Agustín Labrada: un barco varado en la nieve

SEGUNDO POEMA DEL VIAJE

Recordarás el viaje en un tiempo difícil,
donde la tempestad
no fue del todo fiel a sus poderes.
A la hora del caos,
alguna coordenada
dictó los privilegios de tu simple victoria.
No has descendido tanto,
un poco de claridad te salvaría.

Dos espejos ha tenido el viaje
y en los dos te has mirado.
Otros murieron en hazañas inútiles
sobre la curva de sus palabras,
y sueñan con una grandeza
semejante al desierto.

No concilies las sentencias finales,
pues el principio
no ha cesado en la tumba de Adán,
y omitir esas páginas
desgarraría a tu existencia el nombre.

El mayor triunfo ha sido
leer en tus lealtades
paso a paso sobre esta embarcación,
donde no buscas la majestad de los halcones,
sino los rostros fragmentados
del que regresa libre de un tiempo difícil.


LA NIÑA ESCAPA EN TRES VENADOS HACIA EL FUEGO

La niña escapa en tres venados hacia el fuego,
no la sueñes junto a esas márgenes celestes.
Tú habías esperado su llovizna,
navegabas ya en los pinos de diciembre
y tropieza de pronto tu vuelo anochecido.

Las distancias enrojecen tus fotos
y arden en ellas mis colores,
como tus ojos vencidos por el viento.

Algunos trazan finísimos juguetes,
nos inventan fábulas de dulces acordeones,
entretejen con sus hierbas el vacío,
y al final huyen a sus jazmines
para no perder tan grises con la derrota del año.

Vendrán otros inviernos,
vendrá otra vez la muerte con su añeja ansiedad
preguntando por nuestras sombras hasta oír:
sufrieron el trapecio
de una provincia enmascarada;
y si no viene,
si se arrepiente al borde de su boina,
nadie enterrará angustiosamente la luna
sobre la hojarasca muerta de diciembre.


ESTA SENCILLA LUZ

Acosados para el Juicio Final,
defendemos esta sencilla luz
contra el rencor de la ciudad pequeña,
que envejece sin ganar la batalla.

Yo sigo tu música,
no importa cómo sea el otro amanecer,
si un pequeño ataúd
o algún rincón del Paraíso,
pues descubrí bajo tu falda el Universo.

Ellos no segarán tus flores.
Aquí amaneceremos
con el amor cerrándonos los puños
hasta que octubre
llovizne en su pureza nuestra rabia.

FRANCESCA DA LAS SEIS EN SU RELOJ DE PÁJAROS

Francesca da las seis en su reloj de pájaros,
todas las llamas,
su manzana partida que muerdo.
Ella viene a salvarte o a dibujar la trampa,
en el anochecer que lava los pecados.

Los soldados vienen de la tristeza
flotando en sus banderas,
los alquimistas dicen libélulas
y piensan alambradas,
tú has dicho miel pensando en sus ojos
y vuelves a Francesca un pez en el silencio.

Francesca no sabe de fronteras.


CON QUÉ LÁMPARA CRUZAR LA BAHÍA

Antes de que se mueran los veleros,
crecerán marinas nuestras alas.
Eva,
Adán
(pájaros que sin límites
aman en cualquier bosque.)

Los amigos cantan la amargura
del soldado que no volverá,
nostalgias de abuelos
ahogados por la promesa del trópico.
No llores tanto azul,
no habrá cuerdas para colgar tu nombre en la distancia.

El océano nos tocó desnudos,
nos bebimos cada precipicio,
niños al trepar por el viento
fuimos sobre una hoja en el verano.

Con qué pañuelo,
con qué lámpara cruzar la bahía,
con qué pájaros retener su mirada,
si se va mariposa que desfigura el aire,
si entre su canto y mi signo se erizan amplias redes
y yo sólo deseo
beber en su silueta todo el azul de mayo.

SI DESCUBRO UN JINETE EN LA CEREZA
será tu cuerpo de alas extinguidas,
minado por beber noches prohibidas
y transformar en polvo su belleza.

Esta sangre, nocturna y desatada,
reconstruye un relato, me confiesa
páginas que el terror y la pobreza
urdieron con tu piel de madrugada.

Son tus muslos veredas hacia un lago,
en cuya seducción siempre naufrago
y siento travesías de cristales.

Cuando vuelvo a la tierra nada es mío,
entre tú y yo sopla morado el frío,
nos condenan barajas y rituales.


NO EXISTE MAS OASIS QUE TU CUERPO

Mientras dura el relámpago,
ardemos lluviosos en su aroma
que ilumina tu cama
hasta volverla un bote,
donde está la pasión tras el diluvio.

Mientras dura el relámpago
—cuyas águilas roen nuestro ayer—,
somos bajo su lumbre
el cuchillo y la fruta
repitiendo un milagro en pos del alba.

Mientras dura el relámpago,
se deshace en un blues toda la niebla,
e inventamos un huerto
que también nevará
cuando muera la sangre en sus espigas.

Mientras dura el relámpago,
no existe más oasis que tu cuerpo,
un tango, un acordeón,
este abrazo profundo,
la certeza del agua que nos une.


VE COMO DANZAN
en mi sed los antílopes
cuando tu cuello
es la punta de un río,
desbocado hacia el sol.

CABALGARÍA
ardiendo por tus sábanas,
cantando un salmo
que hipnotice en tu vientre
orquídeas para el vino.




Si
esta
península
de alcatraces
es un barco varado en la nieve,
mi corazón es una isla
que navega hacia ti.


TE INVENTO EN EL ÓLEO
y nublas los pinceles
a flor de espalda.
Ni púrpuras ni sepias
inundarán tus senos.



CON FIEBRE VOY
al desgarrado cielo
que nos anuda.
Me duele esta alegría,
el tiempo de su llama.

ÁFRICA MÍA

El tiempo
trae frío a los árboles,
y él no regresa
a embriagarnos de mar:
libertad más desnuda
que mi cuerpo en sus aguas.

En cada sombra soy
más vieja que el invierno,
desde que vi mi granja arder
entre los cafetales y la noche.

La oscuridad
teje en mí sus rumores,
dos siluetas que son
un nudo en el recuerdo de la selva.

No hay cruces en su tumba,
una pareja de leones
se ama sobre la hierba,
danza su espíritu
en el baobab solitario…


Agustín Labrada, escritor y periodista cubano residente en Cancún. Es autor de los poemarios La soledad se hizo relámpago, Viajero del asombro y La vasta lejanía; la antología poética de la Generación de los Ochenta Jugando a juegos prohibidos; los libros de periodismo cultural Palabra de la frontera, Más se perdió en la guerra, Un paseo por el Paraíso, Seis caminos y Ellas están de paso; y el conjunto de ensayos críticos Teje sus voces la memoria.

Ha fungido como periodista, docente universitario y promotor cultural. En Cuba, dirigió la Sección de Literatura en la sede nacional de la Asociación Hermanos Saíz de Jóvenes Artistas; en México, la revista Río Hondo, el programa radiofónico Una puerta al mar y el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén. Ha obtenido diferentes premios de poesía, ensayo, periodismo y novela, y ha leído su obra en diferentes ciudades del mundo

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