Tomás García Lavín: si la poesía es lo que queda
Betilo, o la noche de los tiempos
Prólogo.
El veranillo de San Miguel
no acababa de llegar
ni de extenderse
sobre el arcaico
lomo de la piedra.
Aquella noche
dormí mal;
no ayudaron los rastros del sol
ni las Obras de un poeta:
Si la poesía es lo que queda
tras ella….
Quedó de mi lectura
el sitio del fluir de su conciencia
sobre las intenciones propias
de aminorar el paso
del verso porque la vida
cada día de vigilia da
una renovada, idéntica
oportunidad, de intentar
guiar el río de la creación
para que su enérgico cauce
no sea fulminado
por el rayo de unas sombras
que de día no son las
que oscurecen
al presunto veranillo:
la cultura y su uso,
los ritos funerarios,
los mitos propios y
los grandes conquistadores
de imperios y diccionarios
que reclaman su lugar
habrán de tenerlo
cuando el surco y su líquido
vayan lentos;
hay tanta burocracia
que pospone el recuerdo,
y es tan grande el mar,
que hay gente que
llega a creer que
nunca es cuando
debemos…
empezar a hablar.
¿Es ahora el momento?
No, lo será al inicio
del primer capítulo
que lamerá las costas
de un nuevo río.
Será pronto,
antes o después
del veranillo de San Miguel.
Tomás García Lavín.Azul, Buenos Aires, 1983. El autor se sabe, como todos, arrastrado por el río del tiempo. Pero no se queja, más de una vez exhibe una sincera sonrisa. Dicen que estudió y que eso es anecdótico. También cuentan que alguna vez trabajó, pero no se debe creer en leyendas. Quiere mucho a la mayoría de su familia. Y tiene, según él, muchos amigos, cada vez más. No lo sabemos. Sí, en cambio, que comparte un amor de esos que generan orgullo en quienes los poseen. Con ella fundaron la editorial Mochuelo Libros donde el autor ha convivido con William Morris, Yeats, Blake, Shelley –a quienes, en casos, tradujo–, y con algunos escritores contemporáneos por los que siente afecto y respeto. En 2017 publica el poemario El río es y colabora en el libro colectivo El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella.