Claudio Pato: la arqueología de las manos del amor

Albedro

Lo que trataba de hacer era resolver problemas al mirar las relaciones. Podríamos pensar en el corazón de ciertas reglas: lo señaló al callar y dejar entrar el sonido de la batalla. Lo que se escucha repetidas veces cuando la repetición porta el lugar de donde ella viene son precisamente los trabajos de siete gallinas cinco perras y un pony.

Tratar quizá con una escritura caligráfica y dar gracias a las criaturas que fueron capaces de ir acogiendo esta escritura que por no sabemos qué causa creíamos desaparecida y a la propia escritura.

¡Seguro! En la inflamación venía oculta la obra igual que una liendre. Ahora había que llevarla sobre la cabeza hasta dejarla desovar. Ya en el bar vertió remedio sobre las flores, pura cristalización de nada. Te la mando para cuando todo se apreste a ser otro, pues se retirará hacia el afuera el logos: la palabra, y allí las gotas de una fruta temprana sobre la camisa de trabajo, a cielo abierto, arrostrada de satén, en traza pobre.

Anda, espíritu, ¿qué historia me estás contando? La de una inteligencia, la de una escritura a mano acaso. Si cabe en darse, la historia comienza por una dislocación más allá de los días en los que un cuerpo se siente asediado en el afuera a sí por tal dislocación que lo arrima a cuatro, que lo complota con una mano abierta a la traza.

Una perra y esa misma mano escribirán a la par que la dislocación en la vertiente lumbar después de la jornada en la lavandería: ego descalzo y sin cabeza. Y antes una luz difícil de decir en el pleno del meridiano dará a leer la mano. Y a la luz de esa misma luz, en el corte entre muñeca y mano, el revolotear de los cisnes.

Ni siquiera nunca un cuerpo sin la mediación de un otro, pero también la dificultad del cuerpo ante esta enunciación anterior al proceso, y por lo tanto al revolotear de los cisnes que lo expulsa a la expresión de sí, para así retraerlo a la base del planeta y darle a leer las cartas en las que otras escribieron los restos de la relación. Entendéis que incluso en el supuesto tiempo de paz irán a buscaros al templo.

Doctor Arcilla

de los cuatro trozos dejamos sin hacer el más grande claro que quizá vuelvan otro día
así fue
«tímpano tiene la oreja doctor Arcilla»
que los sentidos se fueron quedando dormidos y me quedé sonámbulo
luego
desperté en esta otra posición
a – b – c – a
a – ɛ – e – i – ɔ – o – u
me dijeron:
la tendréis más cerca
al lado de la ventana
que cuando las flores.

eran una ofrenda
podían recomponer una enfermedad cualquiera y por lo tanto aportar placer a los órganos afectados
y a los lugares por donde los tránsitos de la enfermedad habían ido arrojando luz.



ahora tú con esa traza
con el vestido enrevesado
y entre mentes
adrede
ya con una cuchilla para el pescado ya con una cuchilla de rasurar monos
te arreglarán esos hermosos cabellos
y a tu deseo de matarte le darán salida.

el políptico termina como pueden ver: en la idea de un cuerpo capaz de migrar de una excepción a otra del tiempo, igual que comienza en una imagen que evidencia el transcurrir de una emergencia dada a un temblor.

Por cada uno de los lunares del globo
piedra piel pensamiento y peso
idearon para que los múltiples pasaran
pe(n)sara la piedra y pe(n)sara la piel y pe(n)sara el pensamiento:
la lengua comida por el gato.

las manos del arte
y la flor del azar ataviaron su vestido
así fue
como vertieron en el aquí del aire el aroma del nada
y fue en el aroma del nada donde abrió el amor.

será la arqueología de las manos del amor.

Coney Island

antes

Ese mismo cuerpo, tan fuera del ser como del nada, dándose a tal velocidad y viniendo de tan lejos. De cuatro mil millones de años a esta parte. En viaje extremo, absolutamente libre, inteligente y en severa quietud avanza. Algo que al principio arraiga en la base de los pies donde se desmoronará el suelo por el peso de dicho cuerpo que ha de acogerse a la base, vibra. Allí donde hace resonancia el centro desvinculado por la fuerza que resuelve cierta praxis sobre el planeta. Y sin embargo, al situar el problema con una justeza que al tiempo que asombra, irrita a la mayor parte de los humanos, dicho cuerpo se extiende sobre el receptáculo y aun el éxtasis estalla. Es que entonces una banda de criaturas en el enunciado autárquico cuando un temblor abre paso a cualquier otra dimensión: en el rapto a toda captura.

la plantación

Claro que me gustan tus manos. En la distancia en que vivimos son algo que imagino a diario. Y me da igual que el sistema me observe en este estado: sin café, sin té, despeinado, sin lavar por tres vidas, en la cocina, junto a las gallinas, escuchando los días en bucle. Y claro que podría sacar una foto del mal que se agrupa en lo impropio de la inteligencia o pensar en el sofá al tiempo que el cuerpo caído de Francisco sobre el globo en apertura a todo syntagma por venir. O incluso recrear repetidas veces el paseo por Coney Island. Y así es que vienen días del bucle donde al mirar con atención el paisaje de la cocina lo allí pintado succiona el deseo y lo manda directo a la plantación.

dos

La plantación cuenta con un pilón que da vida a partes importantes de la zona en crisis. La tarde la pasarán después de recalar en una misma morada sobre la encimera de la sala, se acostarán sobre el resplandor de las dobleces y llegarán a un café y a un paseo hasta el teatro que las llevará por los jardines de la fábrica donde las dos mirarán las mismas flores. Un trozo de montaña, de valle, un arenal. Un corpus aun así junto al quiasma de la propia voz arremolinado en el eco del eternal. Y las llamarán afectadas, tísicas, sifilíticas, sidosas, prescindibles e incluso refugiadas. Pero más y más aferradas a los ceros, sin corrección y amadas por el eternal. Las dos al abrigo de donde reside Amor son ese cuerpo que hacia nosotros avanza.







Albedro

O que trataba era de resolver problemas ao mirar para as relacións. Poderiamos pensar no corazón de certas regras: sinalouno, o calar e deixar entrar o son da batalla. O que se escoita repetidas veces canda a repetición porta o de onde ela ven son precisamente os traballos de sete pitas cinco cadelas e un poni.
Tratar quizais cunha escritura caligráfica e darlle as grazas ás criaturas que foron quen de ir acollendo esta escritura que por non sabemos que causa pensabamos desaparecida. E á escritura mesma.
Seguro! Na inflamación viña agochada a obra igual a unha lendia. Agora había que levar aquela sobre a cabeza até deixala desovar. Xa no bar deitou remedio sobre as flores; pura cristalización de nada. Mándoche para cando todo se apreste a ser outro pois ha retirarse cara ao fóra o logos: a palabra e alí as gotas dunha froita temperá sobre a camisa de traballo. A ceo aberto, arrostrada de satén, en traza pobre.
Anda espírito, que historia me estás a contar? A dunha intelixencia, a dunha escritura á man acaso. Se cabe en darse, a historia comeza por unha dislocación máis aló dos días nos que un corpo se sente asediado no a fóra a si por tal dislocación que o arrexunta a catro, que o complota a unha man aberta á traza.
Unha cadela e esa mesma man han escribir cando a dislocación na vertente lumbar logo da xornada na lavandaría: ego descalzo e sen cabeza. E antes unha luz difícil de dicir no pleno do meridiano a dar a ler a man. E á luz desa mesma luz, no corte entre pulso e man o esvoazar dos cisnes.
Nin sequera nunca un corpo sen a mediación dun outro, pero tamén a dificultade do corpo ante esta enunciación anterior ao proceso, e por tanto ao esvoazar dos cisnes que o expulsa á expresión de si, para así retraelo á base do planeta e darlle a ler nas cartas en que outras escribiron os restos da relación. Entendes que mesmo no suposto tempo de paz irán buscarvos ao templo.
Doutor Arxila
dos catro anacos deixamos sen facer o máis grande claro que quizais volvan outro día
iso foi
«tímpano ten a orella doutor Arxila»
que os sentidos foron adormecendo e fiquei somnámbulo
logo espertei nestoutra posición
a-b-c-a
a-ɛ-e-i-ɔ-o-u
dixéronme:
terédela máis preto
ao carón da ventá
que cando as flores.

eran unha ofrenda
podían recompor unha doenza calquera e por tanto arrimar pracer aos órganos afectados
e mais aos lugares por onde os tránsitos da doenza foran deitando luz.

si
agora ti con esa traza
co vestido revesgado
e entre mentes
á mantenta
xa cunha coitela para o peixe xa cunha coitela de rasurar monos
han amañarche eses fermosos cabelos
e ao teu desexo por matarte daranlle saída.
o políptico remata como poden ver: na idea dun corpo capaz de migrar dunha excepción a outra do tempo, igual que comeza nunha imaxe que evidencia o transcorrer dunha emerxencia dada a un tremor.

por cada un dos lunares do globo
pedra pel pensamento e peso
idearon para que os múltiples pasaran
pe(n)sara a pedra e pe(n)sara a pel e pe(n)sara o pensamento:
a lingua comida polo gato.
as mans da arte
e a flor do azar aviáronlle o vestido
así foi
que deitaron no aquí do aire o arrecendo do nada
e no arrecendo do nada foi que abriu o amor.

será a arqueoloxía das mans do amor.

Coney Island

antes

Ese mesmo corpo, tan fóra do ser como do nada, dándose a tal velocidade e vindo de tan lonxe. De catro mil millóns de anos até o de aquí. En viaxe extrema, absolutamente libre, intelixente e en severa quietude avanza. Algo que de primeiras prende na base dos pés onde ha esboroarse o chan polo peso do tal corpo que á base ha acollerse, vibra. Alí onde fai resonancia o centro desvinculado pola forza que resolve certa praxe sobre o planeta. E no entanto ao situar o problema cunha xusteza que ao mesmo tempo que asombra, alporiza a meirande parte dos humanos, o tal corpo esténdese sobre o receptáculo e aínda a éxtase estala. É que entón unha banda de criaturas no enunciado autárquico cando un tremor abre paso a calquera outra dimensión: no rapto a toda captura.

a plantación

Claro que me gustan as túas mans. Na distancia en que vivimos son algo que imaxino a diario. E dáme igual que o sistema me observe neste estado: sen café, sen té, despeiteado, sen lavar por tres vidas, na cociña, ao rente das pitas, escoitando os días en bucle. E claro que podería tirar unha foto do mal que se agrupa no impropio da intelixencia ou pensar o sofá ao mesmo tempo que o corpo caído de Francisco sobre o globo en apertura a todo syntagma por vir. Ou incluso recrear repetidas veces o paseo por Coney Island. E é así que veñen días do bucle onde ao mirar con atención para a paisaxe da cociña o alí pintado succiona o desexo e mándao directo cara á plantación.

dúas

A plantación conta cun pío que lle dá vida a partes importantes da zona en crise. A tarde pasarana após arribar a unha mesma morada sobre o mesado da sala, deitaranse sobre o resplandor das dobras e chegarán a un café e a un paseo até o teatro que as levará polos xardíns da fábrica onde as dúas mirarán para as mesmas flores. Un anaco de montaña, de val, un areal. Un corpus aínda así a rentes ao quiasma da propia voz arremuiñado ao eco do eternal. E diranlles afectadas, tísicas, sifilíticas, sidosas, desbotábeis e incluso refuxiadas. Pero máis e máis afincadas nos ceros, sen corrección e amadas polo eternal. Elas dúas ao abeiro de onde reside Amor son ese corpo que cara a nós avanza.

(Poemas pertenecientes al poemario Draga, (Armut producións, 2018) traducidos por Samuel Solleiro

Claudio Pato Diaz (Ourense, 1962) É licenciado en Filosofía.
Ten publicados os libros de poesía: O almorzo do pintor de iconos Andrei Rublev (Ed. Xerais, 1997), Unha vida de traballo nos bosques do cánabo (Ed. Xerais, 2002), Como estás? (Estaleiro Editora, 2011). Draga (Armut producións, 2018)
Na actualidade reside na cidade de A Coruña.

Samuel Solleiro. Es escritor, poeta, traductor e integrante de Ataque Escampe (grupo de música galego).

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