Ángel Cerviño: Meltemi (+ Tomas falsas)
Sin laberinto no hay rigor
(José-Miguel Ullán)
(1 h 21 min 32 s )
no sé / quizá la señal que se queda en la pared al descolgar un cuadro / un vacío / una carencia y / simultáneamente / una irrupción / / algo nos es negado al tiempo que un hueco estriado se delata / / el vigilante nocturno ensaya trucos de cartas sobre su mesita quemada con cigarrillos / equilibrada con un viejo naipe plegado in-cuarto bajo una de las patas / mientras / sin hacer ruido / sin forzar ninguna entrada / el lienzo resulta escamoteado / / estoy durmiendo solo en casa / de madrugada me levanto a oscuras para ir al baño / tropiezo con alguien parado en mitad del pasillo / pero todo sucede en silencio / a cámara lenta / sin aspavientos / sin gritos / sin amenazas / eso es lo terrible / los dos apartándonos / torpes / sedados / apretados contra la pared para ceder el paso / fardos de parsimonia / la extrañeza no puede con la corrección / se mantiene sorda / agazapada / para más inri ya ni siquiera se muestra / en algún lugar hiberna y oscurece / se retrae / se hace más densa / espera su momento / / y cada uno mientras tanto sigue haciendo su vida / cogido del brazo del aguacero / cavando en la dirección equivocada / silbando hasta que escampe / como si tal cosa / / y un día sueña que está muerto / solo dios sabe desde cuándo / pero debe seguir fingiendo que vive y respira / para no disgustar a su madre / sí / “estábamos muertos y podíamos respirar” / he subido un poco el énfasis en esta última frase ¿se ha dado cuenta? / para hacerle visibles las comillas / es un verso de Paul Celan / un poeta judío que acaso usted conozca / claro que él tenía buenas razones para hablar de esa forma / / sí / ya sé / me ha puesto en guardia / repetidamente / contra esta tendencia a camuflar mis / llamémosle así / dificultades / bajo un disfraz literario y retórico / creo que “magnificar” fue el término exacto que empleó / / no / no hace falta que diga nada / sus silencios cambian de tonalidad cuando desaprueba algo de lo que voy contando / tiñen mis palabras y colorean los ecos / / sé que me pierdo con demasiada facilidad / cambio de rumbo (y hasta de bando) / y no me apeo de estas ramas por las que voy rampante / pero me gustaría averiguar dónde comienza lo propio / ahí radica la cuestión / / mientras aguardaba mi turno he estado hojeando esas revistas manoseadas que tiene en la sala de espera / y resulta que / según he podido ver en un artículo de la National Geographic / la inmensa mayoría de las células que se encuentran en un cuerpo humano ni siquiera son humanas / parece ser que por cada célula propia hospedamos diez o más células de otros seres microbianos / cargamos con varios billones de microorganismos / pertenecientes a miles de especies y subespecies diferentes que / día a día / desde el instante en que comenzamos a respirar y a ingerir la leche materna / se han ido colando dentro de cada uno de nosotros / vamos por ahí como vagones de metro en hora punta / una trama de andenes con servidumbre de paso / / claro que esa no es la razón por la que uno se desmorona / se pierde de vista / o malvive escenificando respuestas emocionales / como el oficiante que se acomoda la barba postiza para la siguiente función litúrgica / / no / no / le aseguro que no estoy tratando de justificarme / / me asusté cuando pronunciaron mi nombre / eso es todo / y ahora he de atenerme a las consecuencias / soy el retén que faltó al recuento / el funámbulo que debía subir al plató después del tragasables / / cuentan que en la rueda de prensa / a la autora de un diccionario un periodista rezagado le preguntó cuánto había de autobiográfico en la obra / luego todo el mundo reía el chiste / ella también / pero a mí me parece una buena pregunta / / es igual / para el caso que nos ocupa casi todo lo que se pueda argumentar resulta irrelevante / / las opiniones nos tienen a nosotros / y no al revés como tan a la ligera se afirma / / entonces ¿quién habla? / esa es la única respuesta que debería obsesionarnos / / en cada escondite la voz desdobla sus ecos / y uno mismo / puede ahí llegar a sentirse invulnerable / a resguardo / y sentado en su propio regazo / infantilmente almenado / pronunciar sin miedo el inaudible nombre del padre / / hundidos los pies en una niebla baja / pertinaz febrícula que acolcha los golpes y nos corona como perfecto encajador / / sin pestañear amañamos una tregua de resquemores / nos dejamos fotografiar tomados de los hombros / en pose de Caín y Abel / / hemos desarmado en secreto al enemigo / y ahora alardeamos de valor en la cima del parapeto / nadie salvo nosotros sabe que nos estamos jugando una vida de fogueo / / recuerdo haber leído en algún sitio que en 1916 / durante la Primera Guerra Mundial / el estudiante de medicina André Breton / destinado a la sección de neuropsiquiatría de un sanatorio de campaña / con la misión de atender los desarreglos emocionales de los combatientes heridos en el frente / se encontró entre sus pacientes con un soldado / al que sus superiores habían retirado de la primera línea de fuego a causa de la excesiva temeridad que mostraba durante los bombardeos / la explicación que dio a los médicos que lo trataban fue que la supuesta Guerra Mundial no era más que un descomunal simulacro / y las heridas solo maquillaje / por tanto los obuses figurados no podían hacerle daño / / al cabo de unos días admitió / ante la insistencia de los doctores / haber caminado sobre cadáveres en las trincheras / pero objetó acto seguido que bien podría tratarse de cuerpos prestados por hospitales / o cedidos por las facultades de medicina / enfermos fallecidos de muerte natural convenientemente maquillados / utilizados como atrezo para completar la puesta en escena del teatro de operaciones / o quizá no ser otra cosa que maniquís de cera de acentuado verismo / modelados por expertos artesanos al servicio de la industria bélica / / una bonita historia en medio de aquel amasijo de lodo y sangre / ¿la pezuña del diablo señalando las vías de escape? / / así se encarece nuestro arrojo / nos adornamos con gestos de indiferencia / y sonreímos a los aplausos mientras un señuelo con nuestra cara pintada recibe las punzadas / pero ¿cuál es el precio de la absolución? y / sobre todo / ¿quién va a pagar la cuenta? / ¿y los intereses de demora? / porque todavía no se administra la penitencia en cápsulas / / el puesto de observador sale carísimo / y quién está en condiciones de asegurar que / a fin de cuentas / cuando se cuadren todos los balances / la restitución no va a resultar más dolorosa que el expolio / / al principio todo parece muy sencillo / basta con mirar hacia otro lado y desentenderse de los propios deseos / se hace un hatillo con un pañuelo viejo y se les entierra en una esquina del patio / luego se sale a jugar como si no pasara nada / pero ahí se cerró la trampa / y muchos años después / los necesitas / vas a buscarlos / quieres desenterrarlos / pero han movido las marcas / ha crecido la hierba / se han roturado parcelas / incluso hay quien ha sembrado hortalizas en sus canteros / y ya no encuentras el sitio exacto en que los ocultaste / se queda el jardín lleno de socavones y / como perro que ha extraviado su hueso / duermes embarrado / pateando en el aire / cavando hoyos en sueños / / no sé / algo parecido a prender fuego al sótano para calentar la casa / de primeras parece una buena idea / y luego quién lo arregla / / imposible volver a la casilla de salida / y ya cualquier posibilidad de redención la fiamos por entero a nuestro proverbial despiste / y nos dejamos ir / sentados en la canoa desfondada de la tarde / impasibles / atiborrados de ceremonias / / como si el incendio no hubiera arrasado los parterres / obstinados en regar las malas hierbas / … / … /
(Fragmento cedido por el autor del libro MELTEMI(+ TOMAS FALSAS) publicado por Ay del seis)
Ángel Cerviño (Lugo, 1956). Escritor, artista visual y comisario independiente.
Ha publicado los libros: Meltemi (+Tomas falsas) (Ay del seis, Madrid 2017); Exogamia (Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2017); ¿Salpica Dios como un expresionista abstracto? (Balduque, Murcia, 2016); Impersonal (Amargord Ediciones, Madrid, 2015); ¿Por qué hay poemas y no más bien nada? (Amargord Ediciones, Madrid, 2013); El Ave Fénix solo caga canela, con el que resultó ganador del XV Premio de Poesía Ciudad de Mérida, (DVD Ediciones, Barcelona, 2009); Kamasutra para Hansel y Gretel (Ediciones Eventuales, Madrid, 2007); y numerosos textos críticos en torno a la crisis de la representación y las nuevas prácticas artísticas en revistas, catálogos y publicaciones de arte contemporáneo.
Es miembro del IAC (Instituto del Arte Contemporáneo). Su nuevo libro La explotación industrial del gusano de la sedaserá publicado esta primavera por RIL Editores