Luis Marcelino Gómez: del frío y otras impresiones

Oneiros

Elizabeth Taylor se sacó un moco violeta de la nariz. Lo pegó en un papel, un pedazo pequeño de papel, o cartulina, y me lo entregó para que lo guardara de recuerdo. Se había mudado para la esquina de Progreso y Carretera de Gibara, a dos cuadras de mi casa. Donde no había nada levantaron un edificio ya viejo, una construcción añeja. Así lo evoco. Con esa pátina. Era una vivienda, mejor dicho un edificio elevado, como un rascacielos sin pisos interiores. Desde una parte de la sala surgía un árbol joven, muy alto, que llegaba unos cuantos metros más arriba. Las hojas se veían tiernas. El árbol había crecido sin dificultades. Semejaba una gigantesca planta de frijoles, aunque el tronco recordaba el de una mata de almendras, ─lo que en Holguín llaman una mata de almendras─. La Taylor estuvo trepada en el bejuco. No sé cómo llegó y hasta dudé que fuera ella, pues andaba raída y en harapos. Pero no parecía importarle. Se mostró amistosa y me regaló, además, un pomo de esencia vacío. Había, también, figuras sobre una mesa, creo que fue la misma Liz, quien me las hizo notar. Hablamos de Shirley MacLaine. ¡Dichoso apellido! El  frasco de perfume era azul, como aquellos de                        

BROMO-SELTZER

EMERSON

DRUG CO.

BALTIMORE, MD.

Del frío y otras impresiones

                 pre he sido friolento. Estamos en invierno según mi termómetro corporal. Son las diez de la mañana y acabo de levantarme. Una excepción. Generalmente lo hago antes de las siete. Aunque ya estaba rumiando desde las cinco de la madrugada. Sentí tanto frío que dormí con pantalones, tres suéteres, calzoncillos largos, cuatro pares de medias, guantes de cuero, bufanda y hasta gorro de lana. Y me tiré encima seis frazadas y un abrigo, pues no tengo calefacción. Aún así la frigidez se coló y me hizo tiritar, como si estuviera a la intemperie. Este gélido aire viene del Norte. Pero hay otro frío que no sólo molesta en la piel. También duele. Y mucho. Éste asciende por mi cuerpo. Es austral. Fue el que me despertó. Sé que tarde o temprano llegarán otras estaciones y el calor derretirá los hielos. Mas esta frialdad que lacera, que viene del Sur, no tiene tiempo ni época ni desaparece con el sol aun en los más ardientes días del verano. Con ella sucumbo. Es, ya se lo dije, y no voy a repetirlo, que siem

Animalia inconclusa. Opus 43

una reluctante cucaracha andaba sigilosamente por las habitaciones, besando las inmaculadas almohadas, las toallas olorosas, los pulcros calcetines.

             Persiguió su rastro después que ella colocara sobre el pan su huevecillo. Al destriparlo, un líquido viscoso le mojaría los dedos. Si no lo hacía las bestias invadirían su hábitat. Terminarían devorándolo.

             Acosada por los pasillos, la intrusa volitó escondiéndose tras las persianas del cuarto; luego en los oscuros rincones de la cocina. Finalmente se posó extenuada en medio de la sala. Estaba adormecida. Quería descansar.

             Calculadamente el hombre levantó el pie. La persecución había encendido sus deseos homicidas. Y en el preciso instante cuando iba a aplastarla, presintió un roce que intentaba acariciarlo.

             Tuvo un sobresalto. Al volverse vio sonriéndole con candidez, aquella candidez que tan bien conocía, el rostro de su esposa.

             Decepcionado el hombre pensó:

              ─Te mataré otro día

La leçon de français

                                                                  A Madame Landau

Chevaliers de la table ronde

Goûton voir si le vin est bon (1)

sitúese frente a un libro de impresionismo norteamericano. Si le es posible asista a una exposición. Estudie las obras. Analícelas. Disfrútelas. Enamórese de Mary Cassatt. Deje para último a Theodore Earl Butler impresionando a las hijastras de Monet. Deambule por Giverny, mientras admira las obras americanas pintadas en los mismos parajes del viejo Claude. Escoja un día de octubre. Un jour pluvieux. Día de viento pendenciero fracturando pezones de árboles.

Ahora memorice:

Bonjour.

Oui, monsieur.

Comment allez-vous?

Très bien, merci.

Et vous?

Guturalice bien. ¡Esa eggrrre! Repita. Como la Piaf en Non, Je ne regrette rien.

     Tome entonces un walkman con melodías del otro Claude, el Debussy, digamos La mer, o una de su agrado. Colóquese los audífonos. Eche a andar el aparato. Camine. Observe atentamente holladuras de chubasco, instantes de otoño derritiéndose en las charcas, trozos de cielo sumergirse en el agua a sus pies, témpanos de sol entre las infinitas tonalidades de las hojas. Ocres, rojas, violetas, noires, jaunes, vertes. Si alguien le habla en ese momento responda: C’est incroyable! Continúe escuchando sin dejar de atender fijamente la hojarasca. Ponga voluntad. Una gran dosis de imaginación. Persevere. Lea algún poema de Verlaine, otro de Baudelaire. ¿Quién es más irreverente, Villon o I. M. Pei? Ya está en París.

        ¿Qué siente deseos de yantar castañas, en las márgenes del Sena y la fantasía no le acompaña a pesar de su esfuerzo? Compre el billet. S’il vous plaît! Recuerde las expresiones citadas. Si las olvidó, al menos entone una cancioncilla:

Le coq est mort

Le coq est mort

Le coq est mort

Le coq est mort

Il ne dira plus

Cocodi, cocoda

Il ne chantera plus

Cocodi, cocoda(2)

Non, ce n’est pas un conte

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(1)Ancienne chanson française

(2)Ancienne chanson française

 

Warning. Avis. Aviso.

You must remember this,

a kiss is still a kiss,…

  Sorry Bogart!

mire. Disfrute. ¿Se le hace muy difícil? Palpe. Pero cuando quiera nadar en aguas más profundas, recorrer otras distancias, encontrar un puerto donde anclar su esqueleto de sensible dinosaurio, deberá cumplir los siguientes requisitos:

    1. Conozca a la persona por más de un año. Repito: conózcala. Y bien. Averigüe hábitos, ─diurnos y nocturnos─. Vigile, espíe, aceche. Persiga, sin acoso. Pague, si le es posible, un investigador privado.

    2. Exíjale un simple análisis de laboratorio. Espere, no haga nada. Bueno, si quiere, algún abrazo. Besos secos.

    3. Si todo es negativo después de un año de vigilancia, sigilo, miedo, deseo, vacilación, sufrimiento, cavilaciones, empiece usando condones. Hay quienes creen que condón, aclaro, la palabra condón, es vulgar, que debería decirse preservativo. Es condón. Simplemente condón. Llanamente condón. Sencillamente condón. Utilice condón. Emplee condón. Diga condón. Condón, sin miedo. Sí, condón. No lo olvide.

    4. Si le es posible aguante un año más. Sí, dije aguante. Parecerá poco literario, pero es la palabra precisa.

    5. Si el resultado de la prueba no fuera el deseado; si esa persona que ya está queriendo fuese deletéreo cupido; si advierte que por primera vez encontró la ternura; si ve el amor como un ave en vías de extinguirse; si no quiere morirse sin degustar la más exquisita conjugación de verbo alguno, entonces: es usted quien debe decidir

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Luis Marcelino Gómez (1950). Psiquiatra y doctor en letras. Excooperante médico en Angola, donde reunió la primera colección de relatos africanos escrita por un latinoamericano en África. Traductor. Es profesor de literatura y lenguas española y portuguesa en The University of North Carolina at Chapel Hill, Estados Unidos, donde creó e imparte el primer Curso de Creación Literaria en español. Ha publicado varios libros de poesía, el último Bajo los arces, antología personal (Caracas, 2017) y cuatro colecciones de relatos: Donde el sol es más rojo (1994), Oneiros (2002), Memorias de Angola (2003) y Cuando llegaron los helechos, Monte Ávila Editores Latinoamericana (Venezuela, 2009). Fue uno de los narradores escogidos por Letras Cubanas para la antología Isla tan dulce y otras historias. Cuentos cubanos de la diáspora (La Habana, 2002). En 1985 se le confirió el Premio Nacional de Cuento en La Habana, Cuba. En 2007, fue Finalista del Premio de Cuento Juan Rulfo en París, Francia. También ha publicado narrativa, ensayo y poesía en revistas de África, Europa, las Américas y el Cercano Oriente. Ha sido editor de varias revistas literarias.

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