Reina María Rodríguez: un lago como el ojo del mundo




SU MÚSICA

La partitura estará vacía.
En ella no aparecerá nada.
Como Constance comerá castañas romanas
y tú serás el genio.
Desapasionado, no persuasivo.
Una línea en blanco y sobre ella, de repente:
fagot, clarinete,
en el corazón de las muchachas que sonríen.
Hacia un espacio ascendente
(mordido por su boca)
el licor de la castaña ahora vacía, quieta.
Hay demasiadas notas esperándonos.
Opacos rumbos que tomaron los sonidos
de un destino.




PARA CUALQUIER ÁRBOL MUERTO

aquí
antes había un árbol
que quizás dio poca sombra
y alguna vez echó flores moradas
que pisamos sin querer.
antes allí había un árbol
hoy sólo está el tronco
donde me siento a pensar.
el tronco estaba enfermo
y alguien lo cortó.
pero es bueno sentarse en el tronco de un árbol
muerto aún al saber
que no crecerán sus ramas nuevamente
y que nunca podremos arrancar
de la tierra
sus raíces.




POÉTICA DEL OTOÑO

desde que no te veo
las cosas han perdido sus colores:
el búcaro dejó de ser azul
los amarillos desertaron
y no puedo decirte
qué colores atravieso.
hasta los canarios supieron hacer un nido
sólo nosotros que no sabemos ser pájaros
destruimos las plumas y el color.
ahora vendrá el tiempo de imaginar
si estás alegre al fin
o triste solo ni siquiera puedo pintar
la velocidad con que echo los meses en la sombra.
no tengo mapa donde hacerte un punto exacto.
me aburre la soledad blanca de los días
en fila el otoño llegó.
no espero nadie me espera
estoy en pausa en una pausa
como un lago como el ojo del mundo
mirando sin cesar para cerrar el agua.




EN PLENO MEDIODÍA

en pleno mediodía, las palomas
reacias al sol han bajado por sombra
y las parejas se abrazan tiradas en la hierba
húmeda y reseca del verano.
yo espero por ti que no eres nadie,
que no eres alguno,
bajo este mediodía cálido junto a la fuente
y comprendo la necesidad del querer
como los escalares
uno encima debajo del otro
en esta pecera sin fondo de la realidad.
(el loco de ayer ha vuelto -son recurrentes
los locos, los poetas-)
yo, con la misma ansiedad
también he vuelto a buscar mi sombra diurna
todavía puedo quedarme aquí
y no volver a otro sitio donde
una vez arriba, otra abajo,
intente derrumbarte contra la hierba
húmeda y reseca del verano.
 








Reina María Rodríguez (La Habana, Cuba, 1952). Licenciada en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de La Habana. Considerada una de las voces más importantes de la poesía cubana actual. Trabajó como redactora de programas radiales y dirigió la sección de Literatura de la Asociación Hermanos Saíz. Ha publicado en revistas de América y Europa, y su obra ha sido traducida a varias lenguas. Ha sido galardonada con el premio de poesía Julián del Casal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (1980 y 1993), premio Revista Plural de México (1992), premio Casa de las Américas (1984 y 1998), la Orden de Artes y Letras de Francia (1999), Premio Ítalo Calvino (2004), Premio Nacional de Literatura (2013) y Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2014). Entre sus obras destacan: Cuando una mujer no duerme (1980), Para un cordero blanco (1984), En la arena de Padua (1991), Páramos (1993), Travelling (1995), La foto del invernadero (1998), Te daré de comer como a los pájaros… (2000), Tres maneras de tocar un elefante (2004), El libro de las clientas (2005), Variedades de Galeano (2008), Otras mitologías (2014) y El piano (2016)

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