Horacio Aige: tal el mar se hunde, submarino
DE HIERRO LAS FLORES
Nombres: muchos.
Espejo locura anhelo.
Acción: hender el mundo
la tarde el cielo.
Su huella: el tiempo.
Y sonreí pensando
ser una sombra de nadie.
Desprecio rencor furia y rabia.
Un odio un grito y nada.
(Síntesis de ímpetus inquietantes.)
La vida está lejos
los días rotos
los tiempos muertos.
CUMMINGS CANTA
Cummings canta. La una de la madrugada. Viene
un aire de la calle, aire verde de cintas deshojadas.
Algo turbio bulle. Alarma roja en medio de la cara.
Ahora llueve. La noche es triste, espesa y alargada.
Uno acepta, a veces muy forzado, que la vida es así.
Olores sueltos. Cerebros tensos. Humanidades ajenas.
Todo líquido, desprendido. Presurosa la mano huye
con toda fiebre alocada. Tal el mar se hunde,
submarino. Lo caricioso hace bahía por mi cara.
Duro concierto de mundo congelado y minusválido.
Negra tierra. Todo rígido. Pesada cumbre, mármol.
Rostro de tedio. Grito de noche, sonido. Y extrañado
ahora tomo la extensa sombra del otro que fui en mí.
Multicolor incesto de palabras y ya música sin fin.
RECLINADO EN LA VIEJA HAMACA
Reclinado en la vieja hamaca
de cara al patio
fumando todo el odio del mundo
aplasto mi conciencia
hasta hacerla nada.
Mientras, el viento está rojo,
muy puro y muy extenso:
como que pareciera
estar perfeccionando
todas las crueldades juntas
tan aferradas
al vacío que me rodea
muy hundido
en ámbitos de malicias
donde toda sombra
rehuye toda caricia.
Metafísica pesadez
de minimalias claustrales
de sulfatos
o de manchas marrones
de nitratos,
puras, todas,
del ahora.
HORACIO AIGE nació y vive en Rosario. Tiene publicados varios libros y plaquetas de poesía. Además entre 1995 y 1997 codirigió junto a Héctor Piccoli, Concepción Bertone y Armando Vites la revista literaria Cuadernas y desde el 2015 codirige junto a Armando Vites la revista literaria Mirto.