Juan Pablo Roa: ojo por siempre alucinado
A ORILLAS del Tajo encendido
a orillas del ojo por siempre alucinado
del viajero invariablemente sorprendido,
el ardor que desocupa y a la vez colma
que rescata y a la vez hace crepitar,
su débil vuelo que apenas inspira
estaba abierto y a la espera,
«puro e disposto a salire alle stelle».
A orillas del Tajo encendido
aparece este remotísimo animal
en ciernes, del amor.
Como materia prima para el sacrificio
se ofrecía rotundo,
como la primavera que no ha de ser mencionada
porque la vida toda se consume
en el latido que va del ojo a la boca.
A orillas del Tajo encendido
aparece animal del amor
remotísimo
«puro e disposto a salire alle stelle».
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DENODADO empeño del amante:
comprar una y otra vez
flores cuyo destino es la muerte.
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EN LA casa del monte
frente al Arno prodigioso de lodo y de papel
y detritos industriales y grandes siestas,
donde conocimos la hoguera,
la que daba al traste con toda dieta;
en aquella casa del monte
no languidece el fuego todavía
y sigue ardiendo porque en parte sigue allí,
esbelto, el cuerpo de nuestro amor
y el juego que a los veintitantos,
era para nosotros la vida en el extranjero,
el tembloroso cuerpo del amor.
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ES LA LONA del poema la que habla tarde
en la espesura montuosa de un nuevo libro
abierto en la desgana nocturna de cualquier hora.
Hay una hoguera allí, a la espera y desierta
música de mujer amada y nunca habida
si es verdad que la mujer amada es la música.
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LA PURA lentitud del amor:
las dulzuras del mar y el mar en medio de nosotros.
Un episodio de luz adonde acude el deseo.
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NO HABÍA entonces más formas del deseo
que dos amantes de la mano por las calles de Lisboa.
El Tajo, al fondo, al final de la baixada:
la cumbre del amor hacia las aguas,
única forma del descenso de los amantes a las aguas.
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ROMPEN las amarras, como estaciones,
como los mares por los que nunca navegaré
las selvas íntimas entre tu cuerpo;
cuando volvemos a hablar y la vida calla,
tiembla otra vez la flor secreta,
la que tocamos tan pronto nos conocimos
tan pronto como comimos del flanco ajeno
y recíproco en el valle del otro.
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(Poemas del libro inédito Este día, de próxima publicación.)
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Juan Pablo Roa Delgado (Bogotá, Colombia, 1967). Estudió Letras en Bogotá. Tras una estancia en Portugal e Italia (1993-1997) se radicó en Barcelona (España) en el año 2000, donde se desempeña como editor. Ha traducido obras de las poetas italianas Amelia Rosselli (Poesías, Ediciones Igitur, Montblanc, Igitur, 2004), Ana Maria Giancarli (Ediciones Amargord, Madrid, 2013) y Antonella Anedda (Desde el balcón del cuerpo, Madrid, Vaso Roto, 2014). Es fundador y director, junto con Roberta Raffetto, de la revista de poesía animal sospechoso, editada en Barcelona. Ha publicado los libros de poesía Ícaro, (Bogotá, 1989), Canción para la espera (Bogotá, 1993), El basilisco (México, 2007) y Existe algún lugar en donde nadie (2011, XXXV premio de poesía Vila de Martorell de 2010, publicado en Palma de Mallorca por Lleonard Muntaner Editor y en 2017 por Pregunta Ediciones). En 2013 fundó la editorial Animal Sospechoso Editor, proyecto editorial nacido de la revista de poesía animal sospechoso (2002 – 2010).