Rodolfo Häsler: otro muro donde incrustar el beso insoportable de la infamia

(Foto: Cortesía del autor)

 

 

Las acequias del palmeral de Ghardaia

conducen al laberinto donde pasar la prueba,

después asciende, llega a la plaza

siguiendo el reclamo del dedo que se eleva

en el aire, el dedo del pensamiento.

Es una gota de cristal, un huevo de avestruz,

la más inaccesible de las ciudades,

donde predicar

la santa poesía.

 

 

para Elance Diamant

El autobús se dirige a Gaza,

la ciudad retumba en una queja

que obstruye la mente,

una vida tan vieja para acabar en nada,

la playa, sin embargo, es espléndida,

las viviendas son un amasijo,

un susto,

no sé si llegar al final del trayecto

e intentar hablar

sin tragarme la lengua.

Los pasos caen al mar,

las sombras estallan contra los cuerpos,

la mirada se dirige a los desahuciados,

pero no olvides que Gaza

es un chasquido de ceniza.

Hay palabras de más, palabras malditas,

la miserable palabra

se apaga en los ojos que no pueden ver,

pero sí escuchar,

aquí se queda, en la orilla,

amasijo en el estómago, muy cerca

me arrodillo ante la iglesia ortodoxa

y me cubro la cara en la mezquita,

la escena completa se desparrama.

Mordí la tierra

y la sensación de sequedad marca en el rostro

el peso de la limosna,

una zarza de oro cubierta de polvo,

otro muro donde incrustar

el beso insoportable de la infamia.

 

 

 

Café Odeon, es espacioso,

una umbela lila donde sentarse

a esperar que algo suceda,

el vaivén del lago y el hierro del tranvía

retumban en la taza,

elegir con quién hablar,

pensaba en Zweig, asiduo cliente,

sus manos calientan el mármol, y la mente ajada

rechaza todo signo de vida.

El fuego pervive en la literatura

mientras se enfría el café

y se impone poco a poco el mutismo,

alemán, habla alemán

y deja sobre el rojo cuero del asiento

una mancha de orina,

una desdicha en este espacio de calma

donde escribir y fisgonear,

una voz irrumpe y hace temblar la pared,

pedir un té y diluirse, salir volando

en la nota del violín.

 

 

 

La Clémence es un período ocioso bajo los árboles,

allí dormita al sol la clientela más cosmopolita,

acércate y ocupa una mesa, pide un perrier,

un sanpellegrino, y déjate observar,

todos analizan tus movimientos,

¿será iraní?, quizá un desterrado balcánico,

todo es posible en la cima de la incertidumbre,

y te dejas querer sabiéndote antropófago,

uno más entre los pequeños sabios

que buscan la calma, el misterio, la indiferencia

necesaria para vivir mejor.

La presencia de los demás te justifica

entre foráneos, ahora hijos ginebrinos,

il y a des iraniens, des libanais, des riches américains,

des snobs, que de grandes familles palestiniennes,

circulando cómodamente por el mundo,

quizá el mejor, el más ligero,

el que menos aporta a la transformación,

 

para Soleida Ríos

Devastación del hotel Packard

 

Las coordenadas marcan un punto

sobre un mapamundi arrugado,

hay que insistir, dice el que siempre recuerda,

hay que golpear el picaporte, pasar

el umbral de la ciudad difunta,

lo que el descuido arrasó

va y se convierte en adorno,

una construcción inclinada

que conserva su color amarillo,

la palabra inquietud no es suficiente

y resbala por el lomo de un libro

del poeta remendón

Lorenzo García Vega: Devastación del hotel San Luis,

una babosa se acurruca en su textilandia

para contar lo inesperado,

pero nunca aceptarías, por eso te vas,

 

te agota tanta promiscuidad,

es posible trepar a un gran árbol

y chapurrear la lengua de un pájaro,

el hotel es hambre y devastación

donde escupir la esponja de la sed,

tontear frente al hocico del lobo,

lengua de lobo, la lengua feroz

encerrada en una cajita,

en una gaveta de escritorio

en mi habitación del hotel Packard,

pero no conviene forzar la voz,

sobran palabras,

balbucear, silencio,

bienvenido seas

a cualquier lugar.

 

 

[Estos poemas pertenecen al libro Lengua de lobo (Hiperión, Madrid, 2019, XII Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez)]

 

LENGUA DE LOBO

 

 

Rodolfo Häsler nació en 1958 en Santiago de Cuba y desde los diez años reside en Barcelona. Estudió Letras en la universidad de Lausanne, Suiza. Tiene publicados los siguientes libros: Poemas de arena (Editorial E.R., Barcelona, 1982), Tratado de licantropía (Editorial Endymión, Madrid, 1988),
Elleife (Editorial El Bardo, Barcelona, 1993 y Editorial Polibea, Madrid, 2018, premio Aula de Poesía de Barcelona), De la belleza del puro pensamiento (Editorial El Bardo, Barcelona, 1997, beca de la Oscar Cintas Foundation de Nueva York), Poemas de la rue de Zurich (Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000), Paisaje, tiempo azul (Editorial Aldus, Ciudad de México, 2001), Cabeza de ébano (Ediciones Igitur, Barcelona, 2007 y Ediciones El Quirófano, Guayaquil, 2014), Diario de la urraca (Huerga y Fierro Editores, Madrid, Editorial Mangos de Hacha, Ciudad de México, y Kálathos Ediciones, Caracas, 2013) y Lengua de lobo (Hiperión, Madrid, 2019, XII Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez).
Ha publicado también la plaquette Mariposa y caballo (El Toro de Barro, Cuenca, 2002) y Cierta luz, Ediciones Mata Mata, Ciudad de Guatemala, 2010), así como Antología poética (Editorial Pequeña Venecia, Caracas, 2005) y Antología de Tenerife, Ediciones Idea, Las Palmas, 2007).
Ha traducido la poesía completa de Novalis, los minirelatos de Franz Kafka y una selección de Anthologie secrète de Frankétienne. Es autor de la antología poética El festín de la flama de la poeta boliviana Blanca Wiethüchter.

 

 

 

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