José Andrián Vitier: De la luz negra

Los colores primarios son tres: el Rojo, el Azul, y el Amarillo.

Pero también primaria y más antigua es la Ausencia de Color, a la que nadie menciona.

Un mal día, que era día gracias a los Tres Colores, la Ausencia de Color dijo con una sonrisa sutilísima:

«Y de ustedes tres, ¿cuál es el primero?»

«Sabido es que soy el primero del espectro», dijo el Rojo con suficiencia.

«O el último, según qué extremo», dijo el Azul, inflando los carrillos con argumentos cuánticos para una larga discusión.

«Eso será en los libros de Física», dijo el Amarillo. «¿Por qué me escogería a mí el Sol en su apogeo, si no fuera yo el Color Primario.»

«Me fascina la polémica», dijo la Ausencia de Color. «Pero, admitámoslo, en estos casos es mejor acudir a las Fuentes; preguntémosle pues al Sol y a la Luna.»

En su necedad, los Tres Colores la obedecieron.

Al oírlos, el Sol quedó perplejo, y su rostro se oscureció; un instante después la Luna se apagó. Estaba escrito: si el Sol y la Luna llegaban a dudar, en ese instante se apagarían.

El Rojo, el Azul, y el Amarillo perdieron la sorpresa de su color. Entonces sobrevino la Luz Negra.

Llegó, como quien dice, para quedarse, servida por su primigenio can, la Ausencia de Color. En su blasón había un agujero negro sobre campo de sable, y la divisa «el tiempo es hambre y el espacio frío».

Muchos años reinó. Pero no eternamente. Pues reinaba en el Tiempo, y el Tiempo no es nada. Y un buen día, que era día a pesar de que los Tres Primarios andaban de capa caída por el encumbramiento de su gran enemiga, un sabio que se llamaba simplemente Agustín escribió un susurró que llegó a todos los confines del universo: «Si dudo, existo.»

Y con esas Tres Palabras anuló aquel maleficio y puso las cosas y sus colores en su sitio. La ofuscación de los hombres, sin embargo, sigue siendo crónica, y a la época en que fueron escritas estas Tres Palabras se la llama, aún, la Edad Oscura.

José Adrián Vitier (La Habana, 1974) Escritor y artista cubano. Su obra narrativa permanece casi inédita hasta hoy. Ha traducido más de cuarenta libros, en su mayoría del inglés. Dirige la pequeña editorial casera Colección La Isla Infinita. Trabaja en la preservación y edición de la obra literaria de sus abuelos (Cintio Vitier y Fina García Marruz) y la música de su padre (José María Vitier).

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