Raúl Bueno: de la roca mordida por glaciares
La tarde de la especie
Aquí peces, rosas, fuegos, siglos
la fuerza de un estambre
o la estabilidad del lirio
y de la roca mordida por glaciares.
Aquí entre rotaciones de cielos y guirnaldas
rasgando mantas de agua y sedas como polen
sobre césped que invita
con dócil apariencia
—tú lo dices, Casandra
porque una mano loca te pulsa fuertemente—
esta luz que nos vive, la misma que nos mata
este tiempo, este sueño, esta locura
se ahogan, enceguecen, naufragan
arrastrando
un nombre herido por grandes titulares
—por la red incendiada del petróleo—
y un quebrado perfume todavía
ufanado en su inútil
deflagración.
Aquí
puñal dotado de inocencias y brillos
breve licor
—embriaguez que no cuenta—
pálida estrella en vano
movimiento
aguzado alfiler con que prendes
tus memorias
con el que te aproximas
a la muerte, aquí
la tarde amenazada de la especie
declina.
Cenizas al viento
Como el polvo que viaja entre las nubes más altas
he venido de muy lejos
a pulir la escondida memoria de los huesos abuelos.
No necesito abrir sus urnas, exponer la indefensa
nostalgia de sus años perdidos:
Ahí están en toda su diluida espera
Francisco, Eulalia
María y Mariano:
seré tal vez el último de la estirpe que venga a vincularlos
a rehacer con pasos, de una tumba a otra
de un manojo de flores secas a otro de pétalos de papel desvaído
la línea que inflexible ha manoteado el tiempo.
Y después
¿quiénes se acordarán de sus abatidas vértebras?
¿de repulir los bronces de sus cristos, honrar
con presurosas flores sus miles y miles de días
reposando
entre los mismos ángulos, sombras, silencios, átomos
de olvido y aire petrificado?
¿Los hijos y sus hijos en distintas latitudes?
¿Los nietos y sus nietos en dispersas memorias?
No, no quiero dejarle a nadie el calcio
de mis días que ya son tantos
y nada. A nadie la responsabilidad de sobrellevar
el peso de rotos calendarios y fallidos intentos.
Por eso, a esta edad en que ya casi llego a codearme con ellos
—y ¡salud, viejos, por tanta camaradería en espera!—
he decidido cargar con todos de una sola buena vez:
que mi ceniza sea la suya, tras el fuego que concita y desvanece
sus historias, como impalpable polen
que no consigue untarse a nada
a no ser el olvido.
Polvo de polvo
viajando entre las nubes más altas
para terminar morando en tierra sin residencia fija
en bosque, o llano, o río, o mar insospechados.
(Estos poemas perteneces a Crónica de Babel(1986) y De Misivas de la Nueva Albión (2014)
Raúl Bueno (Raúl Bueno Chávez). (Arequipa, Perú, 1944). Ha publicado Viaje de Argos y otros poemas (1964), De la voz y el estío (1966), Lección de anatomía(1981), Lengua de vigía & Memorando europeo (1986) y Misivas de la Nueva Albión (2014). Tiene en prensa Ensayo general, que incluye el libro Crónica de Babel, y en preparación Lección de anatomía y Bestiario para nuevos lectores. Tiene un doctorado en literatura y lingüística (Arequipa), una especialización en semiótica literaria (París) y algunos títulos honorarios y profesorados eméritos. Profesor titular o visitante de universidades de Perú, Venezuela, México, Argentina y España, es en la actualidad jefe del Departamento de Español y Portugués de Dartmouth College, EE.UU. Ha publicado seis libros de teoría y crítica literaria, entre ellos Promesa y descontento de la modernidad (2010) que en 2012 mereció el premio de ensayo Ezequiel Martínez Estrada de Casa de las Américas. Ha sido objeto del homenaje internacional Argos Arequipensis, “festschrift” editado por J. A. Mazzotti (2014) en reconocimiento a su labor crítica, poética y docente.