Pablo Fernández Sopuerta: Un poema de Peter Handke
Canción de la niñez
Cuando el niño era niño
caminaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuese una tormenta
y que ese charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado
y todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño
no tenía una opinión de nada,
no tenía hábitos,
se sentaba con las piernas cruzadas
o salía corriendo,
tenía un remolino en el pelo
y no hacía caras cuando lo fotografiaban.
Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntar:
¿Por qué soy yo y no tú?
¿Por qué estoy aquí y no allá?
¿Cuándo empezó el tiempo y
dónde termina el espacio?
¿La vida bajo el sol no es un sueño?
Lo que veo, oigo y huelo ¿no es
una ilusión del mundo ante el mundo?
¿Existe realmente el mal
y la gente mala de verdad?
¿Cómo es posible que yo, el que soy,
no existiera antes de nacer
y que un día yo, el que soy,
no sea ya más este que soy?
Cuando el niño era niño
no podía tragar las espinacas, los guisantes,
el arroz con leche y la coliflor.
Ahora come todo eso, y no solo por obligación.
Cuando el niño era niño
una vez se despertó en una cama extraña,
ahora lo hace una y otra vez.
Entonces, muchas personas le parecían bellas.
Y, ahora, con suerte, sólo en ocasiones.
Imaginaba claramente un Paraíso
y ahora, apenas puede intuirlo.
No podía pensar en la nada,
y hoy se estremece ante ella.
Cuando el niño era niño
jugaba con entusiasmo,
y ahora se emociona como entonces
sólo cuando se trata de su trabajo.
Cuando el niño era niño
como alimento le bastaba una manzana y pan,
y hoy sigue siendo así.
Cuando el niño era niño
las moras le caían en las manos
como solo las moras pueden hacerlo,
y aún sigue siendo así.
Las nueces frescas le ponían la lengua áspera
y aún sigue siendo así.
Tenía, en cada montaña,
el anhelo de una montaña más alta
y en cada ciudad,
el anhelo de una ciudad mayor;
y aún sigue siendo así.
Arrancaba las cerezas de las ramas más altas
con una euforia que todavía siente.
Era tímido ante los extraños,
y aún lo sigue siendo.
Esperaba la primera nevada
como la espera hoy.
Cuando el niño era niño,
lanzó una vara contra un árbol como una lanza
y aún sigue ahí, vibrando.
Canço de la infantesa
Quan el nen era nen
caminava amb els braços penjant
volia que el rierol fos riu,
que el riu fos una tempesta
i que aquest toll fos el mar.
Quan el nen era nen
no sabia que era un nen,
per ell tot tenia ànima
i totes les ànimes eren una.
Quan el nen era nen
no tenia opinió de res,
no tenia hàbits,
seia amb les cames creuades
o sortia correns,
tenia un remolí al cabell
i no feia carotes quan el fotografiaven.
Quan el nen era nen
era temps de preguntar:
Per què sóc jo i no tu?
Per què estic aquí i no allà?
Quan va començar el temps i
on termina l’espai?
La vida sota el sol no és un somni?
El que veig, escolto i oloro… no és
una il.lusió del món davant el món?
Existeix realment el mal
i la gent dolenta de veritat?
Com és possible que jo, el que sóc,
no existís abans de neixer
i que un dia jo, el que sóc,
no sigui ja més aquest que sóc?
Quan el nen era nen
no podia empassar les espinaques, els pèssols,
l’arroç amb llet i la coliflor.
Ara menja tot això, i no només per obligació.
Quan el nen era nen
un cop va despertar en un llit extrany,
ara ho fa una i un altre vegada.
Llevors, moltes persones li semblaven belles.
I, ara, amb sort, només en ocasions.
Imaginava clarament un Paradís
i ara, apenes pot intuir-lo.
No podia pensar en el no res,
i avui tremola només de pensar-hi.
Quan el nen era nen
jugava amb joia
i ara s’emociona com aleshores
només quan es tracta de la seva feina.
Quan el nen era nen
per menjar era suficient una poema i pa,
i avui continua sent així.
Quan el nen era nen
les mores queien a les mans
com només les mores poden fer-ho,
i avui continua sent així.
Les nous freques li deixaven la llengua aspre
i avui continua sent així.
Tenia, a cada montanya
l’anhel d’una montanya més alta
i a cada ciutat,
l’anhel d’una ciutat major;
i avui continua sent així.
Arrencava les cireres de les branques més altes
amb una eufòria que encara sent.
Era tímid amb els extranys,
y encara ho és.
Esperava la primera nevada
com l’espera avui.
Quan el nen era nen
va llençar una vara contra un arbre com una lança
y encara continua allà, vibrant.
(Traducciones al castellano y al catalán de Pablo Fernández Sopuerta)
Pablo Fernández Sopuerta (Barcelona, 1974). Licenciado en matemáticas en la UB. Trabaja en el mundo de la consultoría informática. Fundador y miembro de la Asociación Amics del Mercat Dominical de Sant Antoni y colaborador en la primera edición del ciclo de las Lectures Poètiques al Dominical 2016-2017. Participó como invitado en diferentes Lecturas Poéticas y con colectivos que hacen difusión de la poesía. Su pasión por la cultura y, en especial, por la poesía ha hecho que sea conocido como lector de poesía. Librero con el periodista y co-fundador de sigueleyendo, Txiqui Navarro, en la librería de La Lluna. En estos momentos, está trabajando en un proyecto con la intención de abrir una librería especializada en Poesía.