Odette Alonso: el vientre sin destino de las cosas más simples
LOS JUEGOS DE LA LUZ
Antes de que cantaran las ancianas sobre los cuencos
ya todo estaba dicho
era el océano
el vientre sin destino de las cosas más simples.
Sobre cuatro puntales levantamos la casa
las ventanas abiertas a la brisa del mar.
El sol
halló dispersos los frutos de la noche
no hubo telón que opacara su mirada.
En la plaza
las mujeres atizan los anafres
dan de comer a sus hijos
a los hombres que pasan.
Cerca se escucha el rugido de las olas.
Juegan las niñas allí
sueñan con otros cielos y otra casa
duermen inquietas después
guardan secretos.
Hace sonar la campana el monaguillo
se entretiene observando la danza del badajo
soñoliento al calor del mediodía.
Una noche
partirá
como se fueron todos.
Cada cosa en su sitio
dijeron las abuelas
aquella noche en la que nos amamos.
Sus voces
de otro tiempo
eran indescifrables.
Cada cosa en su sitio
cada pedazo de dolor
y de alegría.
Dadas a desoír
el rumor fue sólo humo
volutas en el aire.
Sobre la hierba del estanque
nos dimos al amor
olvidamos los ojos del vecino
y sus argucias.
Cada cosa en su sitio
oímos al final.
Puse sobre tus manos mi cabeza
y decidí escuchar.
Lo que se oye no es siempre melodía de viento
ni las sílabas del nombre más amado.
Septiembre es el adiós y es el comienzo
una luz que se apaga
y se vuelve a encender.
Afuera el caserío
los ruidos familiares
el canto de las olas.
Ay del amor antiguo y del silencio
ay del dolor que entre las piedras llora.
El padre se sentó junto a la puerta
cruzadas sobre el regazo están sus manos.
Hubo un ayer
un tiempo al que llamaban gloria.
Tomaba el padre sus avíos
y salía a buscar.
Era hombre rudo
no sonreía
no decía las tiernas palabras que esperábamos.
Él nos trajo a este pueblo
y fundó la familia que otros le demandaban.
Era hombre triste
un pobre diablo
un tipo que temía ser feliz.
No eran oscuras las noches en la orilla
brillaban los fanales en los botes
olía a tabaco.
Los muchachos cantaban
guitarra en mano espantaban los fantasmas.
Pájaros de la noche
fauces hambrientas que traía la corriente
sueño con otros cielos y otra casa.
Destapar el baúl fue cosa de esos juegos
de ese humo que en los bronquios se pegaba
del alcohol mal habido y las promesas.
Mientras las madres se tragaban cada lágrima
los muchachos se fueron para no regresar.
Las cartas que llegaron no decían la verdad
viejos poemas escritos en la arena
palabras que el mar traga y regurgita.
Hubo un cruce de caminos
un punto donde elegir
y así lo hicimos.
Sobre cuatro puntales levantamos el adiós.
https://edicionesfurtivas.com/
Odette Alonso es poeta, narradora y promotora cultural. Su cuaderno Últimos días de un país obtuvo el Premio Clemencia Isaura de Poesía 2019 en Mazatlán; con Old Music Island ganó el Premio Nacional de Poesía LGBTTTI Zacatecas 2017 e Insomnios en la noche del espejo mereció el Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” en 1999. Compiladora de la Antología de la poesía cubana del exilio (2011) y coeditora de Versas y diversas, muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea (2020). Creadora y co-coordinadora del proyecto cultural Bulevar Arcoíris, en la Ciudad de México, donde reside hace más de tres décadas. Este poema pertenece a su libro más reciente: Lo que transcurre (Miami, Ediciones Furtivas, 2023).