Whigman Montoya Deler: con tal que me naciera un hijo
Esquejes
Si acaso pudiera ser como un arbusto
preferiría la Acacia del Negev
de mi inhóspito sur erosionado.
Si tuviera tan sólo pocas ramas
cortaría primero los brotes
algo similar a una uña
siempre por debajo de un nudo
quizás una falange:
el nacimiento de un hijo
bien vale perder parte de un dedo.
Si no brotara, quitaría las ramas tiernas
tal vez mi labio inferior que tanto adoras
o mi lóbulo de Buda.
No importa que se vaya la suerte
con tal que me naciera un hijo.
Si tampoco se diera
renunciaría a los tallos más gruesos y fuertes
¡seguro serían mis manos!
qué importa si no escribo unos versos
tan solo si tuviera un hijo.
Aún, de no nacer, amputaría las estacas
tan seguro como todavía estar de pie.
Qué importa que mañana no pueda
si de un brote, una rama, un tallo
o una estaca, me naciera un hijo.
Monotropa uniflora
Tú que te alimentas bajo tierra
y no conoces la luz
y eres más blanca que la propia luz
y das un toque a la tiniebla
así, vestida de novia
inclinada sobre tu único lado en flor.
Tú que eres el sonido nevado de una campana
en el silencio
dime: qué hacer con tanta oscuridad
cómo levantarme
apacible
entre tanta hojarasca de muerte.
Mimosa sensitive
Tocabas sus hojas sorprendido.
Eras un niño curioso frente aquella rama
dedo y tallo
sin parpadeo.
Ella abría las hojas nuevamente
y reías.
Fuiste también adolescente
la rama replegada del contacto
tallo y noche te cerraron los ojos
para siempre.
Detonante
Ecballium elaterium
Bajo la presión del agua, explotas.
Una mujer que se despierta en la isla
con un hijo.
Isla perdida.
Esa que no levanta la mirada
y ha extraviado el rumbo.
La misma mujer
sin ese hijo
es en potencia una mujer que despierta.
Atajanegro
En la intempesta isla
el mar azota a nuestra espalda.
El flagrum-diente de perro
muerde en cada lomo.
Garrotes y ladridos.
¿No bastan el peso y las cadenas?
Un negro en la noche huele a sal y a peligro
su guitarra pudiera ser letal.
Antes del gallicinium y antes que cante
me golpearás tres veces.
La isla llora.
Anacardium occidentale
La engañosa mordida de los años
y esa parquedad desbordante
te hacen parecer a la ardilla
con su mentira enterrada en mi patio
mientras guarda el botín en su boca.
Esa verdad que salta y arde
humea de rama en rama
mancha las manos
y hace llorar los ojos.
Ese fruto
falsa semilla
confundida con la engañosa mordida
/de los años
también te hacen parecer a la ardilla
que ocultó su verdad
y le ha nacido.
[Poemas pertenecientes al poemario Nudo gordiano (Ediciones Laponia, 2021]
Whigman Montoya Deler. Es Licenciado en Letras por la Universidad de Oriente (Cuba, 2000) y Máster en Estudios Cubanos y del Caribe por la Universidad de Oriente (2006).
Ha sido profesor de español como lengua Extranjera por más de 14 años en la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba, la Universidad de La Habana y Tianjin Foreign Studies University, Tianjin, China donde además impartió Literatura Española y Latinoamericana.
Además, fue profesor de Historia de la Cultura de Iberoamérica y el Caribe en la Facultad de Español como Lengua Extranjera de la Universidad de La Habana. (FENHI)
Obtuvo una mención en la 16 edición del concurso de Poesía Luisa Pérez de Zambrana en el año 2001
Se dedica a la investigación en la enseñanza del español como Lengua Extranjera y al tema de la mujer en la Cuba Republicana.
Ha publicado el libro titulado El Lyceum y Lawn Tennis Club: su huella en la cultura cubana, 2017 Uno&Otros ediciones y los poemarios El oscuro bosque de mis manos, 2019 Ediciones Laponia y Nudo gordiano 2021 Ediciones Laponia y la segunda edición ampliada de El Lyceum y Lawn Tennis Club: su huella en la cultura cubana, 2022 Ediciones Laponia.
Ha publicado sus trabajos en diversas revistas digitales y en la antología poética Impertinencia de las moscas, Miami y la antología para temas LGBTQ Orgullo e identidad, auspiciada por la Revista Cardenal. Es editor y codirector junto a Jorge Venereo Tamayo de Ediciones Laponia LCC Huston, Texas.