Uberto Stabile: la certeza de todos mis errores





LOST IN TRANSLATION

Son las cuatro de la madrugada en un hotel de las afueras
[de Bogotá,
cansado y atrapado entre ausencias,
pasajeros en tránsito y sábanas limpias
aquí, al otro lado del mundo que no conoces
mientras llegan correos al teléfono
y los recuerdos colapsan el buzón de mi noche americana,
desordenados mi equipaje, los muertos
los amores y la botella de ron vacía,
últimos alientos de este perro viejo
sobre la cama desecha y los emigrantes que regresan
con los sueños perdidos y los pocos euros
de un mundo que nunca fue mejor.
Me gustaría brindar contigo por algo
dejar esta habitación frente al aeropuerto
y salir a borrar la lluvia que me difumina,
hoy podría caminar en cualquier dirección
sin que nadie me tuviera que olvidar.
La señora del asiento de al lado,
una mujer teñida de mediana edad
y algo en los ojos
me pide las galletas que nos dieron en el avión
y vio como guardaba en la mochila,
y yo no tengo ya nada que pedir
si no son las manos justas
en esta mitad del viaje y del poema
para conquistar la paz en Colombia
en tus ojos, en el desliz de mis manos
que ya se van solas sin necesidad ni reserva.
Hay en esta habitación restos de otros vuelos que no
[llegaron
manchas imborrables de sexo y frío
la platica iluminada de los insomnes
el abrazo tierno de los vencidos,
y ahora también mi edad tardía
un poema que hace años no escribí
por ese mismo miedo que ahora cede
frente al tiempo que lo atraviesa.
Aquí estoy amor, llamando a la puerta
para saber si tenemos la misma hora o solo andamos
perdidos en alguna conexión.




CUBA LIBRE

Nací el año que triunfó la revolución cubana,
durante 57 años he vivido y crecido
entre la duda y la excepción,
entre las canciones de Silvio Rodríguez
y las contradicciones de Calvert Casey,
entre el bloqueo y la reprensión.
A los 20 años me leí los Diarios
del Che Guevara en Bolivia
y todos los libros que mi padre traía de Cuba,
sobre Bahía Cochinos, el asalto al cuartel Moncada
o el viaje del Granma desde Veracruz.
Peregriné al Café Habana en México
entre la Morelos y Bucarelli,
donde Fidel y el Che se reunían,
pero ya solo quedaba café.
A los 48 años fui a Cuba
para conocer un paraíso que solo era trinchera
una escasez poblada y hambrienta
en una isla inquebrantable.
Hoy la noticia me sucedió en Colombia
como si de cerca la realidad fuera otra
que nunca fue del todo.
Ni el triunfo de Trump me roba los sueños
ni la muerte de Fidel aplaca mi hambre
a mí, como escribió León Felipe,
me han dormido con todos los cuentos,
y sé todos los cuentos.
Ando ahora empeñado en hacerme
un hueco en mi propia vida
en construir un lugar común
en compartir y empeñar el tiempo que me queda
corrigiendo con cuidado y mucho mimo
la certeza de todos mis errores.




LA GUERRA FRÍA

La joven que viajaba con nosotros
en el avión de Medellín
decía que su abuelo llegó a Colombia
escapando de la guerra fría en España
nadie le había contado que en el país de su abuelo
no hacía frío sino hambre
que fue una guerra que llamaron civil
aunque vivía en un país que la sufre desde hace cincuenta
años.
Tampoco enseñan que las guerras
son la consecuencia final del amor ciego
o la pasión de los mercados,
no enseñan que la economía es un arma letal
de destrucción masiva
en manos de financieras, iluminados y trileros,
que no son más inocentes quienes miran y callan,
que nadie es inocente frente al televisor.
De niño creía que la guerra fría
era una combinación imposible
como el oso hormiguero o la ensaladilla rusa
creía que la guerra era solo de mentiras
y tenía una maleta llena de soldaditos
que morían y resucitaban cada tarde
al salir de clase.
Se llamaba María, se quedó con mi libro de poemas
y la idea más o menos cierta de que la guerra
es todo menos fría.




LAS CALLES DE MEDELLÍN

Subo y subo todavía un poco más
una ladera casi vertical
donde la niebla envuelve y siento
caricias de chapa y adobe
alientos de perro bajo la lluvia
el silencio de las madres tras la puerta
música de arepa en la Comuna Ocho
Subo entre mujeres cargando
sueños en cubos de quince litros
para lavar o cocinar a fuego lento
esperanzas maíz y yuca
tender la ropa sin perder la vida y maquillar
con delicada tibieza el miedo
bajo el arte de las uñas.
Subo por la 93 y la 94
cruzo fronteras invisibles
soy la bala perdida que busca
inocentes chicos en el barrio
luciérnagas de hip hop
graffitis mudos
bacanos y efímeros actores en una guerra sin cuartel
donde las casas no tienen escritura pero siempre riman
Subo para saber si hay dolor en la piel
o son tus besos despedidas
para contar los pasos
para olvidar que nunca olvidaré.
Donde Medellín termina comienza el cielo
el taxi avanza por un paraíso complicado
agujeros de fuego cruzado y ausencia
una ciudad que se pinta los labios con sangre
espejo de vírgenes y fierro
penúltimo adiós
yo también te quiero
Subí para entender este poema
pero ya te habías ido
es el lugar que hacemos posible
cuando el amor nos falta
lo comprendí al bajar
donde Medellín termina comienza el cielo
yo también te quiero.




LA TORMENTA PERFECTA

Refugiados de la intensa lluvia en el boliche
a dos o tres cuadras del hotel
Antonio Orihuela con todos sus perros a cuestas
yo con ese mismo ayer de hoy.
El agua se arremolina sobre las cloacas de Sabaneta
los cholos beben y ellas bailan reggaeton,
el jadeo de los truenos se camufla en sus caderas,
también hay un matrimonio empapado
en aguardiente y ron
tratando de sortear sus propios pasos
y la vida que nunca les sonríe.
Y ella llega buscando refugio al bar,
para pagar el taxi que conduce, la comida y la casa
donde vive con tres hijos y su madre en Medellín.
A su padre – me dice- lo veía dos veces al año
y cada paliza superaba la anterior,
a los 13 un narco la violó y para salvar la vida
huyeron de la Comuna Ocho,
con 16 otro cagao la embarazó
quisieron que abortara pero ella se negó.
Al padre de la criatura se lo mataron a tiros
antes de que naciera el hijo,
y al chamaquito de seis
un coche lo atropelló en la autopista,
un día feo y fugitivo sobre una bicicleta robada.
Después siguieron los gritos, la palizas
y tres hijos de dos nuevas parejas,
el más pequeño con una extraña enfermedad incurable
como el valor que nunca le falta.
Ay jueputa vida la mia
Cuando cesa la lluvia y al despedirnos
me confiesa con los ojos destrozados
y empapada de vida hasta los huesos
que le dan miedo los truenos
miedo los truenos …




LA MITAD DEL VUELO

La víspera fue de tragos en el Bombay
los pelaos bailaban cumbias con las caguamas en la mano
bailaban bajo la lluvia
girando sobre sus propias vidas
solos
como solo bailan quienes ya no están.

Regreso a casa esquivando malevos
cruzando miradas de un one love
un tintico y una ducha rápida.

La siguiente noche la paso sin pegar ojo en el avión
algo de poesía debe haber aquí arriba
porque siempre que cruzo esta mitad del mundo
encuentro partes de un laberinto ya olvidado,
no importa si es pequeño detalle o profundo dolor
es algo que no puedo evitar y sucede
como sucede la memoria en cada encrucijada.

Hay paz en esta mitad del vuelo
la joven sentada en la ventanilla
pinta acuarelas y nubes sobre un cuaderno rojo
podría terminar aquí o volver a empezar
o quiźa huir
huir de todo cuanto deseo y oculto
como si la felicidad fuera una deuda impagable
o certeza floreciendo.






Regreso a casa esquivando malevos
cruzando miradas de un one love
un tintico y una ducha rápida.
La siguiente noche la paso sin pegar ojo en el avión
algo de poesía debe haber aquí arriba
porque siempre que cruzo esta mitad del mundo
encuentro partes de un laberinto ya olvidado,
no importa si es pequeño detalle o profundo dolor
es algo que no puedo evitar y sucede
como sucede la memoria en cada encrucijada.
Hay paz en esta mitad del vuelo
la joven sentada en la ventanilla
pinta acuarelas y nubes sobre un cuaderno rojo
podría terminar aquí o volver a empezar
o quiźa huir
huir de todo cuanto deseo y oculto
como si la felicidad fuera una deuda impagable
o certeza floreciendo.





Uberto Stabile (Valencia 1959) Poeta, editor, traductor y
gestor cultural. Director de Edita, Festival Iberoamericano
de la Edición, la Poesía y las Artes de Punta Umbría y del
Salón del Libro Iberoamericano de Huelva. Fundador de la
colección de poesía bilingüe y del encuentro hispano-luso
de escritores Palabra Ibérica. Premio Valencia de Literatura
y Premio Internacional de Poesía Surcos. Editor y director
de la colección de poesía mexicana Aullido Libros. Su
poesía ha sido recopilada bajo el título Habitación desnuda
1977/2007 y sus artículos bajo el título Entre Candilejas y
Barricadas
. Poemas suyos han sido traducidos al italiano,
portugués, inglés, búlgaro, turco, lituano, catalán y francés.
Es autor de las antologías: Mujeres en su tinta, poetas
españolas en el siglo XXI, Tan lejos de Dios, poesía
mexicana en la frontera norte
y de la antología de
microrelatos Un minuto de ternura.

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