Juan C. Mirabal: voz antigua acomodando el nuevo mundo
Espejo mágico
No sé si eres la muerte. Sé que estás en mi pecho.
Jorge Luis Borges
Para deshabitar la muerte
y devolverle el retrato de su monólogo en sombras
y garabatear sin excesos su desarraigo nupcial,
su pájaro inédito de cicatriz nocturna,
su laurel jubilado de desobediencia,
déjale envejecer su ansia de orfandad,
aliméntale el desorden como a un maniquí
sin patrimonio ni espejos, disponle la cama
para que se ahogue en sus ríos.
Y si aún no es suficiente
enamórala sin repetir
las mismas mentiras.
Atril del beodo
Cómplice de campana ecuestre
se amarra al oficio bélico
de flauta itinerante por la sombra,
voz antigua acomodando el nuevo mundo
al eco de las fábulas.
La muerte retoña en pez el silencio del anzuelo,
un pelo de Dios repartido por las pirámides del mundo.
Qué máscara no es soledad,
patria lavada en espejos animales.
Los usureros educan a sus hijos para que no sufran,
pero tuercen el clavel en los manuscritos del ala.
El rostro de la fábula
El hombre es enemigo de lo que ignora.
Proverbio árabe
Se acercan los camellos,
símbolos de resplandores, sobre la infinita arena.
El feroz olvido renueva viejos rostros
en su cuartel sangrado de euforias.
Nieva en los métodos un prodigio.
Una estela inconforme de disfraces
recompone el fuego de los aromas.
En medio de las pisadas tiembla una voz
solfeada de antorchas al fondo de las conspiraciones.
Un arcón, un ojo de cera apuntala los confines
de loto azul en arcilla
y velo de niebla.
Crecen las palmeras protegidas por el mito,
los signos que en la piedra permanecen,
la cosecha estival en el rostro de la fábula,
el coro de la muerte que descansa en cada huella.
La imaginación como refugio de los enigmas
contra la llama que arrastra el tiempo del ardor
cuando llueve un cielo faraónico de invisible esmeralda.
Feliz encuentro con Eva
No me amarren al fondo
Yo fui muchas veces a Dios
Nuvia Estévez
En la vehemencia del orador
el mundo
es un techo sin salidas,
el dolor, un pez espía
que guarda su nariz
en la cruz que amamanta a los muertos.
Sin embargo tu nombre,
como un panal de silencios,
invita el viento a las ventanas,
enhebra susurro de lábaro en el tiempo.
Cuando el olvido es la única identidad,
¿la muerte es familia?
Cuando el tiempo es un coro sin voces,
tu ausencia es sonora.
Tú eres
el vértigo de las moralejas,
la madre de los nombres.
El perdón,
la ovación de la eternidad.
En ti el paraíso sobrevive
Solo tú sabes cuáles nupcias,
cuáles el TE DEUM y la ausencia auditada en llanto,
cuáles tramos de luz y sol en cofradía
de ángel obediente en su tapiz de hipérboles
nocturnal bajo el incienso de la historia.
Amorosa de tres infiernos
en ti el paraíso sobrevive,
en mí padece la paloma de tu niñez,
gota a gota juntando la noche en el ojo
la sangre que hospeda el zodiaco de la muerte.
Cuando nos abrazamos
el lagar de las mieles se inunda,
diluvia altar el loto de profecías
y bailamos con un pez de luz
clavado
en el fango del cielo.
Estrofa de silencio
Pasaste rozando con tu cuerpo las ramas del paraíso
Juan Rulfo
He vuelto donde la muerte
dijo tu nombre por primera vez
y el coro de todo tu arrebol
eleva una ternura que me sobrepasa.
Si fuese flor en la ovación del pez,
si pira en la pulpa del tiempo y sus epístolas,
o el ángel disuelto en las cantidades de azar,
no me iría nunca de tu epitafio,
de tu modo de estar
como una niebla
en mi alegría.
[Poemas seleccionados por el autor de Conjuro de diamantes, Pimigenios (2021)]
Juan C. Mirabal. Poeta y fotógrafo nacido en Cuba. A los veintidós años publicó sus primeros poemas en su país natal, poco tiempo después emigró en balsa a los Estados Unidos. Poemas suyos han aparecido en revistas culturales impresas y en medios digitales en USA, España, México y en diferentes antologías.
Tiene publicado los libros de poesía “Rehén de las olas” con la editorial Cambridge BrickHouse, el cual presentó en la edición 37 de la Feria del Libro de Miami 2020 y “Conjuro de Diamante” con la editorial Primigenios. Reside en Miami con su esposa y sus tres hijos.