Juan Carlos Recio: otra dimensión del mismo fracaso






SI ME VAS A LEER

Tomo ron con los perdidos,
no hablo mal de ellos,
solo dejo que me enamoren
por las veces que sin saberlo
han sido los cobardes
en asumir con valentía
la inutilidad de sus derrotas.
Igual pasa con los amigos
que nunca fueron para siempre,
no es como sacar un muerto a tomar sol
ni danzar en los entierros
de aquellos vivos que enarbolan
su soga al cuello
ni los otros que han dicho
que sus muertes hablan
y se fueron a los ríos revueltos
intentando pescar una imagen ridícula
de lo que ya fueron.


TRATADO DE ENTENDIMIENTO

Traté mis fracasos y los hice números
alineados en fila.
Ellos han vuelto, suma del tiempo
y de una condición natural
con ligeras inclinaciones al desorden.
En las esquinas el incienso quemado
me devoraba, tuve tos y delirio.
Los seres que quiero
siempre me lo reprochan
porque dicen ver una continuidad
que enumera lo que padezco.
Alguien nombra un lugar común
donde se avista a la tragedia
y se le vela como santo,
mas siempre estoy de vuelta
contra cualquier ceremonia.
En esto de juntar fracasos
mi tos es crónica
y he sido el bueno menos malo
como una mujer fea
cuando se viste con decoro.
Cruzo, normalmente desnudo,
por detrás de los espejos
y cuando algunas puertas
con frecuencia se me abren
es otra dimensión del mismo fracaso.
Suelo entender estas cosas
igual al buey que se ha comido su tarde;
acomodo por ello cada trofeo,
desempolvo ciertos reflejos
que pudieran con los años
convertirse en esfinges y virtudes.
Mas no he aprendido a perder
una y otra vez regreso al ruedo
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en la manera abstracta
de poner la otra mejilla.
Y cuando me deslizo
con habilidad por mi ridiculez
alimento palabras que no producen
mejor efecto si no es cuando pasan
fracasadas también por bacanales
que se amontonan como pérdidas
a su vez crecidas en la fila
y que con mucha cautela todavía me enceguecen.
Si algún entendimiento queda por tratar
aún no he padecido como un lirio.
Hasta el presente
respondo al vacío con un orden:
todos los fracasos me conciernen,
los he delineado
y llevan por decencia mi carácter.


OFICIO DE CIRUJANO

Tengo un cuchillo en la entrepierna,
me he dispuesto a la práctica
de una cirugía de la que nadie se ocupa,
una que no necesita un corte con filo,
solo las manos diestras para el tajo,
de un solo corte
ver cómo caen las cintas del festejo
o los hilos finísimos de las mariconadas
que hicieron de los sicópatas
escurridizos embaucadores del reino,
algo así
como cortarle además las tibias alas
a aquellos patos que abandonaban
la laguna de Central Park,
solo porque el agua congelada
ya no les complacía.


CUBA

No existen dos noches
ni dos patrias
ni dos entierros
ni dos vidas al menos en esta.
No se puede volver,
no está escrito el regreso,
nadie regresa hacia un lugar de origen
porque aquello
—que estuvo en el mismo sitio—
aunque lo parezca,
ya no será posible verlo
con las mismas clarividencias,
es decir, no ves lo que ya viste
porque nunca es inmóvil
el tiempo del mortal.
Todo se basa en ese ir y venir
de un escape a otro,
y la realidad es que, aun así, en círculos,
nos vamos acercando a lo desconocido.
No vives un pasado,
vas en el destino hacia el encuentro
y es lo que vendrá.
Digo que ni aún en sombras
puedes ver tu espalda
ni la inmensidad que dejas,
nada de lo que fue puede recogerse,
ni siquiera lo que pudo ser del paraíso.
No es como la vanidad o lo fatal
que siempre asume las cosas
por las que quieres convencerte
que posees tu destino.
Es una ley que impone su naturaleza
y es por muchas vueltas,
atajos y caminos,
la única dirección que nunca necesitaría
algún viento, ni otra legitimidad.
Solo se va hacia lo que es inevitable,
como pasa cuando se encuentran
las almas gemelas que siempre
fueron guiadas por su presentimiento



(Poemas seleccionados del poemario Para matarlos a todos)


Juan Carlos Recio (Camajuaní Villa Clara, Cuba 1968) Poeta y narrador. Reside en Nueva York desde el año 2000 y ha publicado, entre otros, los poemarios: Para matarlos a todos Neoclubpress ediciones, (edición de Armando Añel). Sentado en el aire, por Ediciones Capiro 2011. La pasión del ignorante por Ediciones Hoy no he visto el paraíso, a cargo de Margarita García Alonso, ( Edición y creación). El buscaluz colgado, premio Ciudad de Santa Clara, editora Capiro en 1991. Publica en su blog Sentado en el aire. Pertenece a la generación perdida.

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