Nara Mansur: Tres lindas cubanas. Un romance de entreguerras (fragmento)
Es un dulce tipo de venganza sobre una mujer, un hijo, un dolor para siempre. Voy a morir entonces dos veces. –Tiene la cabeza afuera, es rubio –dice la partera. Es vikingo –dice el traductor. Se llama como yo me llamo. Mi cuerpo por un lado, el poema por otro. Termino sin saber leer, sin poder escribir una línea. Virgen María –dice el traductor–, todo borrado en tu libro. ¿Qué me has traído? Esto no es un niño– ¿Por qué está llorando la mamá?
Si fuera necesario lo borraría todo. Abierta, recibiendo las monedas. La doble ranura abierta. Acto seguido, ya estoy en el día siguiente, publico mi libro, el traductor ha creado una gran confusión, está llena de terceras personas mi cabeza ahora.
Tres frases, tres anotaciones.
Esta voluntad es silente –dice mi madre. ¡Yo te amo! –dice la lectora que siempre adora, siempre traiciona. ¡Adorar! ¡Traicionar! ¡Bostezar! ¡Aplausos!
Cada vez se entiende menos. Nadie sabe si llorar o devorar la culpa por no entender lo que he querido decir. Solo un hijo, solo un libro de tres oraciones, solo un árbol egipcio. –Demasiado poco, ¿no le parece, señora?– Acabo de tener un hijo, no puedo poner otras palabras en mi boca. –¿No dijo que había nacido sin lengua?– Es como nacer muerta o exiliada. –No sabe jugar– No sé jugar.
Una madre finalmente se queda fuera de su propio poema.
Le voy a pegar –decía la partera– ¿Al niño de ojos azules como cuentas? ¿A mí? Ella daba manotazos a la cuna más y más fuertes. Está por nacer un niño de otro niño recién nacido. Ha venido un niño que pregunta: “¿A mí?” Usa la pregunta como un latigazo a su madre. Yo, para azotarlo. Ese niño nació para ser rey.
Saco de mi pecho, dentro de mi vestido, partes de un cuerpo que parece humano: brazos, manos, un pene con sus testículos, todas las partes hechas de tela. Las uso como almohadillas, compongo las partes del muñeco y en su cabeza clavo alfileres rojos.
Me quiero casar con mi hijo, creo que no voy a necesitar escribir más, voy a estar muy ocupada pero contenta del trabajo. Todos estos años estuve esperando poder dedicarme a algo como el océano, a algo como el bosque de pinos, como el arte de la muñequería… No hay como ver crecer a un hijo –no pasa nada, no haces otra cosa, eres una madre que mira cómo se escribe un libro–, ves crecer a tu hijo y no sabes si lo estás haciendo bien. Quizá nunca vayas a saberlo. Y creces tú también varios centímetros. Nunca sentí eso por nada que escribí, ningún libro antes me hizo crecer.
https://www.elespejolibros.com.ar/productos/tres-lindas-cubanas-mansur-nara/
Nara Mansur Cao (La Habana, 1969) Poeta, dramaturga, crítica teatral cubana residente en Buenos Aires. Ha preparado la antología Siete poetas cubanas, de próxima aparición por Buenos Aires Poetry. Es autora de Arpegio (2019), El trajecito rosa (2018), Régimen de afectos (2015), Manualidades (2012, Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén y Premio de la Crítica Literaria en Cuba), entre otros libros de poesía; Chesterfield sofá capitoné (2016) y Desdramatizándome. Cuatro poemas para el teatro (2009, 2012, Premio de la Crítica Literaria), que incluye varios de sus materiales escénicos. Su relato “¿Por qué hablamos de amor siempre?’’ obtuvo el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. Creó y condujo entre 2013 y 2019 el ciclo Dramaturgias posibles, del que preparó para el Instituto Nacional del Teatro sendos Cuadernos de Picadero.