Olga Bula: me duelen las manos de atrapar guijarros

Foto: Cortesía de la autora

Una lavandería en Mumbai

Desde el borde de la carretera
veo filas de cuerdas azotadas por el viento,
saris de colores como pájaros al vuelo,
perros famélicos en busca de sombra.
Una lavandera refriega
el sudor de otros cuerpos
sobre piedras desnudas.
Siento un temblor frío,
me desvanezco,
mis manos se pudren
de quietud.
 
 
 
La corona ladeada

Si hubieras sido esa mujer que va por ahí,
decía mi padre,
mujeres perdidas que veía pasar por las calles adoquinadas
de una ciudad que alguna vez fue luminosa
o frente a la casa solariega de la infancia.
Mi padre también decía
que la reina Isabel sufría, como cualquier mortal,
de profundas jaquecas que le ladeaban la corona.

Guijarros

Me duelen las manos
de atrapar guijarros
que se entierran bajo los pies
y ahora son rojas las piedras del camino.

Madre

Ahuyento la noche
como espantando
lobos con antorchas.
Lanzo piedras blancas
y la bruma las atrapa.
Madre:
Temo el día que me obligue
a nombrar todo lo tuyo.

Arte poética

Conservo unas pocas líneas,
símbolos inseguros de los días,
lamentos que dirijo a ninguna parte,
privilegio de piedras y océanos,
exigua simulación del recuerdo.

Litoral

Algas zalameras que esquivan corrientes y medusas
olas que arrastran mi agonía
isla amarga, isla dulce, isla atormentada.
Intento sujetarme al horizonte
pero el mar no deja de nombrarme.
Es el sueño recurrente de mi propio naufragio.

En un canal de Ámsterdam

Me hubiera gustado ser una puta del barrio rojo
enjaulada en un escaparate con luces de neón,
sin más compañía que mi sombra.

Las palabras

No creo en la poesía.
Falsifica el olor de la guayaba y los ciruelos,
simula luchas vacías del corazón,
adorna temperamentos oscuros
de hombres que se fingen buenos.
No salvará siquiera el tiempo que me acecha.

Canción falsa

He oído el canto secreto de los maoríes,
es mío el olor del mandarino,
son ajenos los sueños que se adivinan bajo el sombrero.
Estoy atrapada en una canción falsa
que no termina de convertirse en poema.


Tres miradas a Palestina entre el Jordán y Faluya 

Ocupación
Entre el cielo y el agua del Jordán
desde la otra orilla
un hombre piadoso,
acurrucado de vergüenza,
se estremece al oír la canción de la infancia.

Inmolación
Fragmentos de fuego y acero
revueltos entre olivos y cipreses,
restos de piel que flotan en un charco de lágrimas,
rompecabezas de huesos y cartílagos.

Camposanto
Camino cementerios
entre piedras cansadas
y gatos que esquivan el olvido.
A mi paso por Faluya
miles de niños sin país,
sin tiempo para ser niños,
se pudren en tumbas roídas por el odio.

Olga Bula (Sahagún – Córdoba, Colombia) Vive en Bogotá.  Egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Externado de Colombia con Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Libre de Bruselas y Especialización en Relaciones Internacionales de la Universidad de Los Andes. Su trayectoria profesional la realizó en Bogotá, París, Nueva Delhi y Camberra. Su pasión por contar historias la llevó a cursar las Maestrías de Escrituras Creativas en la Universidad Nacional y de Literatura en la Universidad Javeriana. Autora de tres libros: uno de cuentos, La noche de los cangrejos (El lobo está en el bosque Libros, 2020) y dos de poemas, La bruja de San Antero (edición bilingüe español- inglés – Corazón de lobo Editores, 2022) y Canción Falsa (edición trilingüe español- inglés-griego – Corazón de lobo Editores, 2023). Librera y editora de El Espantapárrafos.

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