María Cristina Fernández: esta historia del cuerpo y sus batallas
En Chinatown
A Ximena y George
Mientras comen sushi en Chinatown
Joseph Brodsky le cuenta a Susan
de aquellos días en que casi muere por hambre
en el famoso sitio de Leningrado.
Un tiempo tan ingrato
que solo es comparable al de los trabajos forzados
a los que fue obligado años después.
“A mí mi madre me obligó de niña
a beber sangre de animales muertos.
Sangre de las bestias desolladas
en las carnicerías,
que acababan de recibir un punzonazo
o un mazazo en la sien.”
Sangre para vencer la anemia
porque siempre hay algo que vencer
en esta historia del cuerpo y sus batallas.
Brodsky, con su poco de calvicie,
un abdomen algo prominente
y dientes de menos,
ya lo sabe.
También ha visto la cicatriz de Susan,
el vaciado de un seno
que tuvieron que extirpar.
No terminan los sushis.
Necesitan salir afuera,
bajo la presión de unas ganas insoportables
de volver a fumar.
Definición de un carácter
En los pocos meses que vivió en Miami
a donde se mudaron buscando un clima favorable
para curarle los episodios de asma,
la pequeña Susan sintió que se trataba de un lugar remoto,
decimonónico diría años después.
Al descubrir un día de paseo en el parque
que la cocinera negra de su casa
no podía sentarse junto a ella
pues el banco decía “Solo para blancos”,
la niña dijo “No te preocupes, yo me sentaré abajo
y tú te me sentarás encima”.
Peregrinaje
El amor de Annie Leibovitz por Susan Sontag
fue traducido en sostén, regalías mayúsculas
para premiar una estirpe.
Hubo besos y cifras.
Un viaje de peregrinaje abortado por la muerte,
ese evento que cancela citas y ofrecimientos.
Para ese viaje se prometían ir a sitios
de alta consideración para las dos,
comenzando por Amherst, donde sus ojos posarían
junto a los ojos ausentes de Emily Dickinson,
hasta llegar a la mesa de madera basta,
toda rayada, donde escribiera Virginia Wolf.
En un intento de ir al trasfondo de lo venerable
visitarían las formas entrañables de lo que muere
pero también de lo que queda.
Cuando Susan se fue, Annie peregrinó sola, cámara a cuestas.
Fotografió detalles del viaje que fue y del que pudo ser.
Era un amor de culto, saturado de todas las minucias
que conspiran para derramarse
en esa tierra llamada posteridad.
Fue un llamado del corazón, lo reconoce.
De esos que no caben en la revista “Life”.
María Cristina Fernández. (Santiago de Cuba, 1970). En el año 1999 su libro de cuentos Procesión lejos de Bretaña gana el Premio Pinos Nuevos, de la editorial Letras Cubanas. Un año después, su libro El cielo de los deseos es reconocido con el Premio Abril, otorgado por la editorial del mismo nombre. En 2001 a su noveleta Cachete y la Tropa del Don se le otorga el Premio Kindergarten de la editorial El mar y la montaña. En el 2006 emigra a Miami, donde publicó de manera independiente su libro de relatos El maestro en el cuerpo. En 2016 la editorial Silueta saca a la luz su libro de narrativa No nací en Castalia, al que le sucede en el 2020, P (Ediciones Furtivas, 2020), reconocido por el Florida Book Awards con la Silver Medal en la categoría de libros en español. Su poemario Miracle Mile fue parte del catálogo editorial de Casa Vacía en el 2021. Cuentos, poemas, reseñas y artículos suyos han sido publicados en revistas y antologías varias, incluyendo Diario de Cuba, El Nuevo Herald, Conexos, Letralia, Hypermedia, La libélula vaga y otros.