José Kozer: lo apena el peñasco batido por las mareas
IMAGI MUNDI
Tenía dolores, no sentía sufrimiento.
Patear una piedra en un lugar del camino le parecía
peor que apalear a un
jamelgo, denostar de
Dios, usar expresiones
como cagarse en sus
muertos, la índole de
la piedra le impedía
reconocer como
propio el más mínimo
sufrimiento.
Anduvo entre guijarros como Cristo sobre las aguas, los
seborucos lo enternecían,
reaccionaba por igual
incluso ante la palabra
seboruco, se ponía a
acariciar la cabeza
pelada a la malanga
de sus hijos, el musgo
recubriendo la piedra,
los sillares de por vida
encajonados en antiguas
fortificaciones, castillos,
baluartes, lo desasosegaban.
La cruz de la crucifixión era de piedra, Dios un fanal en un
jardín petrificado de
dalias relumbrando
en la noche, los nardos
huelen a muertos, la
grama recién cortada
huele a lápidas
sacrosantas, no se
renueva la hierba,
mueren los insectos
de antemano, y del
menor contacto con
todo verdor cercano
al borde vertical del
mármol: eras frías.
Última hora de la arena
cayendo con precisión
en un reloj de arena, su
mecanismo lo controlan
día y noche las estrellas.
No se ve el menor
resquicio, observa con
atención, ajeno, igual
que observa los dolores
dimanando de su cuerpo
a ver si encuentra en sus
herniados testículos, sus
pies abrasados toda la
noche bajo la frazada, las
legañas impidiéndole abrir
los ojos por la mañana, las
almorranas, piedra y fuego,
achaques y dolencias,
indicios de sufrimiento.
En conclusión lo apena el peñasco batido por las mareas,
la cantera vuelta escombros,
la roca desmenuzándose
en el reloj de arena, su
perseverancia: no le
atañe. La piedra padece,
presiente en su origen el
deterioro concomitante, y
Dios la desaparición del
pedrisco, del balasto, la
arenilla, dunas, polvo,
lo extinto (por igual
desaparece): imposible
columbrar la Nada un
momento, contabilizar,
baladí, todo resto, toda
partícula.
JOSÉ KOZER. (La Habana, Cuba, 1940). Es hijo de padres judíos, emigrados a Cuba, el padre de Polonia, la madre de Checoslovaquia. Vive en USA desde 1960. Enseñó español y literatura en lengua castellana en Queens College, CUNY, de 1965 a 1997. Reside en Hallandale, Florida. Su obra ha sido traducida parcialmente a diversos idiomas, con libros en ediciones bilingües al inglés, portugués y ruso: ha sido publicado en numerosas revistas y periódicos, a la vez que ha sido estudiado en diversas tesinas y tesis doctorales. Entre sus últimos libros se encuentran Bajo este cien (dos ediciones, en México y Barcelona), Carece de causa (dos ediciones, Buenos Aires), Ánima (México), No buscan reflejarse (La Habana), Farándula (México), Tokonoma (Madrid), Índole (Matanzas, Cuba), De rerum natura (Sao Paulo, Brasil) y dos libros en prosa, Mezcla para dos tiempos y Una huella destartalada (México, Editorial Aldus). Visor editores de Madrid publicó una amplia antología de su obra titulada Y del esparto la invariabilidad; Monte Ávila Editores de Caracas publicó otra antología, Trasvasando. Es autor de 96 libros de poesía. Ánima ha sido publicado en Inglaterra en edición bilingüe (español/inglés) que tradujo el poeta australiano Peter Boyle, quien tradujo asimismo su libro TOKONOMA publicado en español en Amargord de Madrid, y que apareció en Shearsman en edición bilingüe y en una segunda edición sólo en traducción al inglés. Recibió el Premio de Poesía Pablo Neruda del 2013. Fondo de Cultura Económica publicó una retrospectiva de su obra titulada ACTA EST FABULA a finales del 2013, y Lumme editorial (Sao Paulo) publicó su poesía casi completa en 2017 bajo el título de NULLA DIES SINE LINEA. Es MONTGOMERY FELLOW desde el 2017.