Juan Carlos Gómez Sánchez: La pierna eterna

(Foto: Cortesía del autor)

¿Qué estás haciendo? Sí, te hablo a ti, sos un hijo de puta, no me pones atención cuando te hablo, te estoy hablando a ti gran cabrón, te lo digo molesto porque no me pones atención porque al parecer lo que te diga te resbala. Te hablo con la mano en el corazón que al verte ahí tirado me salta de la congoja. Me salta al ver tu indiferencia a lo que te digo. Eres un cara de mierda, no atiendes lo que te digo. Te vas a morir. Te he dicho que con esa pierna que parece mirarme y tú lejos de manifestar dolor te sonríes como si entre más se abre la pierna entre más sangre más placer te da. Tú estás suficientemente grande para entender que si te quitas los vendajes de esa pierna que tienes en carne viva, sangrará, no puedes seguir descubriéndote esa pierna. Sé que te molestan mis reproches, pero tú no haces nada para evitar que me moleste y sólo haces que se prolongue el daño en tu pierna. Te sonríes, cada vez que te digo algo, te burlas, buscas desafiarme de que no sientes dolor y no te importa si cuando imagino creo que te duele porque lo que yo crea no vale de nada para ti, me miras como diciendo que no tienes dolor que el necio soy yo, que estás bien así como estás. Veo en tus ojos, puedo leer tus palabras que vendrán, escucho el sonido de tus palabras que reprochan mi recriminación porque te estorban, no te interesa ni te importa lo que te sucede. Piensas que nadie tiene que meterte en tus asuntos, de ahí tus ojos que se mueven como muñeca chocha, se te saltan los ojos como si tuvieras rabietas al escuchar mis palabras. Te decís a ti mismo qué quién soy yo para decirte qué hacer. Sabes que todo lo sé y también sé que desde que te ocurrió el accidente, encontraste la felicidad y la paz. Ves que te ríes porque acierto al decirte tus pensamientos. Te sorprende que pueda decirte todo lo que piensas y sientes. Crees incluso que estoy loco, pero aquí el único loco sos vos al no darte cuenta de la gravedad de tu salud con esa pierna desnuda de piel. Cómo puedes pensar tanta estupidez, de verdad estás demente al pensar que llames felicidad a que te atropelle un auto y te deje desde la rodilla al tobillo sin piel, en carne viva, sangrando, a eso le llamas felicidad. Qué largo estás tú de saber que significa la felicidad, si tú supieras el contenido de la felicidad, no dirías que esto es felicidad. Cada vez que veo tu cabeza y escucho que van a salir palabras de tu boca me da dolor de cabeza. Llamas felicidad a ser atropellado porque tú no valoras la vida, nunca le has dado la importancia a la vida, antes de que te ocurriera el accidente tú ni siquiera te levantabas para saludar. Nunca te importó levantarte temprano para ir a buscar un trabajo. Tú no tienes la mínima idea de tocar una puerta para buscar trabajo. Siempre andas detrás de la vida fácil, a ti la vida te ha dado oportunidades que dejaste pasar, te decidiste a pasar pidiendo dinero en las esquinas de los semáforos, pidiendo dinero a los transeúntes del parque. Te parecía un tedio estar pide que pide y que no te den dinero al verte joven y fuerte. Te dicen que busques un trabajo. Nadie conoce de tu incapacidad, desde niño fuiste diagnosticado de esquizofrenia. No tienes capacidad mental estable para trabajar como lo hace la gente normal. La verdad tú no eres normal, ve como tienes esa pierna. Escúchate las idioteces que dices. A la mierda, tú quédate con tu pata que se pudra cada día más que yo seguiré mi camino.

 

 

 

Juan Carlos Gómez Sánchez, (San José, Costa Rica, 1959). Abogado especialista en Impuestos, escritor y periodista, profesor Universitario. Además de sus novelas: “Escandaloso sacrilegio la Inocencia”, “La Niña de la piel prohibida”, “No te sueltes de mi mano” y “Solo ella puede coserme la herida” y «El rey de las fugas», tiene publicado un libro sobre política, corrupción y fraude fiscal. Su obra se caracteriza por el ahondamiento en la problemática social y humana.

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