Jesús (Tinito) Díaz: en las entrañas de un niño






A mi abuela (materna) Amparo Machado

De niño solía escuchar que mi abuela Amparo se durmió en la muerte conmigo en sus brazos, en el sillón de la sala. Pero,

          quién sostuvo sus brazos manteniéndome acunado,

          quién seguía cantándome cual si fuera un ángel,

          quién continuaba meciendo el sillón?

“Son cosas de la Providencia”, decía mi tía, yo digo: “Es La Nada” —La Nada, una unidad salvaje, que ungida de exhalar su infinitud, abraza todo el universo metafísico; la muerte, sus misterios: una rueca, una vara, una tijera; un sillón, lo cual agudiza mi asimilación óptica de las cosas, por eso digo: “Es La Nada, simplemente La Nada”.





A Pedro Torres (compañero de aula)

Lo encontraron con el estómago hinchado de apestosa agua, renacuajos, y humanidades de calandracas. Nadante lo sorprendió Azrael en la laguna, la ciencia de Dios fue demasiado lenta para desviar el zarpazo asmático. Pájaro ahogado en el vientre velludo de la enfermedad. Que los salmos unjan su frente con sus dedos chorreantes, que la luz cabalgue sobre su cuerpo picado de vitiligo! Cuando lo encontraron tenía el estómago túmido de teología, y todas esas calamidades descritas en La Biblia en las entrañas de un niño de apenas 10 años. No da para entender la benevolencia suprema, ni su divina matemática. ¡Oh Pedrito, cuán temprano nos niegan la perennidad! Cuando lo encontraron ya se había tragado el crepúsculo.






A un perrito llamado Chocolate (plegaria)

Debí llamarle Gerundum, tal vez hubiera gerundiado mi infancia, adjetivándola con ladriditos tenues, retozando con mis sustantivos básicos, no-básicos, dirigidos, mis sustantivos racionalizados. Sin embargo, la alegría —según se dice, en casa del pobre es asmática. Qué es la alegría sino la respiración del tiempo en el oído, mientras la sonrisa casi una mueca, resbala por la boca. Un aleteo de pichones, de repente, revuelve el pensamiento: Qué puede hacer un niño, a quien la madre obliga a deshacerse de su perro, siendo ella misma quien días antes lo había ofrendado como alegría de cumpleaños… Raíz del escepticismo por la fecha. 

—Madre, te debo la respiración y ese dolor adjetivadísimo que hoy cumple 40 años…

—Hijo… (El lector que también fue niño, debe seguir los suspensivos, a manera de epifonema—






Jesús Alberto Díaz Hernández «Tinito» (29 de Mayo, 1971, Pinar del Río). Escritor, dibujante, traductor. Estudió licenciatura en lengua inglesa en el Instituto Pedagógico de Pinar del Río. Tiene publicado dos poemarios: «Discurso en la penumbra», Editorial Hoy no he visto el paraíso (2012) ”Sanctasanctórum” , Editorial Eriginal Books (2012). Tiene ineditos inédito: “Deltedio”, Editorial Hoy no he visto el paraíso (2014) y Aurea Mediocritas, Eriginal Books (2014).  Sus poemas han aparecido en varios blogs y revistas literarias, tales como: Otro Lunes, Caña Santa, Inactual y La Peregrina. Textos suyos han sido traducidos al francés. Actualmente reside en Miami, Florida.

Compartir esta entrada