Ricardo Alberto Pérez: un cuerpo común y deseado

 
 
 
Escribir solo en el momento 
 que grazne 
 la que expresa el gozo y el deseo 
 como si fueran
 una misma daga. 
 Aquí se conjugan 
 la velocidad del pensamiento
 y la duración del impulso.
 Esto es una chivichana
 que se lanza 
 por la loma del barrio, 
 en su traqueteo 
 con el asfalto va encontrando
 la equidad.
 Eso que el embarazo ha puesto
 en su ya excitante apariencia
 es lo que llamo
 provocación fecunda .
 Una cuestión que se derrama 
 inesperada 
 y reactiva la idea 
 en un charco monótono. 
 Todo se vuelve transversal, amuralado
 cuando la voz desaparece,
 el resto de la boca
 es una pulpa
 capaz de azorar 
 los falsos ingredientes.
 El vientre se desquita,
 en su desvío
 transforma la opinión,
 Al gesto lo retuerce.
 esa lata salta
 con restos de pintura incluidos,
 convida a zafarse  los miembros
 para no tener límites.
 Lo que vendrá es una capsula 
 un detonante,
 aquello que inspira a palpar 
 otras dimensiones.  
 El muerto  se reduce
 para irse poniendo grande;
 nadie conoce exactamente 
 que hará a partir 
 de este instante 
 en el que ha sido despedido
 y quedan grifos conectados
 a su vigencia…
 tunturuntu sin maquillaje
 se acaban las rutinas;
 ahora el problema es de los otros,
 este ya no podrá ser héroe 
 ni testigo ,
 tapiadas con el vocablo póstumo
 quedan  sus herencias.
 
 
 Un niño y tres chivos sobre la canoa.
 Los miro y no escarmiento. 
 Me sirven para definir algunas cosas,
 y reencontrarme con momentos
 que viví sobre esas aguas.
 Hasta el Alto Orinoco,
 después de haber sentido
 el acecho de una pitón,
 el calor de un cuerpo común 
 y deseado;
 plátanos silvestres,
 el núcleo  secreto del guaraná 
 filtrado entre el ambiente.
 Entonces la memoria responde
 se hace un aguijón
 desordena las cejas
 del pequeño,
 planta una interrogante
 en el lugar del predador,
 se vuelve perfecto
 para que queden en una foto,
 los tres chivos hegemónicos . 
 
 ¡Qué bueno Konchalovski, que estás de vuelta! 
 Valery lo dijo:
 Vayan tras el rastro del sonido
 busquen en la cripta.
 koncha  te estoy poniendo
 cerca de mi oído.
 Esperanzado  que esas vibraciones 
 me puedan ayudar
 a descubrir
 en donde estoy.
 Por resonancias
 te encuentras 
 con el que fuiste …
 miedo, sentimiento animal
 ¿ en qué punto se hiela la sangre?
 Ya se movió la tierra
 encima de los muertos,
 es decir moribundos.
 Espejuelos en multitud, 
 ojos aglomerados
 en el declive de la percepción…
 cuando la nuca gira
 como una manivela
 el campo se espesa
 es campa
 y  al escucharse water 
 los pájaros no dejan proseguir
 la conversación.
 ¡Qué bueno Konchalovski, que estas de vuelta! 
 
 Valery lo dijo:
 Vayan tras el rastro del sonido
 busquen en la cripta.
 koncha  te estoy poniendo
 cerca de mi oído.
 Esperanzado  que esas vibraciones 
 me puedan ayudar
 a descubrir
 en donde estoy.
 Por resonancias
 te encuentras 
 con el que fuiste …
 miedo, sentimiento animal
 ¿ en qué punto se hiela la sangre?
 Ya se movió la tierra
 encima de los muertos,
 es decir moribundos.
 Espejuelos en multitud, 
 ojos aglomerados
 en el declive de la percepción…
 cuando la nuca gira
 como una manivela
 el campo se espesa
 es campa
 y  al escucharse water 
 los pájaros no dejan proseguir
 la conversación.
 Sin rabia no hay creación,
 lo ratifica la jutía
 con su ojo difícil
 de igualar 
 y aquellos rastros 
 que la vuelven vulnerable.
 Se queda en eso
 como el gas natural,
 no la lleves encima
 porque entonces se transforma
 en un bicho muy feo;
 combustiona
 estruja los escenarios
 que ganan en calidad
 y sensatez.
 Desde el tufo peculiar
 que exhibe
 tiene el sartén cogido
 por el mango 
 mientras la sangre
 le mancha 
 con ingenio la pelambre
 gris-somática, semiótica,
 asomándose a los matices 
 de la corteza.
 Si los dientes se te clavan
 en el nervio, o en la idea  
 tienes la espuma
 apunto de brotar 
 entre los labios. 
 Recuerda que el boniato
 con paciencia
 se puede transformar
 en malarrabia 
 entonces
                               hay creación.
 
Ricardo Alberto Pérez nació en Arroyo Naranjo en 1963. Sus libros de poemas más recientes son ¿Para qué el cine? (Unión, La Habana, 2011) y Vengan a ver las palomas de Varsovia (Letras Cubanas, La Habana, 2013). Publicó una antología personal, Los tuberculosos y otros poemas (Torre de Letras, La Habana, 2008). Ha traducido a Paulo Leminski y otros poetas brasileños. Es integrante del grupo literario Diáspora.

