Yirama Castaño: el poema ha hurgado las entrañas con su mano
El legado del escaldo
El horizonte camina
en un punto suspensivo.
Es la hora de las ánimas
No hablarán los testigos
Le pondremos cerrojos al instante.
Acordes para luciérnaga
Pequeña centinela
atrapada en el tropiezo
Rendida a los pies del bosque
renace la noche en amarillo
Vendrá el día
para buscarle
escondite al movimiento.
Arte poética
Cuando al final se callan
Las palabras,
un enredo en todo el cuerpo.
El poema ha hurgado las entrañas
con su mano.
Mínima para un malabarista
Opuesto a lo que algunos
puedan pensar o escribir, la poesía sirve para profanar.
Y este verbo es mucho más que sacar la tierra de los muertos,
o llegar hasta el tú después de excavar en el yo,
o espiar por la rendija del paraíso.
Profanar es habitar el silencio
para darle forma de boca roja.
Andanzas
Ya no sobre esa mano.
Ya no sobre la mano que era mía
y abandonó de pronto el universo.
Amor, el océano está aquí.
Al otro lado de la habitación,
en la pared que se nos viene encima,
en el sudor que nos separa.
Un sueño aleja por momentos
la nave que se mueve.
Oprimidos contra el miedo.
Emergentes, náufragos.
Balada de una noche que se acerca al día
He de morir de pie
junto a mi tumba.
Con la mirada hacia la tierra
y el largo pelo
jalando hacia arriba.
He de morir por ataque a mis extremos.
De muerte pronta,
pero con tiempo suficiente
para repasar el tono de mis días.
He de morir alcanzada por la noche.
susurrada apenas,
abierta al bosque
y con esa única palabra
pendiente
entre los labios.
La caverna de la mariposa
Quieta agua
quieta ola.
Luz devota,
detiene al paso
su toda hora.
Alcanza la puerta de su jaula
pica el asfalto de sus brazos
añade alas a la cabeza
urbanas uñas blancas…
Qué importa la lengua extraña
si entiende que le hablan.
Hoy podría quitarse la camisa,
mudar de cuerpo
mostrar la cicatriz.
El cardenal del páramo
He aprendido a colorear mis alas
con el tono del espíritu profundo.
Con el mismo ardor de la memoria
y el violeta que adorna a los sagrados seres.
He ganado la confianza de los aires,
y del mismo sol
que me pide la textura
del tejido de las nubes
y derretirme en ti con el mismo amor
con el que la tierra
convierte en abono todos sus muertos.
El hogar de los nukak
Han mirado desde su propio cielo
cómo caminamos su país.
Ya saben que fueron conminados al silencio
y a cambio se les ha impuesto el ruido
de una espesa, invadida y desconocida selva.
Guardan el aire en las mejillas
y ponen en su dardo el veneno.
Lejos, los chillidos de los cerdos
y el llanto de las mujeres
con sus hijos
colgados en el pecho.
Nómadas,
enredados en los árboles,
poseedores de todas las riquezas y secretos,
guardianes de plantas, animales y susurros.
Nos observan. Bellos y desnudos,
cada uno al frente de su propio fuego.
Mientras,
nosotros,
desaparecemos,
devorados por el incendio.
Yirama Castaño Güiza. Nació en Socorro, Santander, Colombia. Poeta, periodista y editora. Participó en la creación de la Revista y de la Fundación Común Presencia. Hace parte del Comité Asesor del Encuentro Internacional de Mujeres Poetas de Cereté, Córdoba.
Entre sus libros de poesía publicados están: En los labios de la noche, poesía reunida (1990-2022), Animal sospechoso editor, Colección mínima, Barcelona, España. 2022, El Sueño de la Otra, Ediciones El Humo, México, 2019. Segunda Edición, Corps avant l´ oubli, Cuerpos antes del olvido (Yirama Castaño, Stéphane Chaumet y Aleyda Quevedo), Ediciones de la Línea Imaginaria, Ecuador, 2016, Poemas de amor (Yirama Castaño, Josefa Parra), Ediciones Corazón de Mango, 2016, Malabar en el abismo, Antología, Común Presencia Editores, Colección los Conjurados, 2012, Memoria de aprendiz, Común Presencia Editores, Colección Los Conjurados, 2011, El sueño de la otra, Colección Prometeo Serie Hipnos,1997, Primera Edición, Jardín de sombras, 1994 y Naufragio de luna, 1990.