Pedro Poitevin: un fluir delicado de la mente

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GACELA

Antes de que la voz solar dijera “lluvia»,
los cometas formaron la primera lluvia.

Una mujer en nubes supo cuánto ansiaba
la lengua de su amante que ella fuera lluvia.

En los ojos de estatua con que mira el cielo
el mendigo, no hay nada, ni siquiera lluvia.

En el parque dos jóvenes caminan juntos.
En la hierba su sombra, y en la acera, lluvia.

Cuando emigré a Illinois con mi paraguas negro,
salí solo a escuchar la mensajera lluvia.

En el verano sueño que en otoño escribo
lo que olvido en invierno: primavera; lluvia.

Fuimos sobre la arena dos arpegios breves
que tocó la sutil titiritera lluvia.

Era un fluir delicado de la mente al mundo:
no era riego cabal de cántaro; era lluvia.

La nota que dejó en mi parabrisas ella
parecía editada por la austera lluvia.

Soy la piedra que sueño y lluvia y tiempo escriben,
pero también soy Pedro que escribiera lluvia.




EVANESCENTE

El mundo es una esfera sobre un plano
que se dilata indefinidamente.

En este punto yo; en aquel, mi hermano
ayer desvanecido en el poniente.

Aunque él yazca en el plano y yo en la esfera,
una línea nos une desde el polo.

Si me muevo, él se mueve a mi manera.
Si él se mueve, me mueve el no estar solo.

Ambos vamos en pos del infinito
por dos tenues senderos sobre el pasto.

Yo me aproximo al polo que medito
y él se aleja inconsciente hacia lo vasto.

Sin embargo, aún vislumbro a mi gemelo
en la estereografía del consuelo.




SUEÑO DE LA CERCANÍA


Duermo en la casa contigua
a la casa que está al lado

de la casa que está al lado
del corazón de la Antigua,

el corazón de la Antigua
reticulado y bifronte.

Reticulado y bifronte
es también mi corazón,

y es también mi corazón
la casa en el horizonte,

                 * * *

la casa en el horizonte
atrás del volcán que está

atrás del volcán que está
aquí, no lejos del monte.

Aquí, no lejos del monte
envuelto en neblina ambigua,

envuelto en neblina ambigua
me despierto y me imagino

me despierto y me imagino
duermo en la casa contigua.




LLEGA POR FIN EL AMOR

Llega por fin el amor
en su fase germinal,
y tú lo siembras jovial
en tu maceta mejor.
Luego florece la flor
y madura tu alegría,
hasta que entiendes un día,
mientras riegas tu maceta,
que el amor era una treta
que tendió la biología.


Pedro Poitevin (Friburgo, 1973) es doctor en Lógica Matemática y profesor en Salem State University, en Massachusetts, EUA. Sus poemas en inglés y español han aparecido en Rattle, River Styx, y la Revista de Poesía de la Universidad de San Carlos de Guatemala. Su primer libro de poemas, titulado Perplejidades, fue publicado por Cooperativa La Joplin en México, D.F., en el 2015.  https://twitter.com/poitevin  

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