Aleyda Quevedo Rojas: mar para morder el tiempo

(Crédito de la foto de la autora: Eduardo Guerra Hernández)

CANTO ORGÁNICO


Abiertos
Amorosos 
Cuerpos
Caléndulas de dos tonos
Tendidos sobre una cama 
dentro de una ciudad de nueve millones de habitantes
Podría ser Bogotá o Lima
Creo que Bogotá
por la crueldad que ofrece
Tus manos grandes
masajeando mi cabello
Y de allí 
destapar 
Abrir el deseo 
Ir a ti
amado ni amando
Abrir
con los dedos
labios 
Abrir 
lo mojado 
y el olor 
de la noche
una bellísima caléndula
Abrir 
hasta encontrar 
las hojas de la hiedra
Gotas de infierno
Íntimas gotas
Hojas quebradas
Abrir 
los labios gruesos
Los tuyos
Los míos
Los de la noche
Ir a ti
Abrirse 
como vocal 
abierta
Brazos 
Corazón
Voz 
Piernas
Entregarse 
Abrirse 

la 
noche
con el malvado 
cuerpo que acompaña
Hablando en oro
y con los mismos dedos
separar 
los labios
Encontrar 
el mar
el olor cercano
de las sábanas
La palabra mar 
para morder tiempo
Sed
Salvaje
Ser
Embriaguez

entregar lo que se tiene
El llanto 
te sobreviene
Sale 
de tus labios
de tu honda parte
que tantas veces pidió
no 
volver 
a enamorarse
No más heridas 
de amor
del proceso del amor
Confinamiento 
del cuerpo
Sale de lo más hondo
De tus gruesos labios 
íntimos
embriagados 
por su deseo de durar
El deseo de que el tiempo se congele
Hasta que el pubis
revienta
por toda la cama
El bosque hierve 
Huele a mí
Espesura
de cierta libertad
Labios
que no durarán 
más allá de la noche
Persistir
Ir 

ti
Pedirle más tiempo 
a la noche
de los dos
La única noche
escrita para que la viviéramos
Libres y confiados
Confinados en Bogotá
Dentro de una ciudad 
que no nos vio nacer 
y nos retiene para amarnos
por unas noches 


Podría beberme tus labios
y todas las botellas de vino
pero no alcanzarían a saciar la sed
Beberme tus besos sangre morada
Te tuve 
cuando abrías mis labios
Ahora te dejo ir
El verdadero amor
siempre empieza conmoviendo
Descorchando las bocas 
con textura de piedra
y muchas dudas
Chupar tu nombre
Un nombre que nunca pronuncié
y me parece haberlo escuchado
en tantas noches
Chupar la noche 
Temblamos 
por el exceso
Aunque soy yo 
la que mete el dedo 
en tu boca fresca
Y es como si a mis pies 
corriera limpio 
y brillante el Sena
Extraigo 
bromelias
tréboles
camelias
caléndulas de dos tonos
de tu boca roja
Recorro con el dedo más largo
paladar y encías
Acantilados y cavernas
Túneles y dientes
Meto el dedo 
tan hondo
tan adentro
Temblamos
De repente 
el caudal de tu silencio crece
Crece 

ensordece
diciéndome que ya estuve contigo 
en otras vidas
Cuando tu boca
sobre mi espalda
succionaba 
todo 
el 
dolor
Caléndulas que curan
Lengua extranjera
Vocales que no se dicen en francés
Sigo la corriente
Dialéctica aprendida 
en los jardines tropicales
y me quedo sin aliento
Por eso me baño
en las aguas difíciles
del trópico
Despedazarme para reconstruirme
Reconstruirme para despedazarme
Sigo la corriente
siempre que ardo
Por lo general
una dialéctica escrita
sobre los labios
Yo 
sé 
seguir 
la 
corriente
Tus labios
se adhieren como algas
a mi espalda
Succionan
Queman
Marcan
piel brillante de la espalda
Labios
Ventosas
Labios calientes
que ya no vendrán
Pero buscamos que resistan
Lengua francesa
sobre espalda succionando
nervios y más dudas
Ni al sur de aquí
Ni al este de allá
Algas traslúcidas 
nunca jamás sobre mi cuerpo
Vendrán días peores
Alejada ya de tus besos orgánicos
Aunque 
te di lo más
hondo y no supiste
donde ponerlo
Aún por sobre tus labios amorosos
y también los más lejanos que me besaron
Sé que vendrán días peores
Mucho más difícil que este largo día 
en el que constato
que las heridas 
de los labios
no se cierran
como volcán vivo
fuego dentro del río
Sena que ya no brilla igual
Hay una zona de mi cuerpo
que no sabía que la tenía
hasta esa noche
Esa zona de mi cuerpo
que no te puede 
olvidar
Que 
Supura
Perdura
Madura con las noches difíciles
Feroz tiempo alado
por la nostalgia ruin
Soy débil
mi cuerpo me delata
imaginando el trazo
de esos jeroglíficos
que dibujaste en mi espalda
Por si vas a dejarme
de una vez te digo
que puedo lamerte las penas
todas las que acumulaste
durante tus años en alta mar
Por si vas a dejarme
primero mira el océano
que choca en mis labios
Labios gruesos
de mi zona profunda
Un bosque húmedo
donde he intentado
retener lo sagrado
que habita dentro de ti
Abrir
Dos cuerpos
Caléndulas de dos tonos
Ya no
Nunca más
Amado ni amando 
amor repicando
Por qué escribo 
de amor siempre
En la noche eterna 
dentro de una ciudad
a la que no volveremos
Embriagada de besos algas
que crecen en mi espalda desnuda
y no logro cortar
ni ir a ti
Pero bien sé 
que 
debo 
podar 
las algas
y las caléndulas del destino
Salir 
de ti
Así 
me 
lo 
pides
Así 
será
Noche profética
Encuentro

Devenir
Lengua
horadando
espalda
Cómo evitar
lo imposible
impensable
Porque quiero bañarme
dos veces en el mismo río
Despedazarme 
para 
reconstruirme
en ti
Ir 

ti…
Amado ni amando
Pero todo el proceso del amor
es mentira
Y el verano
me encuentra
en los puentes sobre el
mismo río Sena
No se vive
evitando fantasmas
Y al fin mi corazón
y esta lengua nueva
que aprendo
me confinan
a una luz nocturna
que me es suficiente
por encima de cualquier
infierno o noche.




Aleyda Quevedo Rojas. (Quito, Ecuador, 1972) Poeta, periodista, ensayista literaria y gestora cultural. Ha publicado en poesía: Cambio en los climas del corazón, 1989; La actitud del fuego, 1994; Algunas rosas verdes, 1996 y 2017; Espacio vacío, 2001 y 2008; Soy mi cuerpo, 2006 y 2016;  Dos encendidos, 2008 y 2010;  La otra, la misma de Dios, 2011;  Jardín de dagas, 2014 y 2015; y las antologías que reúnen parte de su poesía bajo los títulos: Música Oscura, (2004) Amanecer de Fiebre (2011) y El cielo de mi cuerpo, (2014)que aparecieron en Andalucía, Guayaquil y La Habana, respectivamente. En 2017 la Casa de la Cultura Ecuatoriana publicó toda su poesía reunida en 554 páginas con el nombre: Cierta manera de la luz sobre el cuerpo que reúne 9 libros de poesía, que dan cuenta de más de 27 años de su proceso artístico, con un amplio estudio del catedrático cubano: Jesús David Curbelo. 
Obtuvo el Premio de Poesía “Jorge Carrera Andrade” en 1996 con su libro: Algunas rosas verdes; en 2016 y 2017 presidió el jurado de este importante premio nacional. Ha representado a su país en los más importantes encuentros, ferias del libro y festivales internacionales de escritores en Canadá, España, México, Argentina, Colombia, Nicaragua, Puerto Rico, Perú, República Dominicana, Venezuela, Francia, Cuba, Chile, Uruguay y Brasil. 
Ha sido curadora, editora y coordinadora editorial de las antologías literarias: 13 poetas ecuatorianos nacidos en los 70, publicada en 2008 en Venezuela; Mordiendo el frío y otros poemas del poeta Edwin Madrid, 2011 publicada en Ecuador y en Cuba; Hacer el amor (humor) es difícil pero se aprende del escritor Fernando Iwasaki, 2014, publicada en Cuba; de la Antología “La Música y el cuerpo” del escritor peruano Eduardo Chirinos, 2015 publicada en Ecuador; de la Antología de Poesía: Insular corazón en mitad del mundo que reúne 30 poetas cubanos nacidos a partir de 1960, en coautoría con el escritor Jesús David Curbelo; y del libro de ensayos sobre la obra poética y narrativa de César Dávila Andrade, publicada en julio 2018 por el centenario de nacimiento del notable escritor ecuatoriano: Distante presencia del olvido. 
Es coordinadora editorial del sello independiente, especializado en poesía: Ediciones de la Línea Imaginaria que tiene en su catálogo 32 volúmenes. Colabora con la revista digital de cultura y literatura www.vallejoandcompany.com 
Ha sido parcialmente traducida al francés, inglés, hebreo, sueco, portugués e italiano. Mantiene un libro inédito de poesía. Dicta talleres de motivación a la lectura y trabaja como consultora de comunicación y educación superior en artes. Desarrolla una amplia agenda como gestora, asesora y promotora cultural.

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