Martha Luisa Hernández Cadenas: las ganas truncadas y gastadas

 

 

Golosinas, sean

 

El niño goloso parpadea,

tiene párpados,

conserva sus párpados.

Chicles, caramelos, lo que sea.

Golosinas, chambelonas, pirulís.

Los turistas, un saludo a los infantes.

Dejan caer las limosnas:

“Las ganas trucadas y tratadas,

queremos siempre más, amigo,

a los diez años,

ambicionamos azúcar para crecer”.

Las vidrieras son escapes de ganas.

¿Son esféricas las ganas?,

¿serán cóncavas y adictivas?,

anuncian “lo que sea”,

desnutren “lo que sea”,

musitan “lo que sea”.

Vi-drie-ra

sa-bor su-gar

sa-bor fre-sa

sa-bor ca-lo-rías

Vi-drie-ra

par-pa-dea

a-cho-co-la-ta-da.

¡Qué ganas!

¿Qué ganas?

¡Qué has visto!

¿Qué has visto?

Un niño goloso se calla

aún casi todo lo ve,

da saltos babeándose,

lo ha visto,

conserva siempre lo que has visto,

consérvalo para ti.

Mastícalo,

alarga la goma dulce,

toda esa cutícula,

mastícala también.

Mastica tu sueño,

pártelo contra el cristal,

mánchate dientes y encías,

no se los enseñes a nadie,

los empastes y las marcas

se guardan para uno.

Aprende a estirar los brazos bien alto,

con el llanto, las caries y la melcocha,

carne derretida elevándose

donde masticaste,

como debe ser,

el vidrio blandísimo

rodeándote el pescuezo,

niño,

aprende,

por tu carne desmembrada,

reconoce a quien masticó la vidriera

con tus ojos,

posees otra mirada,

búscala,

muérdela.

Los historiadores mofándose:

¿Halloween?, amiguito,

¿Ha-Ha-Ha?,

¿no tienes?,

lo que sea que tengas,

sueña y parpadea,

sea,

un cuento de hadas,

qué es,

me darás ojos, calcio, cambio,

me darás lo que sea.

Sube y baja la cabeza,

la lengua a la altura del pecho,

los ojos paralelos a las caderas

y a trotar en el lugar

sobre la estatua marmórea

que es un gigante de algodón pegajoso,

saltos, brincos, pujos,

no te fijes en la tarja,

la ca-du-ci-dad,

métetelo por los ojos,

sa-tis-fá-ce-te,

y sea,

golosinas, niño,

no hay nada malo en ellas.

El niño goloso,

ya sin párpados,

parpadea,

agarrado de mi mano,

sorteamos el estío,

sorteamos la con-ser-va-ción.

“No quiero, no quiero nada,

que no aparezcan

unas ganas grandísimas

de escacharme la lengua

o aplastarme los dientes,

no sea que aprenda a mirar

sin ojos,

no sea que quiera decir

ya he visto,

no lo deseo”.

 

 

Martha Luisa Hernández Cadenas | Martica Minipunto (Cuba, 1991) Egresada en Arte Teatral, especialidad Teatrología, por la Universidad de las Artes, ISA. Autora de Días de hormigas (Ediciones Unión, 2018), Premio David de Poesía 2017, Los vegueros (Colección Sureditores, 2019), Premio Bienal de Poesía de La Habana, La puta y el hurón, premio Franz Kafka de novela 2020, publicada por Éditions Fra.

Entre sus creaciones recientes se encuentran los performances Nueve (2017), Extintos, aquí no vuelan mariposas (2018) y No soy unicornio (2019); las intervenciones La última ópera china (2018) y Las fundadoras (2019). Ha participado en festivales, talleres y programas internacionales como Experimenta Sur (Bogotá, Colombia, 2019), Panorama Sur (Buenos Aires, Argentina, 2019) y el Festival Salmon (Barcelona, 2020). Ha sido residente en La Serre Art-Vivans (Montreal, 2018), la Young Curators Academy (Herbstsalon, Maxim Gorki, Berlin, 2019) y Watch and Talk (Zürcher Theater Spektakel, 2020). Asimismo, mereció la beca completa de escritura Can Serrat, invierno 2020. Fundadora de la editorial independiente ediciones sinsentido. Coordinadora del Laboratorio Escénico de Experimentación Social, LEES, 2016-2020. Mantiene su columna literaria Pucheros, en Hypermedia Magazine.Ganadora del Premio de ensayo La Selva Oscura y del Premio de Teatrología Rine Leal por sus investigaciones: Notas de un simulador. La crítica teatral de Calvert Casey (1960-1965); ESTA OBRA HABLA DE TI Y DE MI. Ensayos para (des)a(r)mar la experimentación escénica en Cuba (2012-2018). Una ópera china mereció la Beca de Creación Prometeo de La Gaceta de Cuba en el 2020. @_martikminipunto | malu_cuba@yahoo.com

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