Alfredo León Barceló: isla que habita mi esqueleto

 

los últimos puertos

puertos antiguos de arenas interminables

del salitre que quiebra los últimos adoquines

puertos  antiguos de barcos de vela

qué sabré yo de ustedes?

el mar salta

cruza sus maderos con la muerte

pero qué podré salvarles yo?

también me marcho en la bruma de este otoño

qué voy a saber yo?

piedra que sangra y se deshace en la nada

piedra no más              

los últimos puertos ya no existen

quedaron entre la niebla dormidos

y vulnerables

la distancia           

la soledad y otras palabras sagradas

hicieron de mi corazón un recodo perdido

hundiendo mis manos en la noche                                                                                                             

escondidos en la ronca voz   

de la  espuma que me despide.                                                                                                                     

 

romance de la muerte presurosa

la muerte pergeña ilusiones concisas

la muerte te habla al oído las palabras repetidas

la miras a los ojos con miedo

tus recuerdos vacíos no te salvan del salto

luego la luz te roza la cara y te quedas detenido

justo al centro de la nada

es alta la luz

es tímida la muerte y la besas tranquilo

le palpas las manos

dentro de ella se agitan las palomas

oscuras de la tarde

ahí está

con las alas abiertas

cerca de ella las flores de marchitan

detenida en el cerco

distante y precisa

con los ojos cerrados

ahí está

la dulce y eterna amada mía

que sigilosa afronta los umbrales debidos

toneladas de éter no verán un nuevo ciclo

y si todo se calmara un día?

y si todo lo que proviene de ella se nos hace duradero?

sus imágenes oníricas se derriten en la nada

todo se disuelve sin ocupar espacio

la muerte se sostiene en un sólo ángulo

el alma no es propia

no pertenece más que a eternas tierras llanas

rayos de creación bifurcando superficies

esencia conductora

su mano señala la apertura ficticia.

 

 

isla que habita mi esqueleto

hoy he visto las luces que mueren

como si fueran peces del invierno

tedio irreparable

donde la verdad se humedece

a golpes de lágrimas

y todos tiran un pañuelo al viento

para no maldecirse

lacerante quietud donde las gaviotas

recogen las migajas de pan        

un pan negro   

adolorido

pan nuestro de cada día

quiero poner en el cuenco de la abundancia

un poco de mi melancolía    

   madre ahora me envuelve su corazón

como único alimento contra el odio 

madre    

siempre madre a pesar del miedo                    

y las estaciones   

   a pesar de la muerte

   y su involución obligada    

  

   quiero poner en el cuenco de la abundancia

la isla que habita mi esqueleto    

el puerto donde francisco era el estudiante

de sombrero negro que andaba

bastón y sueño

armándose imperturbable en el silencio

cualquier torpeza es una innecesaria vuelta

nos extraviamos juntos

para visitar apurados el ciclo

la estación más deslumbrante    

para mentirnos

y perder los dedos en el cortante grito            

de la sombra

cualquier desafío es un premio al corazón

pero tenemos la sangre

por herencia más palpable

y no pude ver de nuevo la ciudad

ni al pianista flotar

sobre las cruces de otros que los siguen

la isla y la noche se llenan

de aquellos sagrados recuerdos

mirando como sale el dolor

de la primera mentira perfumada    

irritables caminan como los amuletos

me voy a multiplicar

como si fuera el hombre de los panes y los peces     

aquel que caminaba sobre el agua

y besó los pies enfermos de sus amigos

me voy a multiplicar en rama árbol o fruto    

en arena muro o puerta

como aquel que llamaba a su padre

mirando hacia arriba 

voy a hacerlo    

puede que camine partido en miles de pedazos

   y la ciudad se burle de mi nostalgia

porque una sombra recorre

los pasillos del hospital

mi madre canta sus más dolorosas canciones

a pesar del dolor nosotros cerramos los ojos    

cambiantes rostros nos pasan por delante     

la isla y la noche me confunden

haciéndome creer en la hermosura

de los cuentos de principio de año

no tengo nada porque nada tengo

acaso la infancia como un pecado muy triste     

acaso el miedo de saltar del balcón 

alguien solo con su soledad          

un rostro que se les desaparece en los puertos

apretando el paso entre la muchedumbre.

 

 

cartas del último amanuense

tengo un niño dormido desde siempre

y sus manos son bellas

también las muchachas que le cuidan

vengo de un sitio oscuro donde existen huesos

demorándose en las esquinas

resulta que me he sentado a mirar el otoño

como si fuera la última sensación del silencio

está pasando el tiempo de la vaciedad

y soy el amanuense     

por mi cuerpo se trasfiguran los espejos

y jonás se come su ballena

y los músicos de la plaza

venden sus instrumentos

porque acusado de ser inocente

gastón baquero soltó las amarras del bote

acusado de ser inocente navega un hombre

sabe que volver sería la palabra imperfecta

pero somos más pequeños que antes

no me quedan caminos                               

porque pienso que en mi ciudad

la luz ha tomado sus formas más oscuras                                                                                                 sus terribles tempestades                             

porque el cielo puede estar azul de verdad                                                                                                 y venga una lluvia iluminada                            

todo es falso a veces

por el cielo mi padre desanda sus pasos   

no sabe que las estrellas son gestos paralizados

y que la ciudad descorre sus cortinas

cómo hago los sueños

y me escondo del lobo y sus colmillos?

yo que tenía la misión de levantarme del banco

y colgar mis sueños

cerca de la estatua del héroe

para confundir al miedo

todo es falso     

ah dios!    

es la oscura brevedad del cuervo y su plumaje

lo que contaremos al morir?

su estrepitosa caída

su imposible humanidad?

es así cuando invocamos la sangre

por despecho o  por melancolía

dios:

qué regiones de luz descenderán sobre tu frente?

 

 

cánticos del alma

un grito alto

soy un sonido     

un golpeteo

oprimida está la luz de mis pulmones

porque nunca he aprendido a suplicar

a pedirle perdón a la dolorosa marca que la madre

me puso en el ombligo al nacer

porque he venido al mundo como palabras muriendo

y frío se queda el patio

pero fuiste un corazón  -escribe mi madre-

un poquito de sangre enamorada

que esposaron contra un muro

aun sin terminar de nacer

aun sin ponerte alfredo aquel lunes sin agua

en aquella casita sin luz

y con muchas flores

en el patio

los huesos de mi padre se quemaban eternos

soy pasto oscuro

no soy abel pero tampoco caín

solo un pasto oscuro crece dentro de mí

árbol perdido justo en el tiempo de la sombra

existencia ínfima

existencia imperdonable                                                                                                                           ahora que me tapo el rostro

para no verme

soy pasto oscuro creciendo

no importa       

creo en ti muerte mía

como creo en la luz que te sublima

y creo en los pañuelos

que flotan al viento

banderas calcinadas de frío

soy pasto oscuro

se me ha negado el grito

y dije:

esta tierra tiene que ser la de mis huesos

todo puede ser fatal

como una pinza apresándote los ojos                            

ciego quedas

torpe quedas

y la tierra sabe entonces de tus lágrimas

porque mis pulmones se llenan de humo

se llenan de gente que se pudre

sin mirar el agua en su portales

se me han perdido las palabras

pero demasiado amor te brindo

demasiado país mío

pero tengo números y cicatrices      

mucha sangre y cristales rotos

labios y nostalgias contra los muros

contra la rabia   

sin encontrar las respuestas

en esta oscuridad

que puede sostener todos los espejos.       

 

Alfredo León Barceló (Cuba, 1969) Poeta y ensayista. Ha publicado varios libros de poesía: Postales del naufragio (2009), Cartas de invierno (2012), Salmo del desterrado (2013), Los últimos puertos (2015) y  La región de los puentes (2018).

Su obra ha sido difundida en varias revistas literarias: Vitral, deliras, Habáname, Conexos, Seattle Escribe  y Awttar, además de haber sido incluido en la Antología IV Concurso Bonaventuriano de Poesía y Cuento (Editorial Bonaventuriana Cali, 2009), Poetas siglo XXI (Antología de Poesía, 2012) y en Año Cero (Grupo Resistencia Qabac Che, 2019).

Reside en New York, Estados Unidos.

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