Yanitzia Canetti: ese vacío de árboles y hormigas

(Crédito de la foto: Alexis Canetti)




Y ahora tú, que vienes tarde sin relojes
 
Mis ojos ya no pueden respirar,
mi boca no ha dejado de mirarte,
gritan mis húmedos cabellos,
los dedos me tiemblan
sin posarse.

Presiento que el paraíso no está lejos,
que ya traen mi nombre las manzanas,
que las serpientes son mansas palomitas,
que son púberes los sueños 
y azules las palabras.

No fui yo, te lo digo,
yo no abrí ni siquiera esa ventana.
Fue el viento con su brisa persistente.
Fue la angustia,
esa hija bastarda de la nada.

Pero ahora sí soy yo, 
puedes culparme,
ahora sí:
he brincado la baranda,
he quitado silenciosa los cerrojos
para que desandes
los pasillos
de mi cuerpo…
 
(al fondo, en un rincón,
te espera el alma.)


(Del poemario «Estoy  haciendo el amor», 2019)



¿…
 
…en qué lugar cenizo de las sombras
emergió tu estatura luminosa?
…cómo supiste el color de las vocales
sin entender el lenguaje de olas?
…cuándo fue que todos los caminos te trajeron
tras haber andado (y desandado) Roma?
…dónde estaba en
el desierto de espejismos
ese lago celeste con aullido de olas?
 
Son preguntas, amor, que yo me hago
tras las huellas que sonrojan las auroras.
Son preguntas que florecen en el eco
cuando un gélido gemido me deshoja.
Son preguntas, preguntas
que me rondan
y levantan altares
en ciénagas remotas.
 
Son preguntas sin los nombres
que te nombran.


(Del poemario «Estoy  haciendo el amor», 2019)





Quiso Dios


Las mieles de tu voz me cosquillean
cual colibríes sedientos en las nubes.
Tus besos se zambullen en suspiros,
el deseo toca fondo
y me descubre.
Es sentido es sensación es alegría
es arrebato es canción es todo eso,
eres tú que te desbocas en caricias
y soy yo
que me descalzo y me confieso.
La culpa es un imán desesperado.
La inocencia es el mar en el desierto.
La oscuridad es un ojo desdentado
y la luz,
¡la luz es tu sangre y el misterio!
Desterrados del agua
niños huérfanos
resguardamos un latido
en el silencio.
Quiso Dios, ay tu Dios
ay, Dios, qué es esto,
bautizarnos el alma
con un beso.
Quiso Dios,
mostrarnos el camino
donde vierten sus milagros
los espejos.


(Del poemario «Estoy  haciendo el amor», 2019)




Ecos
  
Era una voz, una voz
sin nombre ni apellido,
voz sin eco,
campanitas con alas temblorosas
que soplan una música de pétalos.
Esa voz entró por la ventana
—era pequeña la ventana del viento—
y se posó vigorosa en toda el alma
y fundó de nidos un imperio:
yo sí, mi gemelito, yo recuerdo.
 
Era una voz en puntilla de pies
santificado y sigiloso sueño,
que sudaba un deseo en mi costilla
en la noche de párpados abiertos.
La voz, a veces rota y afiebrada,
lamiéndose sus miedos en mis miedos,
buscaba en la vocal que había olvidado
el color neblinoso del destierro
o la feroz orfandad de pasos largos
o el temblor que hay en el grito de los muertos
o el olor enamorado de su almohada
o el ancla que sollozan los océanos:
yo sí, mi gemelito, yo recuerdo.
 
Aniñada la voz
halló en los fósiles
los claveles que brotan de los huesos
y sometió cada piedra con sus manos,
le dio voz a la hierba de sus dedos.


Voz izada cual bandera blanca
de un lejano velero
que trae voces vírgenes,
muchachas
que estrenan
pintalabios en los puertos.
Esa voz tan remota tan cercana
tan veraz su coartada
(voracidad sin velos),
era una oda de caricias temerarias
tras las bambalinas
del pudor
y del deseo:
yo sí, mi gemelito, yo recuerdo.
 
Mas cuando la voz se desangra en lágrimas,
se mece solitario el columpio del invierno
y en la voz muda que te escucha,

arde feliz el llanto de los muertos.


(Del poemario «Estoy  haciendo el amor», 2019)




Bastaba un miedo
 
Bastaba un miedo para profanar
un cementerio de miedos,
para alebrestar temores sepultados
por los siglos de los siglos,
para avivar las muñecas sin brazos
y los pájaros tuertos.
Bastaba solo un miedo diminuto,
el más pequeño y dócil de los miedos,
un soplidito amedrentado o el trazo de una huella,
que se va desdibujando en la tundra del tiempo.
 
Solo eso bastaba, mi Amor
—yo olvidé colgar avisos en el cielo—
y apenas me arrojaste tus franquezas,
el instante del ciego se hizo eterno.
 
Y fue entonces que perdí cada batalla,
una guerra sin patio de recreo.
Fue así que hasta el viento perdió el habla
y los peces se ahogaron en el cielo.
 
Un ejército disparó a quemarropa
a la novia luminosa del recuerdo.
 
Y volví casi muerta
de esa muerte,
y cerré mis ojitos

con tus dedos. 


(Del poemario «Estoy  haciendo el amor», 2019)



Antes de que existiera, ya existía
 
Clarean las palomas de la noche
como heridas metálicas sin música.
Espejean las estelas moribundas
del sol que no ha nacido
en el vientre del cosmos.
 
En esa nada sin principio y sin mortaja,
en ese vacío de árboles y hormigas,
el final de cada beso ya está escrito.


(Del poemario «Estoy  haciendo el amor», 2019)



Óleo de Eva
por Eva
 
Eva boceto luminoso y tenue
Eva de lienzo recostada en la hierba apenas verde
                                                                        apenas hierba.
Eva manantial de colores imprevisto:
            bermellones              turquesas                   amarillos
Algo de luz vespertina se desgrana
entre las nubes
y resbala por la copa de los árboles.
Eva de bosque aún dormida
Eva sin ojos todavía.
Un poco de sombra púrpura le destaca un vientre pequeñito.
Un poco de ocre centellea en el ramaje de su pelo.
Un poco de rojo le frota la boca de fruta pudorosa.
Un poco de azul le cae del cielo
y se derrama
caprichoso en sus contornos de acuarela.
Eva técnica mixta
Eva experimento todavía:
            de tierra Eva                         de mar.
Y un rubor casi rojo en su rostro de uva pálida
Y un frío anaranjado despertándola de su quietud inanimada.
Eva concibiéndose carne
Eva dándose ojos de garganta de loba
Eva realista y surrealista
Eva quizás barroca, quizás cubista
Eva hecha por Eva
sin firma en una esquina.
Eva pintura fresca
mira desde el fondo del cuadro
y se sacude los colores
para concebir al pintor. 


(Del poemario «Eva recién nacida», 2019)



El hombre que no odio
 
El hombre que no odio
se llama Adán.
(Pudo llamarse Pedro,
quizás Luis, tal vez Juan.)
 
Ni a sus hijos los odio
que son míos también,
ni a sus madres, las mías.
Adán sin el Edén.
 
Ay, qué fuera de mí
Adán…          mi bien…
Ay, qué fuera de mí
sin saber quién es quién.
 

Tú lo sabes también.


(Del poemario «Eva recién nacida», 2019)



Buena que soy
 
Hoy, vida mía,
voy a darte un beso,
quizás te haga el amor con las dos manos,
voy a escucharte sin bostezar,
voy a leer cómo anda el mundo
mientras te dejo cocinar
lo que me gusta,
tal vez voy a ayudarte a fregar un plato,
¿o qué tal un vaso diminuto?
voy a estirar las piernas
de tanto estar hundida
en las noticias,
de paso te daré una nalgada
con malicia
y esperaré a que me sonrías complacido.
No me demoraré mucho
                                                más de lo necesario
una vez que la mesa esté servida
y si la sopa se ha enfriado,
te recriminaré,
no sin cierto cariño —lo prometo.
Voy a comer contigo sin rechistar
y sólo comentaré lo mal que te quedaron
las albóndigas
Del agua no haré mayores comentarios,
(lo digo de antemano y bajo juramento).
Voy a premiarte
con mis muslos luego,
estrujándote la cara
hasta hacerte vibrar, agradecido.
Después, cuando te duermas,
prometo no hacer ruido

cuando salga.


(Del poemario «Eva recién nacida», 2019)




HIPÓTESIS Porque era Eva un alma niña: ávida luz hambre jugosa delgada piel, porque era Eva una heridita: un rasguño de vida sin futuro visible en el ayer. porque era Eva quizás posiblemente frágil y permeable como una hoja de papel, porque era Eva una semilla sin lluvia que tragarse con dos labios de sed, porque era Eva una amenaza que desobedeció al obedecer, se decidió por ella la serpiente. Puede ser.



(Del poemario «Eva recién nacida», 2019)







   

Yanitzia Canetti. Graduada de Periodismo, con una maestría en Lingüística y un doctorado en Literatura Hispanoamericana, Yanitzia Canetti ha publicado más de 300 libros en varios géneros, que incluyen novelas, poesía, cuentos, teatro y especialmente literatura para niños.
Su obra ha sido traducida al inglés, italiano, portugués, croata, búlgaro, rumano, chino y otros idiomas. Como asesora literaria y editora para Houghton Mifflin Harcourt, McGraw-Hill y otras compañías editoriales, ha escrito colecciones de libros de ficción y no-ficción, así como materiales educativos para el sistema de educación bilingüe de Estados Unidos.
Ha escrito numerosos textos especializados, catálogos y reseñas literarias para periódicos y revistas de EEUU, Cuba, España, Italia, México, Puerto Rico, Venezuela y otros países.
Canetti ha traducido más de 200 libros, principalmente para niños. Sus traducciones incluyen varios clásicos de la literatura anglosajona, como Dr. SeussCurious GeorgeBerenstain BearsAmelia BedeliaMike Mulligan, entre otros.
Ha traducido también el libro de literatura infantil de la exprimera dama Laura Bush, Leer para creer, y más recientemente el libro de los Beatles, Yellow Submarine
Ha obtenido varios premios, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura La Rosa Blanca, concedido a los mejores libros publicados en Cuba (1994); Premio Nacional de Literatura en Poesía, concedido durante tres años consecutivos por el Ministerio de Educación de Cuba, 1984, 1985, 1986; Mención Honorífica en Periodismo, concedido por The National Association of Hispanic Publications, Estados Unidos, 1997; Premio Influential Hispanic 2004 (Hispanic Image Magazine 2004); Premio al Mejor Álbum Ilustrado en España (2000), por su libro para niños Completamente diferente, Premio Women of Courage (2011) otorgado por La Alianza Hispana en Massachusetts, entre otras distinciones.
En la actualidad Canetti vive en Boston y trabaja como directora editorial y asesora literaria.
Sus publicaciones incluyen: La muerte nuestra de cada vida(narrativa, CBH 2009), La vida es color de Rosa (novela, CBH 2008), Al otro lado (novela, Seix Barral, 1998), Entre la espada y la pared(poesía, CBH 2010), y literatura para niños como Había OTRA vez(Everest, 2009), Nada es lo que parece (Progreso 2011), Completamente diferente (Everest, 2000), Doña Flautina Resuelvelotodo (Edebé 2001), El niño que nunca se reía (Edebé 2006), entre otros.
La revista People en español la seleccionó en 2011 entre las “25 mujeres más influyentes del mundo”.



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