León Molina: soy un hombre sentado en una piedra
LLUEVO
La paz es una opción de la inteligencia
y la oscura nube de tormenta
que observo anclada en la montaña
es la materia íntima del pensamiento.
Lenta y rumorosamente lluevo
sobre la tierra amada.
PÁJARO DE LUZ
Aturdido por el jadeo
alcanzo la cumbre del monte.
Y al mismo tiempo estoy aquí
y debajo y alrededor
como nube que pasa.
Estoy contaminado de paisaje.
No encontrará su nido
el pájaro de luz
que me atraviesa.
YA NO HACEN FALTA
LAS PALABRAS
No hay dolor ya en no decirnos nada.
Regreso a mi lectura sin haberla dejado,
tú atizas el fuego y vuelves a lo tuyo.
Las horas que pasan son troncos
que va devorando la chimenea.
En ocasiones,
bajo el techo nublado,
tus ojos en mis ojos
contienen en un relámpago
todo cuanto decimos
en tardes como éstas
en que ya no decimos nada.
Y quedamos unidos en el resplandor
víctimas de un entendimiento ciego.
EL VIENTO
El viento me envejece
y sin embargo
me siento como un niño
cuando llega a este monte
y me revuelve la melena.
Clava sus dardos en mi piel
mientras en el valle se aquieta
el tiempo que me ignora.
Por eso vengo aquí;
En el gélido abrazo soy de nuevo
vigorosamente mortal
y entrego mi pasión
al viento que me va desmoronando.
En estos montes solitarios
comprendo que acabarse
es también una forma de estar vivo.
UN HOMBRE SENTADO EN UNA PIEDRA
Hace mucho que no soy joven
pero todavía no soy un viejo.
Sigo en el camino y todas las piedras
me llaman para sentarme a mirar.
Todo me interesa menos aquello
que pudiera llegar a ser noticia.
Sigo a mi modo en el camino.
Soy un hombre sentado en una piedra.
POLILLA
Una de las primeras
polillas de la temporada
revoloteaba junto al flexo.
Después se ha posado en mi mano.
Es bonita, pequeña, gris.
Muevo la mano para que se marche
pero ella no se va.
Agito mis dedos y no se va.
La acerco a la luz y la miro
contemplo los detalles
las líneas en sus alas
los ojos, las antenas
sus patas tan finas como cabellos.
Me parece de pronto
un prodigio, un dardo
agudo de belleza.
Mantengo mi mano inmóvil
para verla mejor.
Y es entonces cuando se va.
UN NOMBRE
Tomo un libro que ha estado
décadas en la estantería.
En la primera página
veo una nota manuscrita:
“Recuérdame”, seguida
de un nombre de mujer.
Pero no la recuerdo.
Y me aflijo pensando.
No en ella
sino en mí.
NO ME VENDRÍA MAL
No me vendría mal
que me rompan el corazón.
A mí nunca me han roto el corazón
y ya voy teniendo una edad.
Hablo de esas cosas de películas
que ponen tu corazón en un puño
y son tan emotivas
y te ponen cerca del llanto.
Que me rompan el corazón
aunque sea un poco ya digo
porque me da miedo hacerme mayor
y ponerme triste a lo tonto
sin una buena historia
que mostrarle al olvido
cuando venga a por mí.
DUÉLEME
Estás triste
me lo noto.
Te ausentas
en mí.
Ven
duéleme
contigo.
No soporto
yo solo
tu tristeza.
SOLITARIOS
Las luces del atardecer
se fueron apagando.
Solo queda en el cielo
una nube sombría.
Y en mí solo quedo yo.
HOY
Hoy
por fin he conseguido
perderme en el bosque.
Deambulé
pastando como un ciervo
los brotes del paisaje.
Metí
las cinco salamandras
de mi mano en el arroyo.
Comí
gruñendo sin temor
las bellotas más dulces.
Hasta que la silueta
de un monte conocido
me dijo dónde estaba.
Dónde no estaba.
Y sin comprender comprendí.
Para saber dónde se está
hay que perderse.
SERENIDAD
No deseaba morir mas la muerte
fue dulce en mis labios por un instante.
Las luces rojas del crepúsculo
mostraban la serenidad
con la que todo en un momento
podría ser aniquilado.
PASTORES
Tras la ausencia regreso a casa
y encuentro el invierno sentado
con los ojos brillantes fijos
en los campos como un pastor
que con larga mirada observa
el caminar de su rebaño.
No le digo nada y enciendo
la estufa lenta y silenciosa.
Trasteo un poco y tomo un libro
que va regresando a la vida
en la tibieza de mis manos.
Se caldea la habitación
y pica en los cristales nieve
que se anuncia como los pájaros
que en el atardecer regresan
a la costumbre de su aldea.
Ahora ya estoy caliente y solo
sin otra compañía que
esa mirada que dejó
el invierno sobre mis ojos.
Ahora soy yo quien cuida el rebaño.
PARÁSITO
Pasa una chica con la luz
grisácea de la lluvia en primavera
reflejada en su rostro.
Camina despacio, como sin ganas
y resulta evidente que está triste.
Yo la observo y me inunda
el deleite de su belleza,
sus rasgos adornados por la pena.
Soy un parásito que se alimenta
de su dolor.
La alegría, como la vida,
se abre paso en nosotros
sin mucho miramiento.
CAMINABAS
Caminabas entre la gente
igual que un órgano sonando
en una catedral vacía.
El incienso de la memoria
perfumó la luz de la tarde
y mientras te alejabas
recordé los tiempos de la fe.
LA TRISTEZA DEL MUNDO
Yo no estoy triste en realidad.
Son las farolas amarillas
bajo la lluvia
las que están tristes.
La tristeza del mundo
es el mundo y nuestra tristeza
tan solo ideas vaporosas
de paso por el corazón.
Nadie soportaría ser
la luz amarilla de una farola
solitaria bajo la lluvia.
León Molina nació en San José de las Lajas, Cuba en 1959 pero vive desde su infancia en España. Amante de los formatos de escritura breve, cultiva por igual la poesía, el haiku y el aforismo. Ha publicado los libros de poemas Señales en los puentes (Diputación de Albacete, 1994), El son acordado (Diputación de Albacete,2004), Llegar (La siesta del lobo, Albacete 2010) El taller del arquero(La Garúa, Barcelona 2014), Ruinas (La Garúa, Barcelona 2017), Un hombre sentado en una piedra (Isla de Siltolá. Sevilla 2016) Esta misma editorial ha publicado en 2017 Su poesía reunida de los últimos 12 años en el volumen Esperando a los pájaros del sur.
En 2015 publicó el libro de aforismos Mapa de ningún sitio (La Isla de Siltolá) y en la misma editorial Rumor de acequia (2018), libro de haiku y haibun.
En 2016 publicó como antólogo una amplia muestra de aforismos españoles del S XXI, llamada Verdad y Media (La Isla de Siltolá). En 2019 ha publicado también como antólogo La poesía es un faisán. Antología de aforismos sobre la poesía y los poetas. Aforismos suyos aparecen en las antologías Aforistas españoles vivos (Libros al albur, Sevilla 2015) y Concisos. Aforistas españoles contemporáneos (Cuadernos del Laberinto, Madrid 2017). Formó parte del grupo poético albaceteño Poetas de la confitería y aparece en las antologías de este grupo, así como en la antología de poetas castellanomanchegos El peligro y el sueño (Celia, Toledo 2016). Figura también antologado en Un viejo estanque. Antología del haiku español contemporáneo (La Veleta, Granada 2013).