Lilliam Moro: en un circo de espectadores ciegos
EL EQUILIBRISTA
Para Lourdes Cañas
En un principio solo estaba
la fina cuerda y el vacío.
El salto por encima del miedo
sin la red protectora:
la plenitud de lograr
el más difícil todavía.
Pero aunque nos caemos muchas veces
nunca tocamos fondo
porque la profundidad no tiene un límite.
No todas las caídas son estrepitosas:
también hay pequeños resbalones
de los que nadie se da cuenta.
Nadie sospecha
que somos los equilibristas
sobre la cuerda finísima del caos
en un circo de espectadores ciegos,
y que a veces estrenamos función
con ausencia de público,
sin equilibrio incluso,
sin la cuerda.
A PROPÓSITO DE UN VERSO
DE SAN JUAN DE LA CRUZ
Llegados a este punto
las puertas no se pueden abrir
ni se percibe ninguna luminaria
en el fondo del túnel;
tampoco hay ningún túnel,
solo contamos con el pequeño espacio
donde se agita un torvo escalofrío.
Hasta hemos carcomido la cal de las paredes
y convertido en astillas los muebles,
las puertas, las ventanas.
Formamos parte de las ruinas.
Afuera está nevando.
Nada aparece.
Cuánto perderse en pos de lo inefable.
Ahora sólo se escucha como bajo continuo
resonando pausado en la celda interior
un verso,
como sombra y destello que se apaga y alumbra,
que cobra intensidad
pero luego es susurro mínimamente audible,
y no logramos entender
“un no sé qué que quedan balbuciendo”
ERÓTICA DE LA PÁGINA EN BLANCO
Aquí está frente a mí
tratando de excitarme con su olor
cuyo efluvio es la reminiscencia
del origen de todos los placeres,
la fuente de la vida
que quedará impregnada entre mis dedos.
Me lleva a acariciar su superficie
y coloco mi mano sobre su suave piel
y la deslizo como si fuera el cuerpo
ensimismado y tembloroso de una primera vez.
Es el comienzo de la pasión y el éxtasis,
el fuego vuelto tinta con que la voy marcando
para que nadie más escriba sobre lo que yo escribo.
Es la consumación donde parece
que nos volvemos uno,
el espasmo que crea la nueva realidad
con las mismas palabras que, promiscuamente,
otros hablaron, escribieron, musitaron, gritaron
en el inicio de todos los inicios.
Pero virgen será siempre conmigo.
LILLIAM MORO (La Habana, 1946). En 1965 obtuvo el Primer Premio de Poesía con El extranjero en un concurso entre las universidades de la Isla. Perteneció al grupo de escritores de Ediciones El Puente. Fue profesora de Literatura de preuniversitario y sus críticas literarias y poemas se publicaron en la prensa periódica de la Isla. En 1970 se marchó a España, donde ha vivido más de cuatro décadas. Actualmente reside en Miami.
Ha publicado los poemarios La cara de la guerra (Madrid, 1972), Poemas del 42 (Madrid, 1989), Cuaderno de La Habana (Madrid, 2005), Obra poética casi completa (Miami, 2013), Contracorriente, ganador del Premio Internacional de Poesía “Pilar Fernández Labrador” (Salamanca, 2017), El silencio y la furia (Miami, 2017), Tabla de salvación (Madrid, 2018) y Viaje hacia el horror (Madrid, 2018).
En la boca del lobo obtuvo el Premio de Novela “Villanueva del Pardillo” (Madrid, 2004), y fue tema de estudio durante dos cursos en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla.
También es autora de varias ediciones críticas de clásicos de la literatura española como El Quijote, de Miguel de Cervantes, y de artículos culturales y de crítica literaria. Su obra ha sido publicada en numerosas antologías y revistas.