Reynaldo Jiménez: lúnula en le cuello de la gama
El flechazo
a
Oh las imperativas en su sano juicio!
Olas insectívoras del moler mefistófeles del juicio!
Acaso se me pregunte por la insecta Evito
que lo lleno dentro del cuerpecito en vicio espiche
Se va en vilo por el sigilo sínfilo lítico
paleomítico en la mística nubencinta
por la en alicaída siniestra
que suministra la dosis primitiva
Apenas secreta que secreto a discreción!
Apenas erecta en la pariente estopa!
La sopa del primate
en su paseo paradero!
Con el consomé de su sopapo
al paso del papo popular que no papea!
Oh las primacías de las primaveras!
Alas encendidas por las veraprimas!
Extraaño a las sinuosas de su voz
Como a pérdida sutura su tu voz
Lúnula en el cuello de la gama
la cual asusta inserta en sus lisergias
en el ligero injerto aunque la nutra
sin anular va puesta sincera pústula
De tanto aguzar tela detrás del juicio!
De tanto en tanto agudizar late detrás!
Si se me mueve la muela quién supiera
Si se me duele del duelo quién hubiera
Si el potaje del quicio se requisiera
Si esperara del resquicio la quimera
Entendiera-orara-hacinara!
Residiera-yo-es en-casi-nada!
Asignara la señal infausta de inválida
porque invicta la revoluta involuntaria!
Nubefruta que se me sale ilesa de la boca
Sube azoga goza a cualquier hora por la fisura
Se te venga la ventura si adviene y entre dientes
Lapretura premura más madura más se ajusta
el cinturón en tu cintura Luna
el camaleón en tus faciales pinturas
engreída te vas
cegata en transparencias!
b
Discuten las primaveras con sus asuntos
de urgencia sin esclusas contramiradas
diciendo vengo me vengo en gana dicha
de las palmeras aquella raya de la explaya
Pero mentira cuando discursa guijarra
fija en su jaula pautadas tiracalmas
de mordeduras de la desnuda de
la vividera que te llevas de la mano
No menos cruda ante la flámula
de la ninfeta sus gatunas ínfulas
acusada de rehén reírse de las pústulas
de las heridas pendientes de las signaturas
Con qué violada
menudencia se te respira
Ese hoy día residuo de su emergencia
pira la res rasposa tras el ángel retráctil
Sacuden sus colmenares y coevas
cual zigotillos del lupanar
de los paradisfraces que frasean
hendeduras tan mordaces tal primeras
Y suenan los latines que trémulo pateo
de raíces aéreas por la Rúa Dos Espantos
Con cuál nitidez se aprestan los canceles
cuál su expósita pata en aquel charco
adonde bailan las ninfetas
de ninguna suerte infantas
imantadas por la luna que sunríe
y por las dunas recién alumbradas
remuerden y remueren acá en la playa calámbrica
de mi camisa Do el pecho destino se contrae
Rompen alondras sin sustancia
como en contra Una que se avispara
una sola de pronta disparara Y tonta casi casi
luciernagara
c
Y tiemblen los requiebres
las quebradas praderías
Las quemantes naderías
los pesebres de las fiebres
Hablen a su pesar diamantes
orfebrerías a tierra de los cables
Mientras la muerte alerta
aterra mismo que despierta
La desierta girantería
gitanerías recobradas
Abandonen a su suerte
por el filo de la esquina
Del cubilete que es una
de las caras solas del cubil
A qué destilar se prestarían
esos espejos sin ojos y cien patas
Parpadeo que al arderse cala
escruta en la laca su secreto
Noquea el tímpano que flota
llega a la fruta autopariente
con que arborescen abisales
el flechazo y su lastimadura
que de a poco se iría
revelando Se revelaría
de cuando en cuando
nunca tras nunca mientras
murmuraría esta nota
distante desde hace rato
como si la notases o discordase
de veras con un acuerdo de muda
letanía del fracaso cuentarriscos
hacia la suma suprasfixia del olvido
Que se pringa aúpa se propina
es-tu-pefacta-doble-faz De la irritada
paciencia es el reino De la mordisca
nunca evitando penetrar los ventiluces
por donde pasa el suertero del César
con el megáfono solarizando los siglos
No es para menos
Faltaba más
Urgencia del cuerpo urticante cuando no encuentro
en su lugar si no disiento muy lento consumándolo
Dudo de si andar a descubierto Si quien mirase
la atisbara ahí sentada mirando turbante desde otra era
se forzara a renacer hasta más fiera fuera
Hasta más verla no con ojos con seguirla!
La que emerge de su suerte va la cuerda
se da cuenta de que surte una secuencia
entre desdespierta y exexperta la recurva
la flamante verdura sobre el plato sin impacto!
Oh la escena diminuta de sus ejes afluente
del discurso reconsuma aquestas crestas
en su dicción espumadicta oh al asombro
cuya curva urbarretoña su retorno y duda!
Duro digo de si de mentas desdigo al men
en su osamenta y de veras si consigo de ti
contaras hasta que caiga
la espera escara al menos infineta
Al menos para no me sigas del viento
Enloquece trastorna cuaja de no llegar
Estriado como está de preocupante
entre los trucos sombríos de altraparte!
Don de dudar del verdugueo!
Reversar sembríos al paraser!
Reynaldo Jiménez nació en Lima, 1959. Vive en Buenos Aires desde 1963. Desde 1981, ha publicado (en distintos países) algo más de una veintena de libros de ensayo y poesía, además de la antología El libro de unos sonidos. 37 poetas del Perú, compilaciones de Néstor Perlongher (Papeles insumisos, junto a Adrián Cangi) y Gastón Fernández Carrera (El ignaro triunfo de la razón), el libro de viaje Filia índica (junto a Gabriela Giusti) y traducciones de escrituras brasileñas (Haroldo de Campos, Paulo Leminski, Sousândrade, Arnaldo Antunes, Josely Vianna Baptista, etc.) así como, del francés, una parte de la poesía de César Moro. Integró e integra el consejo editorial de diversas publicaciones y participa periódicamente en festivales de poesía, eventos performáticos y literarios.