? No. No soy un delator. ¿Tienes idea de lo que somos para ASPROREEST?, dijo con la barbilla clavada en el pecho. Un fatalista nato. Tengo un tío que trabaja en la morgue Principal. Los cadáveres no hablan, un día me lo explicó en la cantina El Beodo. ¿Comprendes?, claro que no hablan, pero con una tarjetica en el dedo gordo del pie se identifican: Yo soy fulano o ciclano. Y el forense solo tiene que averiguar: ¿ya reclamaron a Ravelo 94-61 o a Fidelio 59-65? Y Ravelo 94-61 o Fidelio 59-65 son vagabundos o revoliqueros que por la fecha y lugar donde fueron hallados los rebautizan en la Principal para el posterior reconocimiento de la policía o algún familiar. A uno el año pasado le pusieron Adán 80-67, porque lo encontraron desnudo entre hojas de parra en el Bosque de las Delicias. ¿Sabes cómo entré a trabajar en el departamento de planchas de impresión? A dedo, continuaba, y me explicó. Recomendado, sí, por ese tío mío, que a su vez era amigo del padre de Julián, quien fuera fundador de la fábrica, y antes, periodista de Figura, el papel con tinta. Lo agradezco. Claro que lo agradezco. Cómo no agradecer. Pero ahora, después del Cuarto Congreso de Reajuste Gubernamental o Proceso de Regeneración Aplicado Democráticamente en las Bases, según la orientación se harán purgas, y lo peor, sin contemplaciones. Tú, Julián, a un centro penitenciario… tú, Amancio… especulaba. Su paranoia formaba parte de esa época. Profético. Esa noche llegué a altas horas de la madrugada y me puse el pijama en el comedor. ¿Tú? Tú estabas dormida. Horrible, Erasma, ¡qué imagen! por un instante me vi en la morgue Principal, donde trabajaba el tío de Amancio. Y el pavor, ese antagonista de las horas muertas, se apoderó de mí. Con la sola idea de imaginarme la tarjetica en el dedo gordo del pie… Lo juro, te lo conté, apresuradamente me puse las pantuflas, pues no quería seguir pensando en lo que sucede después del deceso. ¿Tiene acaso preeminencia? Por lo mismo, ahora que me hablas de lo perfectamente alineados que están los trozos de cerdo en Baconbill, recordé a Amancio. Su miedo, aun siendo un fatalista, no era infundado. ¡Mira los años que pasó Julián en NUEVO DESPERTAR! Imagino. Una inauguración por todo lo alto… Así que tacos de jamón y vino espumante a voluntad. ¡Quién lo diría! Por lo otro que me cuentas, normal, ahora todos protestan por todo. Democracia. ¿Te acuerdas el altercado con los de la Ford? Sin embargo, gracias a la falta de raciocinio esas bestias van al matadero como si fuesen a pastar. Una expiración indolora. Las electrocutan con tecnología punta. ¿Amancio? Había que verlo, mientras más acalorado se volvía el diálogo, arremetía contra la pelota de tenis con el mismo furor con que un niño restalla un juguete. Le daba de tal forma a la pelota con la palma de la mano, ora al suelo, ora a la mesa, ora al suelo, ora a la mesa, que la acción parecía el reloj de su propio verdugo. Por tal motivo le agarré la muñeca, y no solo eso, le insinué que si no estaba preparado se buscara una excusa urgente. Uff… lo que es hablar del pasado. Para ser franco, cuando abrí esa puerta y me puse el pijama, sentí una soledad incipiente. Por mi parte, pretendía disipar la turbación, ideé alegatos verosímiles, y hasta escribí, no uno, sino varios borradores. Pensé, y fue un error garrafal, que siendo miembro del Sindicato de la Industria del Papel les arrancaría una disculpa oficial a los de ASPROREEST con respecto al desliz de Julián. ¿Qué habrá sentido Séneca, quien tanto hizo por lavar la imagen de Nerón, a fin de restar importancia al crimen de Agripina, cuando más tarde fue condenado a muerte? Porque en mi caso, no me metí en la bañera para acabar asfixiándome como los estoicos, pero sufrí un ataque de tos que me dejó doblado en la dormilona de rayas, con el balcón abierto… Considérate como nosotros, sin salida, arrojados a las fauces del león. Esto no es Suecia, y no se va a convertir en Suecia. Así que busca cómo librarte, me dijo Amancio cuando nos despedimos en la gasolinera. ¿Que qué hice? Pues me encogí de hombros. Aquella extenuación suya asomaba como una dolencia postrera. Esto no es Suecia, y no se va a convertir en Suecia. ¡Un exordio! Semejante al Brit milá. “Solo con esta condición ellos van a aceptar quedarse a vivir con nosotros y convertirnos en un solo pueblo: Así como ellos están circuncidados, todo hombre entre nosotros debe hacerse la circuncisión”. Génesis 34:22. ¿No lo ves? Bíblico. Por mucho que intentan barnizarlo, el sistema nos impone circuncidarnos sin cuchillos de pedernal, a mansalva dialéctica. ¡Cadáveres! Y los cadáveres no hablan, un día me lo explicó mi tío en la cantina El Beodo, que con una tarjetica en el dedo gordo del pie se identifican: Yo soy fulano o ciclano, seguía Amancio hostigándome, entonces perdí los estribos. ¡Calla! Te comportas como un pendejo, dije y le agarré la muñeca, con lo cual, la pelota rodó a su libre albedrío distanciándose de la inercia a que la sometía la mano frenética de Amancio. Nadie te obliga a ir. Pero hazme caso, si no te presentas busca un justificante, le dije. ¡Lo importante es ganar el liderazgo y colgarse el solapín!, gritaba sin tacto alguno el díscolo de Julián, un día sí y otro también, en el comedor, delante de cuadros y sindicalistas. No. A estas alturas no me permitiría por ningún concepto, criticarlos. Profético. Desde el minuto uno, o sea, desde que nos sentamos en el Cófrade a analizar los pros y los contras, estuve convencido que si iba y declaraban inocente a Julián, de todas formas Amancio actuaría mal, es decir, no apoyaría ni el SÍ ni el NO, y las abstenciones, ya sabes, eran penalizadas. Así que tacos de jamón y vino espumante en la inauguración de Baconbill. ¿Lo de esas asociaciones? Comprensible. Están en su pleno derecho. Antes no. De-mo-cra-cia. Gracias a la falta de raciocinio, esas bestias van al matadero como si fuesen a pastar. ¡Así estarán de sabrosas!… Lo escribí en mi diario, puso pies en polvorosa. Pero de la amonestación pública no hubo dios que lo salvara: comprobaron in situ que el Hago Constar médico se lo había firmado su tío forense. Es mi amigo, pero reconozco que Amancio nunca fue el abanderado sino el loco de la bandera. ¿Qué compraste, costillas o lomo?



Fragmento de Cachemir, Aduana Vieja, 2016.



Dolores Labarcena (Santiago de Cuba, 1972). Poeta y narradora. Publicó el cuaderno de poesía Las puertas dialogadas (Editora Abril, La Habana, 2004) y recientemente Tundra (Casa Vacía, Richmond, Virginia, 2018). Ha publicado además las novelas Kruschov (Editorial Verbum, Madrid, 2015), Cachemir (Aduana Vieja, Valencia, 2016) y Diario de un Tuátara (Baile del Sol, Islas Canarias, 2018). Codirige la publicación digital de literatura Potemkin ediciones. Actualmente reside en Barcelona.

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