Pedro Sanchez Sanz: El mundo es un dragón que duerme
PELEAS
Tienes ya trece años;
una brecha en la frente,
primera sangre,
como Caín y Abel
palpas el miedo,
intuyes el poder
de una piedra desnuda.
Hay un momento,
breve y confuso,
en que crees que puedes
cambiar el mundo.
El mundo parece un ente impasible.
Sólo podemos
escupirle a la cara,
con el desprecio
de la inocencia rota.
Sólo un momento,
breve y confuso.
El mundo es un dragón que duerme
sobre un lecho de aguas inciertas.
EN LAS NUBES
Adolescente fui en días idénticos a nubes.
Luis Cernuda
Parecías flotar sobre las cosas,
ligeros los pies, el corazón roto
y recompuesto en cada estación,
a cada paso.
Transparente, el mundo
se ofrecía voraz ante tus miedos,
como primera caricia incendiaria.
Pisabas suelo y cielo
envuelto en una llama de pureza
que no se consumía.
Eran tus ojos rayos
que limaban las durezas del mundo.
Ignorabas que es siempre
más dura la caída.
DECONSTRUCCIÓN
Yo era un niño temeroso que miraba,
con el pudor pequeño de los pájaros,
el mar en la ventana como cuadro
sin firma, como un deseo lejano.
Quise romper la burbuja del tiempo
con un tallo de azucena, endulzar
el desfile febril de los relojes,
pintar bigotes a la pesadilla
de las noches extrañas.
Yo era un muchacho que levantaba
las faldas a la mañana, buscando
lo sagrado en la onda que se expande
como las galaxias desconocidas;
en el vértigo del acantilado,
en la palabra intuida tras la puerta,
en el silencio que sigue a toda sinfonía.
Recorrí el mundo sobre muletas de papel,
oí el estruendo de las ciudades,
el lamento de las piedras, la risa
forzada en todas las celebraciones,
asumí la agonía de las bestias.
Volví y comprendí que no había entendido nada.
Escribí versículos que consagré al fuego
del exterminio, un vacío que aúlla,
un bloque de metal sin brillo.
Tan sólo me queda una dosis
de espanto en la mano derecha
y un poco de asombro en la mano izquierda,
ya tan sólo me queda
cerrar los ojos y empezar de cero.
DE RAÍZ
La debilidad.
Quizá es cierta,
pero tengo un cuerpo
que es una fortaleza alada.
Tulia Guisado
El dolor es sólo para los vivos,
a los muertos ya les llegó su tregua.
Es agudo el dolor,
punzante la palabra que lo nombra.
Queremos arrancarlo de raíz,
como una muela podrida, un recuerdo
malsano, una astilla envenenada,
sin saber que nos hace
herederos del aullido animal,
que es consigna común,
puente de piel entre todas las islas.
Sentimos el impulso irrefrenable
de limpiar la herida,
de extirpar la bala del corazón
invisible dentro del corazón
y convertirlo en fortaleza alada,
aunque al hacerlo saquemos simiente,
metralla con nuestro nombre grabado.
[Poemas seleccionados y cedidos para la revista por el autor de
Hilo negro (Ed. Juglar, 2022)]
Pedro Sánchez Sanz (Sevilla, 1970) Licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Sevilla. Reside en Jerez de la Frontera, donde se dedica a la docencia. Ha publicado una colección de relatos, Huidas imposibles (2011) y varios volúmenes de poesía, los últimos, Abisales (2015), Razón de las islas (2017), Refugio en el vuelo (2019) e Hilo negro (2022). Ha recibido diversos premios por su producción literaria, entre ellos el Premio Internacional Platero de Relato, del Club del Libro en Español en la O.N.U. (Ginebra, Suiza) y el Premio Internacional de Poesía Rilke. Ha traducido y publicado una antología del poeta británico Edward Lucie-Smith, Hacia el silencio (2016) y una selección de poetas portugueses, Voces de Portugal (2017). Entre 2018 y 2022 ha traducido y publicado los libros de poesía Éter, de Sandra Santos, Terca marea, de Manuel Neto dos Santos e Hilo de plata y ceniza, La belleza de los tulipanes y Lo real lo arrasa todo de Isabel de Sá, así como numerosas traducciones de poemas en revistas literarias, tanto impresas como digitales. Co-dirige Juego de Espejos, colección de cuadernos de traducción poética.