Ángela Serna: Gaviotas en la cabeza de María Jesús Silva

(Obra de la pintora Naza del Rosal)

 

 

«María Jesús Silva lo ha vuelto a hacer: ha encontrado las palabras justas para crear un mundo, un lugar poético donde modelar la Belleza de lo Terrible. ¿Cómo y dónde encontrar los hilos que llevan a la poesía? ¿Dónde las palabras y el tono necesarios para decir más allá de las palabras sin caer en lo banal? El “Desencanto” de una familia ha sido el detonante para, desde una imagen poderosa: gaviotas en la cabeza, dar cobijo a algo que atrae y asusta a la vez: la locura; para iluminar la Angustia atroz y despótica que habita a aquellos que en épocas pasadas eran exhibidos a cambio de unas monedas, y que hoy siguen señalados y estigmatizados: los locos. Al iniciar mi viaje por el nuevo poemario de María Jesús Silva “he sentido entre mis labios y mi garganta carreteras cortadas, por eso no he podido hablar durante días.” Con estas palabras entrábamos en 2018 en Hay caballos atravesados en mi garganta. Ya entonces, María Jesús nos trasladaba a un lugar que “huele a mierda y a puré recalentado a pan áspero mojado en leche”, un lugar que “sólo los muertos abandonarán.” Ese lugar se llama hoy Pabellón 54: “hay días en que los locos callan / y les crece la mirada / (yo lo veo) / y las paredes respiran / (noto su aliento)… están ahí/ desproporcionadamente solos.” Con este nuevo libro, MJS se suma a la interminable lista de escritores que han convocado a los locos en su obra. Pensemos en Shakespeare o en Cervantes, creadores de personajes como Hamlet o el Quijote (ser o no ser en un mundo de gigantes); pensemos en quienes, ocasionalmente, se han acercado a la figura del loco para hablar de estados que, a menudo, poco o nada tienen que ver con la locura. Pensemos también, cómo no hacerlo, en esos “delicados monstruos” que han escrito desde “los sentidos desquiciados”1 Pero MJS no escribe sobre la locura del poeta ni sobre el poeta loco, tampoco se entretiene en consideraciones superficiales, en paternalismos ni caricaturas. Tras un periodo de investigación, observación y reflexión, escribe desde el loco

anónimo que es invadido, car-comido, por ese pueblo mudo de infames arañas del que habla Baudelaire, mientras contempla cómo la lluvia se transforma en barrotes de una insalvable prisión: “este barranco de cuerdas metálicas / donde se aísla/ a la mujer precipicio”: “Ella”, la que “la primera vez que estuvo loca/ en un día de amor bajó a la tierra” 2 ), la que sabe que “más allá de cualquier zona prohibida/ hay un espejo para nuestra triste transparencia.” 3 Acostumbrada a diseccionar los miedos (Al otro lado de los cocodrilos), la vejez, la enfermedad, la muerte (Hay caballos atravesados en mi garganta), el amor (Arquitectura de la piel)…, MJS se adentra ahora en los corredores de la mente, intentando no perderse y descubrir qué hay más allá de la luz y de la sombra, qué del otro lado del ruido, en qué espejo mirarse sin temor a la noche, cómo interceptar, si es posible, la dentellada del reptil, el relincho del caballo o el zarpazo del viento… .

De agua, de tierra o de aire, todos los animales confluyen en el “pabellón 54”: ese infierno donde poder ser loco “sin forma definida” hasta gritar “no me abandonéis, no me abandonéis” 4 ; donde pingüinos, perros, arañas, panteras, monos, pájaros…, son el diapasón para medir la intensidad del grito o del silencio en “esos días en los que la luz cae de forma horizontal en un lugar que no existe.” Donde sinestesias, metáforas, anáforas, etc., se ponen al servicio de la verdad: “Ella”. Poesía. Como cuando, parafraseando a Sexton, se oyen los nervios encendidos como si fueran instrumentos musicales, “y los locos se tiran por el suelo los locos gritan los locos conocen la verdad”: “a los locos no nos quedan bien los nombres.” 5 Alguien que en su primer poemario, El desorden de noviembre, reveló haber sido visitada por la muerte antes de cumplir los treinta años, y seducida por la locura con su zumbido de abeja, sólo puede escribir un libro como este abriéndose paso entre la niebla; sin olvidar que, como dice Panero, “no fue por matar al pelicano/ sino por nada por lo que yazgo aquí entre otros sepulcros/ y a nada sino al azar y a ninguna voluntad sagrada/ de demonio o de dios debo mi ruina.” Por eso este libro es también una llamada de atención sobre el desequilibrio “entre lo que somos y lo que dejamos de ser”, pues, en cualquier momento, pueden “llegar las gaviotas.” Dedicado a la memoria de aquellos que no regresaron del pabellón 54, el libro nos sorprende, a modo de introducción, con un catálogo de locos que hipnotiza e inmoviliza.

Quienes conocen la trayectoria de MJS saben de la inquietante exactitud de sus Números inexactos, de ahí que este pabellón sea una pieza “clave” para la lectura (y la escritura) de este libro, además de la presencia, explícita o implícita, de los versos de Panero en todo el poemario: la zona cero, la zona de observación: [primera voz], [segunda voz], [tercera voz], y el Pabellón 54: zona de ingreso (la devastación y el abandono), zonas comunes (cuatrocientos hombres se lavan en la piedra de la desdicha).6 Como ya hiciera en Paseo de invierno en Finlandia, MJS ha vuelto a “vivir en los

espacios blancos de las palabras”, allí donde “no hay espejos/ para reflejar el dolor/ en el pecho de la bestia”, aquí donde las gaviotas “gritan/ al mundo.” Este poemario, marcado con el número siete, viene a complementar la sólida creación de una autora que desde 2013 se pasea por los grandes temas como si, en cada ocasión, arara la tierra por primera vez; el propio cuerpo, por primera vez, con la sola herramienta de la verdad: lo único, según Joan Margarit, que funciona en la poesía: “Ella”. ¿Vendrás mañana? 7 , el arco está tensado.8 ¡Silencio!

 

(Prólogo de Ángela Serna  a Gaviotas en la cabeza (Editorial Los libros del MIssissippi, 2022)

 

 

 

Angela Serna: nace en Salamanca (España) y vive en el País Vasco (en Vitoria-Gasteiz). Poeta y rapsoda con más de una  docena de libros publicados entre los que cabría destacar: Luego será mañana (en otra habitación), a la memoria del poeta Claude Esteban,euskera-castellano-francés en su segunda edición (Editorial Corona del Sur); De eternidad en eternidad (Ed. La Palma); Trampantojo (en colaboración con el artista Juan López de Ael); PASOS- el sueño de la piedra (en euskera y castellano), Ed. Olifante; Definitivamente polvo (Ed. Corona del Sur); La desmesura del círculo, en francés y castellano, en colaboración con el artista plástico Claude Abad y el diseñador José Julio Arregui, (Arte Activo Ediciones); Solitudine (Arte Activo Ediciones); Máscaras para no enloquecer (Ed. Celya), Cómo salir del palimpsesto (retrato de un poeta) en colaboración con los artistas Koldo Gojenola y Francisco Serrano Díaz (Ed. LUPI, la Única Puerta a la Izquierda); No todo es haiku (entre el haiku y el senryû, candilejas), ed. Celesta, Palabras sin boca, (Edita el Ayuntamiento de Priego de Córdoba, Área de Cultura), etc. 

Ha editado, dirigido y diseñado (entre 1989 y 2005) la prestigiosa revista Texturas.- nuevas dimensiones del texto y de la imagen. Ha participado en los prestigiosos festivales Voix de la Métiterrannée (Francia), Festival de poesía del Moncayo (España), Rencontres du Sud (Francia), Voci del Mediterraneo (Italia), Agosto clandestino (España), etc. y sus poemas aparecen en diversas antologías y revistas nacionales e internacionales. Algunos han sido traducidos al francés, al italiano, al rumano o al euskera… 

Ha sido Jurado de premios como el Ernestina de Champourcin de poesía o el Premio Euskadi de literatura. Ha puesto en marcha iniciativas poéticas como Sírvase usted mismo, Pote-verso, Rincón del verso, A la sombra del baobabVis a Vis poético, Cita con la poesía, que, desde el año 2006, se celebra una vez al mes en la Casa de Cultura de Vitoria-Gasteiz. Actualmente se dedica a llevar  la poesía (propia y “apropiada”) por pueblos y ciudades. 

 

María Jesús Silva trabaja en sanidad. Ha publicado cinco poemarios: El desorden de noviembre; Arquitectura de la piel; Al otro lado de los cocodrilos; Números inexactos y Hay caballos atravesados en mi garganta, este libro ganó el Primer Premio de poesía 2017, de la Cátedra José Ángel Valente, de la Universidad de Almería, ‘Paseo de invierno en Finlandia’. Este libro fue editado junto con la obra del artista Antonio Alcázar. Sus poemas han sido publicados en revistas como Río Arga, Luke, La Ignorancia, La Náusea, Cuadernos del Matemático. Ha sido incluida en algunas antologías como Vivencias, Puta Poesía, Voces del extremo, Miles de Tie- rras. En el año 2018, participó en el Festival Internacional de Poesía Voix Vives, Toledo.

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