Fina García Marruz: dime el intacto camino
CANCIÓN DE OTOÑO
¿Conoces tú el país?…
Goethe
Repitamos con tono de balada muy vieja:
«Cómo volver allí, cómo volver.»
Puedo volver, amigo, al país más lejano.
Fácil sería ver la nieve y los ciruelos.
Pero enséñame, dime el intacto camino
que me llevó al lugar de nuestro encuentro.
Llévame a los hondos pasillos de la casa
en que estuvimos con frío aire de otoño.
¿Cómo volver allí, cómo volver?
Podemos caminar la tierra entera.
Cansados de buscar, preguntaríamos
«¿Cómo volver allí, cómo volver
al lugar que está sólo a unos pasos
de aquí, conoces tú el camino?»
Allí nosotros solos, los fugaces,
entre el muro real, la tarde eterna,
estuvimos hablando de los libros
preferidos, oyéndonos las voces.
Cómo volver allí, cómo volver,
si ya el pasillo está lleno de polvo,
y he visto ya mi alma totalmente
y no entro en mí como en un parque oculto.
Más que un amor que no es correspondido
o el futuro que mira un moribundo,
lo imposible es la casa en que estuvimos,
y cómo a mí me sonaban tus palabras.
Cómo volver allí, cómo volver,
a imaginar siquiera lo que fuimos,
la extraña adolescencia, los encuentros,
y los juegos más graves que la frívola vida.
Oh y los muros estaban como un hecho irrefutable,
más allá del deseo de mis ojos fugaces y distintos!
La casa, sí, sólo un amargo engaño,
era frágil, mortal como los sueños.
Nosotros, los fugaces, los despiertos
¿cómo podemos di, volver allí?
Puedo volver, amigo, al país más lejano,
al país de la nieve y los ciruelos.
¿Mas adónde quedó tu traje oscuro,
tus palabras y el ruido del otoño?
Puedo mirar a la verdad, los ángeles.
¿Mas aquella mentira en que creímos,
con ácida pureza, en los días secretos?
Puedo soñar el sueño más distante.
¿Qué quedará más lejos que la tarde
que acaba de pasar, parque encantado?
¿Conoces tú el país en que se vuelve?
Y sin embargo escribo sobre su polvo «siempre».
Yo digo siempre como el que dice adiós.
(Este poema pertenece al libro Las miradas perdidas y fue cedido por la autora)
Josefina García-Marruz Badía. (La Habana, 1923), conocida artísticamente como Fina García Marruz. Fue miembro del consejo de redacción de la revista Clavileño, y del grupo de poetas de la revista Orígenes (1944-1956), que encabezó el poeta y narrador, José Lezama Lima, en el que participaba también su esposo, el poeta, narrador y ensayista Cintio Vitier, así como Eliseo Diego, Octavio Smith, Gastón Baquero, Ángel Gaztelu y Cleva Solís, entre otros. Con sus primeros cuadernos Fina se destaca y singulariza entre los origenistas con sus Poemas, 1942 y la Transfiguración de Jesús en el Monte, 1947, por el acento profundamente espiritual de su estética.
Su obra poética fue apareciendo de manera paralela a su labor investigadora con obras como Las miradas perdidas, 1944-1950, 1951; Visitaciones, 1970; Créditos de Charlot, 1990; Los Rembrandt del Hermitage, 1992; Viejas melodías, 1993 y Habana del Centro, 1997, entre otros.
Ha recibido el reconocimiento nacional e internacional a través de la concesión de numerosos galardones de prestigio como el Premio Nacional de Literatura, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda o el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2011.