Odette Alonso: el vientre sin destino de las cosas más simples

(Foto: Pascual Borzelli Iglesias)

 

 

LOS JUEGOS DE LA LUZ

 

Antes de que cantaran las ancianas sobre los cuencos

ya todo estaba dicho

era el océano

el vientre sin destino de las cosas más simples.

Sobre cuatro puntales levantamos la casa

las ventanas abiertas a la brisa del mar.

El sol

halló dispersos los frutos de la noche

no hubo telón que opacara su mirada.

 

En la plaza

las mujeres atizan los anafres

dan de comer a sus hijos

a los hombres que pasan.

Cerca se escucha el rugido de las olas.

Juegan las niñas allí

sueñan con otros cielos y otra casa

duermen inquietas después

guardan secretos.

Hace sonar la campana el monaguillo

se entretiene observando la danza del badajo

soñoliento al calor del mediodía.

Una noche

partirá

como se fueron todos.

 

Cada cosa en su sitio

dijeron las abuelas

aquella noche en la que nos amamos.

Sus voces

de otro tiempo

eran indescifrables.

Cada cosa en su sitio

cada pedazo de dolor

y de alegría.

Dadas a desoír

el rumor fue sólo humo

volutas en el aire.

Sobre la hierba del estanque

nos dimos al amor

olvidamos los ojos del vecino

y sus argucias.

Cada cosa en su sitio

oímos al final.

 

Puse sobre tus manos mi cabeza

y decidí escuchar.

Lo que se oye no es siempre melodía de viento

ni las sílabas del nombre más amado.

Septiembre es el adiós y es el comienzo

una luz que se apaga

y se vuelve a encender.

Afuera el caserío

los ruidos familiares

el canto de las olas.

Ay del amor antiguo y del silencio

ay del dolor que entre las piedras llora.

 

El padre se sentó junto a la puerta

cruzadas sobre el regazo están sus manos.

Hubo un ayer

un tiempo al que llamaban gloria.

Tomaba el padre sus avíos

y salía a buscar.

Era hombre rudo

no sonreía

no decía las tiernas palabras que esperábamos.

Él nos trajo a este pueblo

y fundó la familia que otros le demandaban.

Era hombre triste

un pobre diablo

un tipo que temía ser feliz.

 

No eran oscuras las noches en la orilla

brillaban los fanales en los botes

olía a tabaco.

Los muchachos cantaban

guitarra en mano espantaban los fantasmas.

Pájaros de la noche

fauces hambrientas que traía la corriente

sueño con otros cielos y otra casa.

Destapar el baúl fue cosa de esos juegos

de ese humo que en los bronquios se pegaba

del alcohol mal habido y las promesas.

Mientras las madres se tragaban cada lágrima

los muchachos se fueron para no regresar.

 

Las cartas que llegaron no decían la verdad

viejos poemas escritos en la arena

palabras que el mar traga y regurgita.

Hubo un cruce de caminos

un punto donde elegir

y así lo hicimos.

Sobre cuatro puntales levantamos el adiós.

 

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Odette Alonso es poeta, narradora y promotora cultural. Su cuaderno Últimos días de un país obtuvo el Premio Clemencia Isaura de Poesía 2019 en Mazatlán; con Old Music Island ganó el Premio Nacional de Poesía LGBTTTI Zacatecas 2017 e Insomnios en la noche del espejo mereció el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” en 1999. Compiladora de la Antología de la poesía cubana del exilio (2011) y coeditora de Versas y diversas, muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea (2020). Creadora y co-coordinadora del proyecto cultural Bulevar Arcoíris, en la Ciudad de México, donde reside hace más de tres décadas. Este poema pertenece a su libro más reciente: Lo que transcurre (Miami, Ediciones Furtivas, 2023).

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