Martha Luisa Hernández Cadenas: La puta y el Hurón (Fragmento)

(Foto: Cortesía de la autora)

 

 

Lo primero que se olvida es la voz. Tengo nuestros videos fingiendo desnudez y borrachera, te tengo filmada cantando y leyendo poemas de la libreta que nos encontramos en el Coppelia y que fuimos incapaces de devolver a su dueño; pero he olvidado tu voz porque la grabación no creo que se escuche como tú, deduzco que no te escuchas así porque tampoco es mi voz la que ha quedado ahí registrada. No es tu rostro. No es tu cuerpo. Pero sobre todo, no es tu voz.

Ahora tengo muchos amantes y los fines de semana me voy al campo para estar con un italiano mucho mayor, él viene del sur de Italia y es chef de cocina. Hemos aprendido que el domingo se deshace cuando caminamos sobre la hierba. Él cultiva su propia comida y me enseña el esfuerzo que hay detrás de los detalles, a su lado disfruto la infalible calma fuera del tiempo, me dejo llevar.

Con este amante me siento deseada de un modo en el que nunca antes lo fui: cuando me la mete, se siente como si todo estuviera en paz, como si rellenara un inexplicable gran vacío, y yo quiero que me la meta de ese modo envejecido, real.

Nosotras éramos alérgicas a la tranquilidad. Yo te hubiera amado, juro que sí, te hubiera amado, pero no quiero ver en lo que te has convertido, no quiero saberte viva o feliz, simplemente no me interesa saberte, no me interesa saberte realmente, prefiero venir al café y hablarte imaginariamente de la empresa 12 americana en la que respondo los mensajes en español. Qué aburrido suena, ¿verdad?

Eres una desconocida. No sé si te dedicas al teatro, si continúas diseñando, si escribes poesía, si te gusta tomar helado para atenuar tu invalidez, si ya no tienes ese mal olor en tus axilas. Nosotras éramos inválidas, éramos infelices, éramos infantiles, pero teníamos algo irrecuperable; para nosotras, el mundo duraba unos segundos, la realidad era orgásmica, las decisiones eran absolutamente inciertas y nada cambiaba, vivíamos revolcándonos en el chiquero, esperábamos lo peor, porque lo peor era lo único verdadero.

 

 

(Fragmento de La puta y el hurón, premio Franz Kafka de novela 2020, publicada por Éditions Fra. en 2020)

 

 

 

Martha Luisa Hernández Cadenas | Martica Minipunto (Cuba, 1991) Egresada en Arte Teatral, especialidad Teatrología, por la Universidad de las Artes, ISA. Autora de Días de hormigas (Ediciones Unión, 2018), Premio David de Poesía 2017, Los vegueros (Colección Sureditores, 2019), Premio Bienal de Poesía de La Habana, La puta y el hurón, premio Franz Kafka de novela 2020, publicada por Éditions Fra.

Entre sus creaciones recientes se encuentran los performances Nueve (2017), Extintos, aquí no vuelan mariposas (2018) y No soy unicornio (2019); las intervenciones La última ópera china (2018) y Las fundadoras (2019). Ha participado en festivales, talleres y programas internacionales como Experimenta Sur (Bogotá, Colombia, 2019), Panorama Sur (Buenos Aires, Argentina, 2019) y el Festival Salmon (Barcelona, 2020). Ha sido residente en La Serre Art-Vivans (Montreal, 2018), la Young Curators Academy (Herbstsalon, Maxim Gorki, Berlin, 2019) y Watch and Talk (Zürcher Theater Spektakel, 2020). Asimismo, mereció la beca completa de escritura Can Serrat, invierno 2020. Fundadora de la editorial independiente ediciones sinsentido. Coordinadora del Laboratorio Escénico de Experimentación Social, LEES, 2016-2020. Mantiene su columna literaria Pucheros, en Hypermedia Magazine.Ganadora del Premio de ensayo La Selva Oscura y del Premio de Teatrología Rine Leal por sus investigaciones: Notas de un simulador. La crítica teatral de Calvert Casey (1960-1965); ESTA OBRA HABLA DE TI Y DE MI. Ensayos para (des)a(r)mar la experimentación escénica en Cuba (2012-2018). Una ópera china mereció la Beca de Creación Prometeo de La Gaceta de Cuba en el 2020. @_martikminipunto | malu_cuba@yahoo.com

 

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