Bernardita Maldonado: voz de fuego desgarrando el aire
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LA CASA HA EMPEZADO A ARDER
Como si una bengala cayese sobre el blanco de un página
O sobre el blanco silencio de dios
Alguien abrió las puertas y dejo salir a los niños a la llamarada de este día.
¿quién quema ? ¿quién arde?
En la plenitud de esta blancura
¿quién quema ?
Cuando abrazo todos los cuerpos que distingo entre las sombras
Voz del fuego desgarrando el aire
Voz que conoce
Toda la sal de nuestras quemaduras
Que conoce todos y cada uno de los cuerpos de la pira
Y nos eleva desde un lecho de tizones
Y otra vez nos pone en el camino exacto, dulce e irremediable
De nuestras quemaduras.
LOS POTROS DEL MAR
Entregádme los potros del mar
Solamente a los potros del mar
A las patas espumeantes de su carrera
Hasta la orilla bastarda sin bucaneros
Con puerto de llegar y no de partir.
Entregádme sus hocicos convulsos
A los hálitos del fuego de su resuello.
Entregádme al galope enjaezado de sus crines
¡Qué retumbe la tierra con toda su historia
Y todas las mentiras de los libros!
Entregádme a los potros del mar
El alma hacia la isla
Las lágrimas hacia Alicante
Os los suplico
¡Entregadme los potros del mar!
¡Entregadme a los potros del mar!
EL POEMA
Es un fragmento del desprendimiento universal
Del inicio de los tiempos
Es la astilla de la primavera después del diluvio
Es la raíz del olivo del huerto de Getsemaní
Es una garúa fingiéndose nube
O fingiéndose charco
Es el duro esqueleto del croceptirigio
El suave movimiento del élitro
Que sedimentaro limos de fondo
Es el nudo
El quipu
La piedra del sacrificio
Y la piedra filosofal
Recibiendo lenta
Este despedazarse del mundo
Esta niebla blanda
Cayendo sobre el corazón de los seres y de las cosas.
LAS PALABRAS
Una promesa dentro de otra
Como pepitas de calabaza
Agitada por el sacerdote del ritual
Sacudirlas y presentir el peso y la coloratura
De una sobre otra.
En el inicio de todas las ceremonias
Las palomas se inmolan sobre la piedra
Las barcazas sedientas
Son arrastradas hacia el delta final
Figuras
Cereales
Pájaros
Son borrados por ventiscas ecuatoriales
En media tempestad
En un eje de cielo y sol
Las palabras nos sostienen.