Silvia Ramos: Un silencio plagado de palabras
LOS ÁRBOLES CALLADOS
He atado tu esencia
a los árboles del camino
al anochecer,
cuando el sol duerme
y solo son testigos
de mi conjuro
el viento y la luna.
He cogido prestados
los lazos con que anudaste mi cuerpo
una y otra vez,
dándome de beber
tu savia sedosa y clara
efervescente…
Enlazando tu ser
a las ramas florecidas,
a los troncos negros de la arboleda,
te haré volver.
Los árboles callados
cómplices y fieles
observan atentos tus pasos,
cada vez más cerca.
Con el deseo encendido
llamas de nuevo a la puerta
acurrucado te tumbas
abrazando mi pecho tibio.
Y dibujas con tu tacto
los contornos de esta geografía mía
salvaje y tierna.
Trepas por mi monte húmedo
abierto al caudal de tu sediento río
y anhelo la cascada de esas aguas calientes
que regarán los cauces
de nuestro enloquecido deseo.
Como una serpiente enroscada
tu cuerpo se desliza
encadenando tu sudor al mío
mi grito sordo a tu oído.
Meces el vientre
como un árbol
que trata de sostenerse
para no caer vencido
sobre la yerba mojada y verde.
He atado tu sangre a mi pulso
te he dado de comer del fruto prohibido
que envenenará los sueños de tu hambre.
De tu tronco y mi flor
brotará el engendro divino
que unirá tu semilla para siempre
a mi alma incandescente
que esta madrugada en llamas
crepita sobre ti.
SILENCIOS
Hay un silencio oculto
que transita los rincones del ser.
Un silencio plagado de palabras,
de ilusiones compradas
con lágrimas secas.
Hay un silencio para
ser nombrado
en legítima defensa del dolor.
Un silencio salvaje
de naturalezas muertas,
cuando la esperanza mengua
y el paisaje del recuerdo
deviene lienzo inmóvil.
Hay silencios tan intensos
como la tormenta,
donde aguarda el relámpago
advirtiendo su inminente presencia.
Silencios que laceran el Alma,
enmudecen el sentido
y lo vivido se torna sombra,
de un instante
ya irreconocible.
SUEÑO CON ESCRIBIRTE CARTAS
A propósito de un cuadro de Monet
Te escribiría cartas en lo infinito
aunque tú digas que no crees
que lo infinito existe.
Cartas grabadas a fuego lento
con letras doradas
sobre un fondo azul
de nenúfares soñados.
Te escribiría cartas que dijeran
cosas simples y profundas
que te hicieran sonreír
y otras que paralizaran tu respiración.
Es en el silencio
de las palabras dichas
donde quiero que crezca esta emoción.
En el espacio que separa
tu mirada de mis ojos.
Sueño con escribirte cartas
en lo infinito.
Cartas con letras doradas
sobre un fondo azul y rojo fuego.
HE VUELTO
He vuelto.
Las calles son
un desierto sin tu nombre.
Creí que había perdido mi casa,
pero aún sobrevive
impregnada de tu atmósfera.
Abro la puerta,
quiebra el silencio,
entonces me doy cuenta
de que tal vez fuiste solo la silueta,
que tu trazo voló
súbitamente…
Como si tenernos hubiera sido
un breve sueño,
como si tus pasos los hubiera
murmurado el aire.
Lo he perdido casi todo
después del desastre.
Ahora borro
tu rostro entre las olas.
ENTRE EL SILENCIO SONORO Y LA SOLEDAD HABITADA
Entre el silencio sonoro
y la soledad habitada
me encuentro
como un animal en su morada,
seguro,
protegido,
sin bajar la guardia.
Es la intuición la que gobierna
a este animal nocturno que soy.
Percepciones y sensaciones
que esta habitación que me guarda
me devuelve cuando la respiro
y trato de absorberla.
No observo de una forma violenta.
Aquí todo es calma,
una calma total
y el sentimiento
de libertad placentera.
Es entre las paredes de este espacio
silencioso y reducido
donde más cerca me hallo
de sentir lo que soy,
quién soy.
Y ante este dilema de identidades
se abren vastos territorios
aún sin conquistar,
aún sin nombrar.
Porque quizá
no todo lo que uno es
tiene un nombre.
A veces sólo se siente
y se respira.
ALGUNOS NO VOLVERÁN A SER LOS MISMOS
(Poemas del confinamiento)
Algunos no volverán a ser los mismos,
otros quizá sí.
Padres, madres, hermanos, hijos…
Yo no volveré a ser el mismo.
Tanto tiempo bajo el filo de la espada,
bajo el péndulo de Poe,
apretando el estómago contra mi ombligo,
oyendo si respiro
en el silencio de una habitación,
preguntándole al viento:
¿Será ella?, ¿será él?, ¿seré yo?
Mientras, son otros los que se van yendo
transformados en arena negra.
Y una plegaria suena a lo lejos…
El suelo sin pisadas,
las paredes sin cuerpos,
solo un cielo de neón blanco
y a veces el sol,
que anhelante
desea
atravesar mi pecho.
Silvia Ramos es psicóloga-psicoanalista, poeta y narradora. Nacida en Huelva y afincada en Madrid desde hace más de una década. Se licenció en Psicología en Barcelona por la Universidad Ramón Llull. Es máster en Teoría Psicoanalítica por la Universidad Complutense de Madrid y en Dirección de Recursos humanos y Organización por la escuela de marketing y negocios ESIC. Ha trabajado como psicóloga de empresa y ha ejercido la psicología clínica en diversos centros sanitarios. En la actualidad desarrolla su labor profesional como psicóloga en Madrid.
Comenzó su andadura como creadora en la adolescencia escribiendo sus primeros poemas así como diarios de reflexión filosófica y existencial. Durante la etapa de estudiante universitaria se inicia en la escritura de microrrelato y relato, siendo la narrativa junto a la poesía los géneros que ha cultivado hasta el presente.
En octubre de 2018 presenta su libro Poemas de la Medianoche en el Café Comercial de Madrid. Ha participado como poeta invitada en programmas de radio, festivales, presentaciones y recitales en Madrid, Barcelona y Huelva, y como psicóloga y poeta invitada en la presentación de libros de varios autores. Participó como autora en la Feria del libro de Madrid de 2019. Actualmente se encuentra preparando su segundo poemario.