Yosie Crespo: mi cuerpo era un pájaro muerto





LAMENTO DE ÁNGEL OCULTO ANTE REVELACIÓN


Porque nadie es bello eternamente
ni bueno eternamente
ni pulcro ni sabio ni manso eternamente.
Porque nadie ama eternamente
ni arrastra su máscara eternamente.
Nadie pacta con Dios
ni soporta su desamparo eternamente.
Nadie imagina que la muerte
se convierte en la manera casual de aceptar las cosas:
porque eternamente es atroz el infierno de los desfallecidos
porque la sombra se esconde
porque se instala con éxtasis alrededor del camino el hambre
porque petrificada la piedra no vuelve jamás al consuelo
y el grito es largo, contagioso, inútil, vacío, angosto, podrido, absurdo…
Porque la soledad tiene estrías de ácido.
Porque la usura trabaja a favor de los lobos 
que me condenan al abismo.




MUJER

Si cuando digo mujer grito nudo de ausencia
o este gran hueco madurado de la voz
donde alguien ya no está
si digo centro del día sin que este te diluya
si para decir mujer cuando digo mujer 
otra mujer me tiembla en el aliento
y hace surco y costura donde caigo y emerjo
y si a punto de romperse aquella tarde de noviembre
digo mujer y para no rendirme
planto una semilla de jacarandá
y te digo que no se parece a ti
pero las dos sabemos
que hay otro lado del otro lado donde te espero
y donde es posible que la noche venga
-pretendo atraparla- porque si la dejo ir
ya no podré ser la que aparece por tus calles en sano juicio 
y si te digo mujer cuando vuelve mi voz 
si te detiene y te abre en dos y te llena
si yo te digo serás extraña para otros pero nunca para mí
como si dijese viento serás ave a riesgo de caer
y aunque sabemos que caer no implica silencio 
no haré ningún ruido al pronunciar tu nombre.




TODAS LAS VECES

La primera vez que no temí morir
La primera vez que aumentó la memoria y quise gritar y no pude
La primera vez que mis manos sostuvieron el cuello de tan blando
La primera vez que uno se siente poca cosa casi nada
La primera vez me sentí fatal nadie lo supo
La primera vez culpé a todas las mujeres
La primera vez hizo un frío tan nuestro
La primera vez el vértigo son los hombres que se ama
La primera vez de inventar un sueño al que asirse
La primera vez sin Vallejo sin los libros subrayados
La primera vez con la boca despintada y mi falta de talento
La primera vez las lágrimas mojándome las manos
La primera vez mi cuerpo era un pájaro muerto
La primera vez se aprende sobre todo a decidir

La segunda vez tuve miedo
La segunda vez mi padre dijo:  ¡huye!
La segunda vez mi madre dijo: ¡huye!
La segunda vez mi hija gritó:   ¡huye!

La tercera vez huí.





YO TE NOMBRO PÁJARO aquietado y diminuto
como en las cintas imaginarias de Sherman
en los registros evidentes de cualquier guía turística 
y en los templos 
como a un hijo que regresa de la guerra perturbado
y hundido en el goteo de la hora en que se vuelve
yo te nombro
desde el futuro para que existas
y también desde la tarde en el silencio
y entre las letras de tu nombre
y desde la propia vida
y desde la decisión última
y en la realidad de esa fantasía tirana
que me obliga desde siempre
y abajo con la neblina de la noche
y desde otro tiempo para nombrar tu tiempo
y sobre esa otra puerta que el tiempo dispone
yo te nombro
no sea que te conviertas en un mal irreparable
donde todo lo nocturno te pertenece
salvo en las aproximaciones al amor
y en los caminos minados de la conquista
ajeno de las sombras y de los recuerdos 
en los portales y en las alamedas
yo te nombro y te miro con rigor
frente a un mundo de desiertos lleno
donde el resto de los pájaros lleva al unísono 
tu nombre
lo llevo como quien entra desorientado en algún sitio
que es a la vez misterioso y conocido
te pareces a todo lo que vive
y a todo lo que tal vez sea mito en mi mente
qué puedes hacer sino atormentarme
si por todas partes sales imprevisto
así que me adhiero a tu mano de ala abierta
de caudal que avanza sin saber 
qué puertos qué ecos aún no escucho
o si podía existir una mañana de sol
es decir, una palabra
es decir, polvo de alguna ventana
si acaso hay ventanas
aún no sé en qué otras estaciones
alguien nos ve cruzar
y si te encuentro, aunque por otros caminos vayas.




SECOS LOS HIGOS

Se habían secado los higos
y era esa pólvora de caracol que era un oído
y era ese dulce arder de la boca
donde se habían secado los higos 
de mi pequeño mundo
de un soplo efímero
sin hacerme morir
para aliviarme de la furia
del país de la casa del barrio del hombre de una mujer
y del pájaro que se llevó al país
con la rapidez de una sombra ciega
y uno crece
y ciertamente 
no es un pájaro no es una luz
no es una lista interminable lo que llena la hoja
es un código es una vida son símbolos de sangre
a cambio de la muerte
es un vaso rebosante de olvido
es un sueño de esfinge de mujeres umbrías
es un llanto que cae sobre las hojas de los árboles
más viejos
yo pude haberlo entendido
pude haber roto con el aroma de lo que nunca había sido
qué es el tiempo sino una línea inflamándose de luz sobre un espejo
ese dramático rumor de los cuerpos en la dársena
ese impulso de lo que oímos a los lejos
no era más que el susurro de un pájaro perdido
—nos unía—  en ese intento de fuga 
en esa impaciencia de arrancar hacia adentro 
lo que pende implícito y de repente me mira
y quise escapar de la mirada
pero ya se habían secado los higos
y adentro también el poema soterrado
desgarrando de la tierra sus raíces.





ESTA CIUDAD
ESTA CASA
ESTA ISLA REPENTINA
ESTA SOMBRA
esta mancha
esta mujer fatal bajo mi nuca
esta lengua esta boca que en los abriles todos te nombran
esta tristeza que no tengo que de todo vestigio de dolor se vaya
estos trazos de tiza borrados por el agua
este quererte hacer demasiado lento
y este quererte decir demasiado de prisa
estos peces de un solo color en mi piedra ordinaria
esta niebla de tiempo que el límite corrompe
este frío pronunciando lo que el otoño calla
esta tierra esta carne este fulgor que sorprende
que se marcha sin haber mirado antes
este asomo de luz en este desierto apagado
y este final ubicado de mi nave entre las dársenas
este estruendo de dios como la sucesión singular 
de lo que no podrá definir la circunstancia
este abrumar de las horas y este fenecer gratuito
de esta hondura que reposa delante de mis pasos
y esta voz de haber amado sin ocultar la misma fuerza
y este llegar del silencio para decirnos más sobre el silencio.




POEMA ESPIRAL

En el fondo no hay fondo
hay un extremo
dejando caer todo el peso
una invocación de todas las que deseo ser
y no he sido
en el fondo hay otro fondo (paralelo)
una existencia continua
de mis manos en alto
hay un medio por el cual se canaliza
el signo que me rompe y a la vez me apacigua
en el fondo descanso como un tronco seco

en el fondo no hay fondo: hay una calle
que es un espejo destejido por el tiempo.




 




Yosie Crespo (Cuba/EEUU, 1979).  Nacida en Cuba.Es una poeta y narradora que piensa en inglés y escribe en español. Con Solárium obtuvo en 2011 el Primer Premio “Nuevos Valores de la Poesía Hispana” convocado por las Ediciones Baquiana y el CCE (Centro Cultural Español) de Miami, Estados Unidos. Ese propio año recibió Primer Premio del IV Concurso Juvenil de Poesía Federico García Lorca y fue Premio Internacional en la categoría de Cuento Corto en la Feria del Libro de Buenos Aires, Argentina. Otro de sus poemarios Como si fueran grullas fugitivas resultó finalista del Premio Paz de Poesía 2016, convocado por National Poetry Series, en Nueva York. Primer Premio Victoria Urbano 2019 a la mejor obra creativa por su libro de poemas Estrella de ocho puntas convocado por la Asociación de Estudios de Género y Sexualidades (AEGS).
Tiene publicados tres libros de poesía: Solárium (Ediciones Baquiana, Miami, 2011), La ruta del pájaro sobre mi cabeza (Ediciones Torremozas, España, 2013) y Caravana (Editorial Letras Cubanas, Cuba 2018 y El Quirófano Ediciones, Ecuador 2015). Su manuscrito “Queríamos saber qué era una rosa”, (Miami, 2018) permanece aún inédito.

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