Juan Pablo Roa: rasguños por el aire en movimiento




AL LADO y lado del arcén, como esparcidos,
los deseos en el paisaje
cambiante del automóvil que viaja
—pero el paisaje de adentro cambia aun más todavía—,
se lanzan, como desde una alta torre,
promesas de «un día volveré».
Pasan como rasguños por el aire en movimiento
desde un automóvil que no registra la conciencia
pero cuyo viaje aún perdura en ella.
Acolchada la conciencia con la promesa
de «mañana será,
volveré por los esparcidos,
y de seguro hablarán entonces también,
de mí, de mi paisaje»,
como si el viaje de regreso fuera un viaje aparte.

(como detritos de un crucifijo salvado por las olas)





DE ROSAS en el aire, de brevas maduras
era el aire en el jardín de tu casa,
de cal en los muros cuando el sol después de las lluvias,

y en un gesto imposible entre las costillas del tiempo
se expande en huerto y cabe el alto musgo
del monte, junto a helechos y a tus amados urapanes,
el alféizar, tus matas de mora, lucernas, lucernarios
y árboles frutales por los que pasa todavía
un niño entre setos y alamedas y el aire sabanero.

Más allá del término siempre la sabana,
la cumplida sabana que traía entero
tu vocabulario que es rosa perenne en el lienzo,
rosa continua, pomarroso florido de marzo
a marzo, bóveda de palabras que por entonces
eran ya cúpula y abrigo de esperanza;
palabras que hablaban ya de nosotros
sin nosotros saberlo a ciencia cierta.

Pero seguimos siendo de tu cumplido jardín,
del huerto de palabras que tiñe este lienzo,
como quien bebe y bebe y sin pensarlo la sorpresa,
la gran ola que llega y todo justifica,
el hallazgo en medio de la rutina
nos espera como barca en la rada,
como acontecimiento día a día pisoteado
y al final descubierto por tropiezo.

(pero el fuego sobrevive a la llama)




ix el sol groc com una grana.
JORDI PERE CERDÀ



ESCRITURA, poema,
escombros ajenos que sin embargo
entonan un acorde
propio, una música, un campo
que florece en campo ajeno.

Poesía, fruto de soledad
que en la palabra dada ya se sabe
compañía, un campo sonoro que contiene
ese huerto cerrado
en el que vamos siendo a la deriva.

Palabras del canto, rasguños
del grafito que se desgrana,
que se deshace en señales de humo
en linderos apenas perceptibles
marcados en el cielo de la hoja.

Ágata, guijarro que es tiempo
en la mano que escribe,
mano en la que arde lo momentáneo,
altas nubes que inquieren por un cielo
que no existe aunque se puede intuir.

(non per sola vanità)





«¿Pero quién, en usual ocasión,
verá sucesivos incendios en una misma calle?
IDA VITALE



ESCRIBO con mi lámpara
frente a la oscuridad del mundo
para que el canto permanezca.
Todo era un espejismo:
vivir, pensar, huir
eran un mismo trazo.

Algo rompe los cristales del mundo
y sus anchas orillas traen intemperie,
la insidiosa ventana que pone distancia
entre la mano que escribe y el mar de fondo

Bajo los huracanes de la noche
como un río que comienza a pasar
tras la tormenta,
una mano se abre camino
a través del papel
y la boca que escribe.

A tientas,
más allá del fondo de la neblina,
esa mano que escribe
escribe sin saber que sabe
lo que ahora sabe,
como follaje inscrito dentro de la llama.

Escribe
con las alas nocturnas
de quien conoce la caída
y sin embargo mira
hacia remotos aeropuertos.

Más cerca de la patria que la espera
que del paisaje al que se debe,
esa mano escribe en la noche
a sabiendas de que la noche corre
hacia los altos aires del deseo.


(entre los arrecifes de la noche)





(Estos poemas fueron seleccionados por el autor del recientemente aparecido en Madrid Cuaderno del Sur [El sastre de Apollinaire, 2019]).

Juan Pablo Roa Delgado (Bogotá, Colombia, 1967). Estudió Letras en Bogotá. Tras una estancia en Portugal e Italia (1993-1997) se radicó en Barcelona (España) en el año 2000, donde se desempeña como editor. Ha traducido obras de las poetas italianas Amelia Rosselli (Poesías, Ediciones Igitur, Montblanc, Igitur, 2004), Ana Maria Giancarli (Ediciones Amargord, Madrid, 2013) y Antonella Anedda (Desde el balcón del cuerpo, Madrid, Vaso Roto, 2014). Es fundador y director, junto con Roberta Raffetto, de la revista de poesía animal sospechoso, editada en Barcelona. Ha publicado los libros de poesía Ícaro, (Bogotá, 1989), Canción para la espera (Bogotá, 1993), El basilisco (México, 2007), Existe algún lugar en donde nadie (2011, XXXV premio de poesía Vila de Martorell de 2010, publicado en Palma de Mallorca por Lleonard Muntaner Editor y en 2017 por Pregunta Ediciones) y Cuaderno del Sur (El sastre de Apollinaire, 2019) recientemente aparecido en Madrid. En 2013 fundó la editorial Animal Sospechoso Editor, proyecto editorial nacido de la revista de poesía animal sospechoso (2002 – 2010).

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