María E. Blanco: Un fantasma de Charles Baudelaire

(Foto cortesía de la autora)

XXXVIII

UN FANTASMA

I

LAS TINIEBLAS

En los fosos de insondable tristeza
a que el Destino ya me ha relegado,
do nunca entra un rayo alegre y rosado,
y solo con la Noche, gris guardesa,

yo soy como un pintor que un Dios burlón
sobre tinieblas condena a pintar
y, cual cocinero, a hervir y tragar
con fúnebre apetito mi corazón.

Un espectro hecho de gracia y esplendor
brilla, se estira y crece por instantes.
En su oriental talante soñador,

cuando alcanza su talla más grandiosa,
reconozco a mi bella visitante:
¡es Ella!, negra y no obstante luminosa.

 

II

EL PERFUME

¿Alguna vez, lector, has respirado,
lleno de ebriedad y de fruición lenta,
el incienso que en la iglesia se asienta
o de un sobre el almizcle inveterado?

¡Hondo y mágico rapto que suscita
en el presente el ayer renovado!
Así el amante sobre un cuerpo adorado
saca del recuerdo la flor exquisita.

Desde su elástico y frondoso pelo,
vivo estuche, de la alcoba brasero,
emanaba un olor salvaje y fiero,

y de su ropa, gasa o terciopelo,
impregnada de pureza de niño,
se desprendía un perfume de armiño.

III

EL MARCO

Como un bello marco añade a la pintura,
aunque sea de un pincel muy afamado,
un no sé qué de extraño y encantado,
que la aísla de la inmensa natura,

así, joyas, muebles, metales, dorados,
a su belleza rara se adaptaban;
su perfecta claridad nada ofuscaba
y todo hacía de borde a su decorado.

Hasta se hubiese dicho que creía
que todo deseaba amarla; hundía
su desnudez tan voluptuosamente

en el beso de lencería y satín
que, a cada gesto, lenta o bruscamente,
era, en su gracia infantil, a un simio afín.

IV

EL RETRATO

La Enfermedad y la Muerte convierten
en polvo el fuego que en nuestro altar ardió.
De esos ojazos tiernos y fervientes,
de esa boca en que mi pecho naufragó;

de esos besos, cual bálsamo poderoso,
de esos ímpetus, más que el rayo vivaces,
¿qué queda? ¡Oh, alma mía, es espantoso!
Sólo un bosquejo pálido a tres lápices,

que, como yo, en soledad morir espera.
y al que el Tiempo, viejo injurioso, imparte
un diario restregón con su ala severa…

Negro asesino de la Vida y del Arte,
¡no matarás jamás en mi memoria
a aquella que fue mi placer y mi gloria!

(Traducción de María Elena Blanco)

XXXVIII

UN FANTÔME

I

LES TÉNÈBRES

Dans les caveaux d’insondable tristesse
Où le Destin m’a déjà relégué ;
Où jamais n’entre un rayon rose et gai ;
Où, seul avec la Nuit, maussade hôtesse,

Je suis comme un peintre qu’un Dieu moqueur
Condamne à peindre, hélas ! sur les ténèbres ;
Où, cuisinier aux appétits funèbres,
Je fais bouillir et je mange mon cœur,

Par instants brille, et s’allonge, et s’étale
Un spectre fait de grâce et de splendeur.
À sa rêveuse allure orientale,


Quand il atteint sa totale grandeur,
Je reconnais ma belle visiteuse :

C’est Elle ! noire et pourtant lumineuse.

II

LE PARFUM

Lecteur, as-tu quelquefois respiré
Avec ivresse et lente gourmandise
Ce grain d’encens qui remplit une église,
Ou d’un sachet le musc invétéré ?

Charme profond, magique, dont nous grise
Dans le présent le passé restauré !
Ainsi l’amant sur un corps adoré
Du souvenir cueille la fleur exquise.

De ses cheveux élastiques et lourds,
Vivant sachet, encensoir de l’alcôve,
Une senteur montait, sauvage et fauve,

Et des habits, mousseline ou velours,
Tout imprégnés de sa jeunesse pure,
Se dégageait un parfum de fourrure.

III

LE CADRE

Comme un beau cadre ajoute à la peinture,
Bien qu’elle soit d’un pinceau très-vanté,
Je ne sais quoi d’étrange et d’enchanté
En l’isolant de l’immense nature,

Ainsi bijoux, meubles, métaux, dorure,
S’adaptaient juste à sa rare beauté ;
Rien n’offusquait sa parfaite clarté,
Et tout semblait lui servir de bordure.

Même on eût dit parfois qu’elle croyait
Que tout voulait l’aimer ; elle noyait
Sa nudité voluptueusement

Dans les baisers du satin et du linge,
Et, lente ou brusque, à chaque mouvement
Montrait la grâce enfantine du singe.

IV

LE PORTRAIT

La Maladie et la Mort font des cendres
De tout le feu qui pour nous flamboya.
De ces grands yeux si fervents et si tendres,
De cette bouche où mon cœur se noya,

De ces baisers puissants comme un dictame,
De ces transports plus vifs que des rayons,
Que reste-t-il ? C’est affreux, ô mon âme !
Rien qu’un dessin fort pâle, aux trois crayons,

Qui, comme moi, meurt dans la solitude,
Et que le Temps, injurieux vieillard,
Chaque jour frotte avec son aile rude…

Noir assassin de la Vie et de l’Art,
Tu ne tueras jamais dans ma mémoire
Celle qui fut mon plaisir et ma gloire!

(CHARLES BAUDELAIRE / Les Fleurs du Mal)


María Elena Blanco es autora de numerosos poemarios, entre los que sobresalen Posesión por pérdida(Grupo Barro, Sevilla y Ed. Libra, Santiago de Chile, 1990); Corazón sobre la tierra / tierra en los Ojos (Vigía, Matanzas, Cuba, 1998); Alquímica memoria (Betania, Madrid, 2001); Mitologuías – Homenaje a Matta (Betania, Madrid, 2001); Danubiomediterráneo (Labyrinth,Viena, 2005); El amor incontable (Vitrubio, Madrid, 2008) y Habanidad. Antología poética bilingüe 1988-2008 (Baquiana, Miami, 2010), Sobresalto al vacío (Mago Eds., Santiago de Chile, 2015) y Botín Antología personal (Bokeh, Leiden, 2016).
Asimismo ha publicado formidables ensayos como Asedios al texto literario (Betania, Madrid, 1999); Devoraciones, Encuentro de la cultura cubana Nº 10 (1998), Madrid; De utopías y Cuba, Revista Crítica Nº 78 (1999), Universidad. Autónoma de Puebla, México; Del lugar común, Revista Crítica Nº 90 (2001-2002), Universidad. Autónoma de Puebla, México; y Sueño cubano en África – I y II, Encuentro en la red, 16 febrero 2001, estos últimos y otros recogidos en el volumen Devoraciones. Ensayos de período especial (Almenara, 2016).

Charles Baudelaire. Poeta y crítico francés, principal representante de la escuela simbolista. Nació en París el 9 de abril de 1821 y estudió en el Collège Louis-le-Grand. Sus primeras publicaciones importantes fueron dos cuadernillos de crítica de arte, Los salones (1845-1846), en los que analizaba con agudeza las pinturas y los dibujos de artistas contemporáneos franceses como Honoré Daumier, Edouard Manet y Eugène Delacroix. Su primer éxito literario llegó en 1848, cuando aparecieron sus traducciones del escritor estadounidense Edgar Allan Poe. Animado por los resultados, e inspirado por el entusiasmo que en él suscitó la obra de Poe, a quien le unía una fuerte afinidad, Baudelaire continuó traduciendo los relatos de Poe hasta 1857. La principal obra de Baudeleaire, una recopilación de poemas que lleva por título Las flores del mal, vio la luz en 1857. Su siguiente obra, Los paraísos artificiales (1860), es un estudio autoanalítico basado en sus propias experiencias e inspirado en las Confesiones de un comedor de opio inglés, del escritor británico Thomas De Quincey. A partir de 1864 y hasta 1866, Baudelaire vivió en Bélgica. En 1867, aquejado de parálisis, regresó a París, donde tras una larga agonía murió el 31 de agosto.

Considerado hoy como uno de los mayores poetas de la literatura francesa, Baudelaire poseía un sentido clásico de la forma. Entre sus obras destacan, además de las ya citadas Pequeños poemas en prosa, sus diarios íntimos Cohetes, y Mi corazón al desnudo. Todas ellas se publicaron tras la muerte del autor, en 1867.  

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